La redención de un alma #2 (2025)

CAPÍTULO 39

De camino a casa de Álex, René sólo podía pensar en todo lo que Bea le había contado. Si escucharlo le puso los pelos de punta, no quería imaginarse como habían tenido que vivirlo.

No tenía ni idea de cómo entrar a la casa sin tener que dar explicaciones a nadie, sólo esperaba no terminar detenido por allanamiento de morada. Estaba llegando cuando encontró a alguien haciendo lo mismo que él ya había pensado hacía unos minutos.

—Joder René, que susto!—Juanmi se incorporó para saludarlo—No sabía que habías vuelto.

—Regresé ayer—suspiró mientras echaba un vistazo a la fachada.

—Si estás aquí, es porque ya lo sabes ¿No?

—Me enteré recién… Toni no me dijo nada, estoy muy enojado con él. Si yo lo hubiera sabido, habría vuelto de inmediato Juanmi, lo juro.

—Lo sé, tranquilo—si algo debía reconocer, es que René movería cielo y tierra por su amiga—Me pidió tiempo para estar sola, peor no aguanto más. Necesito verla ya.

—Justo vine a eso yo también. Decime cómo te ayudo—se ofreció.

—Vigila que no venga nadie o terminaremos los dos durmiendo en el calabozo esta noche.

—¿Vos no tenés llave de esta casa?

—Hace años que no. Cada dos por tres tenía que cambiar la cerradura porque perdía las llaves muy a menudo, y yo nunca se las volví a pedir—le explicó—Ahora me arrepiento—se lamentó.

—Vos dale a eso, yo voy a vigilar—se apoyó en su coche simulando ver algo en su teléfono.

Durante un rato, Juanmi intentó forzar la cerradura con unas ganzúas que había comprado previamente, pero parecía que se le estaba resistiendo más de lo debido.

—¿Cómo vas?

—Ojalá decirte que bien, pero no es el caso y está empezando a oscurecer—se quejó.

—¿Me dejás intentarlo a mí?

—Claro. Suerte, la vas a necesitar.

René jamás había hecho algo así, pero no podía ser tan difícil. Con toda la paciencia del mundo y buen pulso, consiguió abrir no mucho después.

—Listo, ya está—la oscuridad de la casa parecía querer tragárselos, todo estaba en silencio.

—¿Cómo lo has hecho?

—Con paciencia y bueno, llevo toda la vida trabajando con mis manos, de algo sirvió. Vení, entremos—cerraron la puerta despacio y encendieron la luz del salón, fue entonces cuando lo vieron todo revuelto—¿Qué pasó acá?—René se agachó a recoger del suelo un portarretratos con la foto de sus padres totalmente destrozado.

—La pelirroja tiene muy mal genio cuando se enfada. A eso añádele la impotencia que debe sentir… Mientras se desahogue con eso y no contra ella misma, me conformo.

—¿Qué hacemos ahora? ¿Vamos a buscarla arriba?

—Sí, deberíamos… No creo que le haga mucha gracia que hayamos entrado en su casa por la fuerza—subieron las escaleras en silencio y se detuvieron frente a la puerta del dormitorio de la joven—Deberías entrar tú, ella aún cree que estás en Argentina—susurró para que sólo lo escuchara él.

—No sé Juanmi, pienso que deberíamos entrar los dos… La situación ya es suficientemente complicada.

—¿Te da miedo o qué?—se burló.

—Me da miedo no saber qué voy a encontrar al otro lado de la puerta, no Álex.

—Venga va, entra—Juanmi abrió y lo empujó dentro.

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Lo había estado escuchando trasteando en la puerta de su casa para entrar, no le importó demasiado. Pero cuando se dio cuenta que había conseguido abrir, corrió a meterse en la cama y cubrirse de arriba abajo para que no pudiera verla. Oyó el crujido de la escalera, pero por alguna extraña razón, no había entrado. De repente, la puerta se abrió dejando pasar la luz del pasillo que casi iluminaba toda la habitación.

—Ni se te ocurra encender la luz, Juanmi…—su voz sonaba rasposa y cansada.

—No soy Juanmi…—en cuanto lo escuchó, su corazón comenzó a martillearle dentro del pecho «Ya hasta estoy empezando a delirar» pensó—Yo…me enteré hace rato de lo que pasó, apenas llegué ayer a Sevilla. Siento mucho lo de tu mamá, Álex.

—Gracias… Ya has hecho lo que creías que tenías que hacer, ahora vete por favor. No creo que tenga que recordarte la promesa que hiciste ¿Verdad?

—Esto es distinto, vos lo sabés…—se acercó hasta la cama y se sentó en el borde—No tengo intención de irme a ninguna parte, ni siquiera si vos me lo pedís—intentó destaparla para verla, pero ella se lo impidió.

—¡Basta René! Te lo estoy pidiendo de la mejor forma posible, déjame en paz, tú y todos ¿Tan difícil es de entender?—estaba luchando contra sí misma. Una parte de ella quería echarse a sus brazos en busca de algo de consuelo, pero la otra sabía que no podía hacerlo, tenía que cumplir con lo prometido.

—No te molestaré—se levantó de la cama despacio—Pero tampoco me iré, estaré abajo—René salió de la habitación y se encogió de hombros mientras miraba al joven sevillano.

—Eres demasiado blando con ella. Normal que te maneje como un títere.

—¿Qué querías que hiciera? No es el momento de pelear con ella… La escuché muy mal…



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En el texto hay: redención, drama, amor

Editado: 21.09.2025

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