Días después, René y Álex tomaron la decisión de volver a sus vidas por separado. Tenerlo en casa siempre y dormir cada noche en sus brazos, se había convertido en una adicción para ella y debía acabar con aquello para no hacerse más daño.
René también sabía que romper esa burbuja era bastante necesario, pero tenía que dejarla decidir qué quería hacer al respecto.
Esta vez, olvidando todo lo que había se había prometido anteriormente, se negó a dejar de verla radicalmente, e iba a visitarla muy a menudo, como el mejor de los amigos, por supuesto. Álex al principio trató de alejarlo, pero nada tenía que hacer contra la insistencia del muchacho.
En una de sus visitas, Lola le abrió la puerta con la cara y el pelo lleno de harina.
—¿Y a vos qué te pasó?—le preguntó a la pequeña entre risas.
—Mi tita y yo estamos haciendo galletas, mi abuela me dio la receta. Y después vamos a hacer pizzas.
—Lola—escucharon a Álex llamarla desde la cocina—¿Necesitas ayuda en el baño?
—No—respondió la niña—Pasa, se me había olvidado que tenía que ir al baño—Lola salió corriendo y René fue hasta la cocina.
La encontró amasando con todas sus fuerzas mientras tarareaba una canción. Aún no lo había descubierto, la miraba totalmente hipnotizado aporreando la mole que insistía en quedársele pegada en los dedos. Cuando se giró para mirar el horno, casi se le sale el alma del cuerpo.
—¡Joder!—se llevó la mano al pecho—¿Cómo has entrado?
—Por la puerta, como todo el mundo—se encogió de hombros—La nena me abrió ¿No escuchaste el timbre?
—La verdad, no—se pasó la mano por la frente y se manchó la mejilla sin querer.
—Tenés un poco de harina acá—se acercó a ella, le levantó la cara con los dedos y sopló muy cuidadosamente para quitársela.
Álex no supo bien qué fue lo que pasó. Si fue su cercanía, el contacto con su piel o sentir su aliento mientras soplaba. Bajó su mirada desde sus ojos oscuros y profundos, hasta su boca, esa que tanto la tentaba.
René se dio cuenta de su reacción y la imitó. Quitó la mano de su barbilla para llevarla a su mejilla… Estaban muy cerca, tanto que sus labios anhelantes el uno del otro, prácticamente se rozaban…
—Ya estoy aquí—anunció Lola. Ellos se separaron bruscamente. Álex se puso a mirar el horno mientras que René fingió lavarse las manos—¿Están listas las galletas?
—Ya casi…—se aclaró la garganta. Había estado a punto de besar a René… ¿En qué estaba pensando?
—¿Y cómo es que les dio por meterse en la cocina el día de hoy?—había visto la cara de estupefacción de la muchacha y decidió desviar su atención en otra cosa.
—Es que hoy es nuestra tarde-noche de chicas. Hacía mucho que no teníamos una—le explicó la niña.
—Ah, entiendo… Entonces mejor me voy para que sigan con sus cosas.
—Puedes quedarte si quieres… ¿A qué sí, tita?—ella asintió lentamente.
—¿Incluso si no soy una chica?—hizo una mueca graciosa.
—Sí, podemos hacer una excepción por hoy—la niña sonrió.
—Pues entonces, díganme ¿Qué hago?—se ofreció.
Rápidamente lo pusieron a seguir amasando la base de las futuras pizzas, ya que René era más fuerte que ellas y se cansaba menos. Después estuvieron debatiendo de qué iban a quererlas.
Cuando las galletas se enfriaron, se animaron a probarlas, estaban realmente buenas. Más tarde, Álex se fue con Lola para darle un baño y ponerle el pijama. Una vez que hornearon y se comieron las pizzas caseras que habían preparado, René supo que tenía que irse, ya no había nada que lo retuviera allí.
—¿En serio te vas a ir? Si ahora viene la mejor parte—le informó Lola.
—¿Ah, sí? A ver, explícame…
—Mira—sacó de su mochila mascarillas faciales de animalitos—Nos ponemos esto mientras vemos una peli.
—Lola—intervino Álex—No creo que a René le vayan estas cosas—lo miró evitando no reírse.
—No sería la primera vez, vos lo sabés muy bien—le guiñó un ojo y ella se puso nerviosa—A ver, mostrame que tenés.
Había perritos, gatitos, monos, osos panda, entre otras. René no se podía creer lo que estaba a punto de hacer sólo por estar un poco más con ellas.
—La de unicornio es mía—comentó la pequeña—Y mi tita Álex siempre se pide una de gatito.
—¿Podés elegir una para mí?
—Vale—Lola las miró todas y se decidió por una—Toma, ponte esta.
—Me tocó el osito panda…me gusta ¿A vos qué te parece?—le preguntó a Álex.
—No te pega mucho… Los pandas son entrañables y tranquilos.
—¿Y yo no soy entrañable?—la miró con una tonta sonrisa en los labios.
—A ratos…—sacó su mascarilla para ponérsela y después ayudó a Lola con la suya.
Una vez las mascarillas estuvieron cada una en su lugar, la niña se subió encima de René para ver la película. El primer sorprendido fue él, sabía del cariño que Lola le tenía, él también se había encariñado con ella.