La redención de un alma #2 (2025)

CAPÍTULO 38

René llegó a Sevilla al filo del amanecer. Aunque allí ya empezaba a refrescar, había echado mucho de menos las tierras andaluzas, a sus gentes…y a una persona en concreto, más que al resto.

Entró a su casa y sonrió ¡Por fin libertad! Abrió todo para ventilar bien y se fue directo a su habitación. Dejó la maleta en el vestidor, para después darse una más que merecida ducha. Ya, por último, puso una alarma para no despertarse muy tarde, debía recuperar el horario bueno y luchar contra el jet lag. En cuanto posó la cabeza sobre la almohada, se quedó dormido.

Horas más tarde cuando se despertó, se dio otra ducha para terminar de despejarse y se hizo un café, lo necesitaba para seguir funcionando. Después fue a comprar algo para llenar la despensa y decidió comer fuera, estaba demasiado cansado como para ponerse a cocinar.

El tiempo que pasó en Argentina, no sólo le había servido para tratar de curar sus heridas emocionales, también para que Valentina, con más paciencia que un santo, le enseñara a cocinar. Y aunque al principio decía no gustarle, después tuvo que aceptar que no estaba tan mal, incluso le divertía.

Por la tarde durmió un par de horas y después deshizo su maleta. Quiso mantenerse ocupado y lo consiguió, pero como siempre cuando caía la noche, los fantasmas del pasado lo visitaban. En todo el tiempo que hacía que no la había visto, no había dejado de pensar en Álex, y ahora que estaba allí, era mucho peor. Le había prometido a ella y a sí mismo, que no volvería a buscarla, pero no sabía si sería lo suficientemente fuerte como para poder cumplirla.

Al día siguiente, tal y como quedaron, René fue hasta casa de Toni y Bea a comer. Los dos amigos se fundieron en un emotivo abrazo, se habían echado de menos.

—Bea—llegó hasta ella—¡Qué gusto verte!—abrazarla, era lo más cercano a abrazar a Álex, aunque sonara un poco loco.

—Lo mismo digo—por muy molesta que estuviera con él, lo quería mucho y por lo que vio en sus ojos, aún estaba triste—Mira quién viene por ahí—señaló a su hijo que correteó hasta ellos.

—¿En qué momento creció tanto este nene?—se agachó para subirlo en brazos—¡Estás hermoso vos!—lo besó en el moflete haciendo reír al niño—¿Qué te pasó acá?—señaló la herida de la barbilla.

—Un accidente, pero no pasó nada por suerte. Sólo un pequeño susto—aclaró el orgulloso papá.

—Un gran susto—añadió la rubia—Pero me da que no será el último, este niño es un poco kamikaze ¿A qué sí?

¡Chii!—chilló el pequeño,

—Imagino que no se aburrirán con él.

—Ya te digo yo que no—Bea recogió a su hijo de los brazos de René para dejarlo en el suelo—Venga, vamos a sentarnos un rato, aún es pronto para comer.

Sacaron unas cuantas cervezas y aperitivos y estuvieron hablando de todo lo que había hecho René en Argentina. Bea y Toni se miraban de soslayo de vez en cuando sabiendo que todo cambiaría cuando le soltaran la bomba.

Después de la comida, recogieron todo entre los tres, cuando acabaron, Bea se fue con su hijo para dormirlo. Pasado un rato, la muchacha volvió a reunirse con ellos en el salón. Se sentó junto a Toni y los dos se tensaron. René los miraba sin entender qué pasaba.

—¿Están bien? Se pusieron serios de repente.

—Emm, sí… Bueno…ha pasado algo que tú no sabes—comenzó a decir Bea.

—¿Qué cosa? ¿Algo malo?

—¿Recuerdas cuando llamaste por teléfono antes de subirte al avión?—el chico asintió—Pues acabábamos de salir del cementerio.

—¿Se murió algún familiar…?

—No exactamente, pero se podría decir que sí—explicó Bea.

—Ya díganme ¿Quién se murió?—los tres volvieron a mirarse mientras guardaban silencio. La pareja era consciente de que todos sus planes con respecto a Álex iban a cambiar radicalmente.

—Gloria—después de que Toni pronunció ese nombre, René se quedó helado, era incapaz de decir nada—Murió hace tres días, después de haber estado semanas ingresada en el hospital.

—René… ¿Estás bien?—Bea se alarmó cuando pasados unos segundos eternos, ni siquiera había parpadeado.

—¿La mamá de Álex…se murió?—volvió a preguntarlo por si acaso no lo había entendido bien.

—Desgraciadamente…sí—Toni no fue capaz de sostenerle la mirada.

—Cuando te llamé para contarte que regresaba, te pregunté que si todo estaba bien por acá y vos me dijiste que estaba como siempre… Y por lo que decís, para esas fechas, Gloria ya estaba mal… ¿Por qué me lo ocultaste?—se levantó furioso—¡Por qué no me dijiste nada! Te hablé del mal presentimiento que tenía desde hacía días… Ahora entiendo que era por ella ¡Por Álex, porque ella estaba sufriendo!—le gritó prácticamente en la cara—¿Cómo pudiste Toni?

—No quería preocuparte, parecías más animado, más contento… No quería echar a perder lo que tanto tiempo te había costado recuperar, entiéndelo—se justificó Toni—Te ibas a enterar de todas formas cuando llegaras.

—¡Ese no es el punto, Toni!—se volvió a sentar mientras se pasaba las manos por la cara—Si yo lo hubiera sabido, habría regresado inmediatamente.

—Gloria hubiera muerto igual, René. El destino de la pobre mujer era ese, sólo era cuestión de tiempo.



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En el texto hay: redención, drama, amor

Editado: 21.09.2025

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