Mientras Álex estaba en el baño, Juanmi se encargó de abrir todas las ventanas de la casa y llevó a lavar todo lo que habían quitado de la cama.
Cuando René llegó con unas cuantas cosas para él y compra para poder alimentarse, se encontró con Juanmi en la cocina.
—¿Me parece o acá está entrando aire fresco?—preguntó mientras soltaba las bolsas de la compra.
—Así es, por orden expresa de la señora de la casa—le informó—Está dándose un baño ahora mismo, creo que siguiendo los consejos de alguien…
—Me alegra mucho saber que lo está intentando… Traje esto para el desayuno ¿Te quedás?
—No puedo, aunque me encantaría. Tengo una reunión en una hora, es importante—le explicó—No volveré a menos que pase algo con ella ¿Vale? Pasar tiempo solos os vendrá bien.
—Juanmi, Álex y yo no somos nada, ni lo vamos a ser—confesó con tristeza—En cuanto ella se sienta mejor y con fuerzas, yo me alejaré tal y como quedamos.
—¿Y si las cosas cambiaran? ¿Qué harías si te pidiera que no te fueras?
—Nada podría hacerme más feliz… Pero lo dudo mucho… Eso no significa que deje de preocuparme por las cosas que le pasen, siempre voy a velar por Álex, aunque sea desde la sombra.
—Eso nunca se sabe René, sólo el tiempo lo dirá… Me tengo que ir ya, despídeme de ella y mantenme informado si pasa algo ¿Vale? Nos vemos.
Después de despedirse y colocar todo en su lugar, subió a buscarla. Cuando entró la vio terminando de hacer la cama.
—Esto ya es otra cosa…—sin querer, hizo que se sobresaltara.
—No te oí llegar… ¿Y Juanmi?—estaba tan ensimismada en sus pensamientos que no se había enterado de nada.
—Se tuvo que ir, me dijo que tenía una reunión importante—le explicó—Bajás a desayunar ahora cuando acabes con lo que estás haciendo.
—Sinceramente…no me apetece mucho…
—No era una pregunta—pasó por su lado y percibió el olor que lo enloquecía desde hace años—Ni tampoco una sugerencia, te espero en la cocina.
René salió y ella se quedó mirando a la puerta. Se notaba que él había ido a su casa a ducharse y a cambiarse. Había dejado su aroma en la habitación junto al suyo… Se moría por tenerlo cerca y poder inhalarlo mejor.
Álex sabía que no le quedaba más remedio que bajar, no tenía ni ganas, ni fuerzas para pelear con él. Una vez abajo, se asomó al salón y lo vio recogido, se avergonzaba enormemente de su comportamiento de aquel día, y mucho más de que René lo hubiera visto, debía creer que estaba loca.
—No pienses en eso…—sintió su aliento en el cuello y su piel se erizó al instante.
—¿Cómo sabes lo que estoy pensando?—se giró para mirarlo.
—Yo lo sé todo sobre vos, no lo olvides—la sostuvo por los hombros—Vení a desayunar, es la comida más importante del día.
Se sentaron en la cocina y René ya había preparado su leche con cacao y un café para él. También había pan tostado, tomate y jamón, la debilidad de la muchacha. Ella no se lo estaba poniendo fácil, y después de un rato de tiras y aflojas, consiguió hacerla comer algo.
—¿Qué has estado haciendo en Argentina?—quería desviar el tema para que dejara de atosigarla con la comida.
—Pues estar con mi mamá, discutir y reconciliarme con Mía varias veces, y pasar tiempo con Rocco, que hacía muchísimo que no lo hacía, los dos lo extrañábamos, siempre fuimos muy unidos. Él regresó a vivir a Aguas Verdes, mi mamá está feliz.
—¿A qué se dedica tu hermano?
—Rocco es enfermero, ha estado trabajando en varios hospitales del país, todos ellos demasiado lejos de casa. Ahora consiguió el traslado al de San Clemente del Tuyu, está a media hora de Aguas Verdes más o menos. Aunque prefirió irse a vivir solo, eso enojó mucho a la señora Valentina—bromeó—Desde que mi hermana y Matito se fueron a vivir con Martín, mi mamá se siente muy sola.
—Pobre…es normal, tendrá que acostumbrarse, como todos.
—Ellos viven en la casa de enfrente y se pasan el día juntos, no es para tanto… Ya la conocés, exagera un montón, no está sola realmente.
—Al menos pudo estar contigo una temporada. Sé lo importante que es para Valentina tener a todos sus hijos juntos.
—Sí, eso sí, mi vieja estaba feliz de tenernos a todos allá—el brillo de los ojos de René al recordar a su familia, la hizo sonreír levemente—La peor parte fue que ella sigue pensando que soy un nene y que tengo que dar explicaciones de dónde voy, con quién y cuanto tardaré en regresar… ¿Lo podés creer? A mi edad me sale con esas cosas… Aunque también tuvo mucha paciencia conmigo, y, siguiendo tu consejo, me enseñó a cocinar algunas cositas para no pasar hambre.
—¿En serio has aprendido a cocinar? ¡Vaya milagro!
—Bueno, más bien aprendí a no quemar la comida, que es bien distinto—bromeó—Ya te haré una demostración.
—Eso no me lo pierdo por nada del mundo.
Continuaron hablando de sus hazañas culinarias y sus disputas familiares. Álex lo escuchaba atentamente sin interrumpir, le encantaba la energía que emanaba de René cuando hablaba sobre algo que le apasionaba.