Bea aparcó el coche delante de la puerta de su casa. Había estado llorando todo el camino por Álex y por su madre, sabía que lo que se avecinaba sería muchísimo peor. Abrió la puerta y no había ningún tipo de ruido. Llegó hasta el salón y encontró a su hijo dormido en su carrito.
—¿Cómo ha ido? ¿La has encontrado?—quiso saber Toni. Al darse la vuelta, vio la cara de tristeza de su esposa—¿Qué pasa Bea? ¿Por qué vienes llorando?—la abrazó para reconfortarla.
—Sí, encontramos a Álex… Su madre se está muriendo Toni, y ella está destrozada. Nunca la habíamos visto así, y no sabemos qué pasará cuando Gloria…no esté.
—Joder, lo siento muchísimo por Álex. Es lo último que le faltaba a la pobre…
—Nos va a necesitar más que nunca… Toni, temo por ella, no sabemos de lo que sea capaz…—el sonido del teléfono de su marido, interrumpió la conversación.
—Es René—le informó.
—¿Se lo vas a decir?
—Lo siento, pero no—respondió con gesto serio.
—¿No? ¿Por qué no?
—Le ha costado mucho esfuerzo sobreponerse a lo que pasó con Álex, me niego a perturbar su paz. Ya se enterará cuando vuelva.
—Se va a enfadar… Ya sabes cómo es cuando se trata de ella.
—Ese será mi problema, ya se lo explicaré.
—Vale, no se lo digas si no quieres. Pero ponlo en altavoz, quiero saber lo que dice.
—Hola René ¿Cómo estás?—lo saludó mientras le pedía a Bea que guardara silencio.
—Todo bien por acá ¿Y ustedes? ¿Cómo andan?
—Bien, todo muy tranquilo, como siempre.
—Te llamo para darte una noticia… En pocos días estaré por allá.
—¿No me digas?—la pareja se miró sabiendo con lo que eso podía coincidir.
—Sí, ya extraño mi casa, mi independencia y a ustedes. Acá me andan checando hasta la hora de vuelta a la casa ¿Lo podés creer?—rio—Aparte, ya me dijeron que terminaron las obras de la otra casa y quiero ir viendo cosas para amueblar, adornar y todo eso.
—Me alegra mucho que vuelvas, ya tengo ganas de verte por aquí. Pero tengo que hacerte la pregunta de rigor… ¿Estás seguro que estás preparado para regresar?
—Lo esté o no, tengo que seguir adelante con lo que sea, Toni. Y sé que, igual se da la situación que tanto quiero evitar, pero es lo que hay—le explicó—Todas estas semanas acá con la familia me han servido un montón. Obvio que aún hay cosas que me duelen y me dolerán toda la vida, pero aprenderé a vivir con ello y ya.
—Me gusta oírte tan animado, a ver si cuando nos veamos estás realmente así o estás tratando de engañarme.
—No te miento, tengo ratos buenos y otros no tanto… Aunque desde hace algunos días, siento algo, no sé cómo explicarte…como si estuviera pasando algo malo. A veces me despierto en las noches sobresaltado sin razón. Ya sé que puedo parecer un demente, pero te juro que no, la sensación de agobio y desesperación es muy real.
—Pues no sé qué pueda ser…—Bea lo miraba con las cejas arqueadas y pronunciando en silencio la palabra díselo—Seguro que se te pasa pronto, no le des más vueltas.
—Toni, tengo que contarte algo, pero no le podés decir a nadie ¿Ok? Ni siquiera a Bea.
—Joder ¿Qué has hecho? Ya tengo curiosidad—su esposa se acercó hasta él para escuchar mejor.
—Me mandé una cagada, Toni. La otra noche me junté con mi hermano y unos amigos de acá del barrio, fuimos a tomar algo y… Tuve algo con una mina que conocimos hace poco…—confesó atormentado.
—¿Qué?—preguntó sorprendido mientras su mujer negaba con la cabeza.
—No sé por qué lo hice, si fue por despecho, por soledad o por mera calentura. Al menos pude detenerlo antes de llegar a algo más comprometido, pero me siento muy mal por eso.
—No tienes por qué sentirte mal. Eres un hombre soltero y sin compromiso, puedes hacer lo que quieras con tu vida y con tu cuerpo.
—Mi corazón no está soltero y sigue bastante comprometido con Álex. Me siento como una porquería…
—Como tú mismo has dicho antes, tienes que seguir con tu vida y conocer a otras mujeres en el terreno que sea, es parte del proceso René. No te preocupes por algo que no tiene importancia—Bea, harta de escucharlos a los dos, salió al jardín a tomar el aire de muy mal humor.
—Fue un error, no debí meterme con ella… Pero ya no tiene remedio—suspiró resignado—Te dejo, tengo que hacer algunas cosas. Nos vemos pronto, saludá a Bea de mi parte.
—Eso espero… Se lo diré, adiós—colgó la llamada y salió al jardín—René te manda saludos… Por tu cara, sé que tienes algo que decir, adelante—le dio paso.
—Ese amigo tuyo es un desgraciado… ¿Cómo ha podido liarse con otra si según él, ama a Álex? Ella pasando por uno de los peores momentos de su vida y él por ahí viviendo la vida loca ¡Increíble!
—René puede hacer lo que le dé la gana—lo defendió—No le debe lealtad a nadie.
—¡Y encima lo apoyas!—le reclamó—¿A ti te parecería bien que yo fuera diciendo por ahí que te quiero más que a mi vida y me liara con otro?