La redención de un alma #2 (2025)

CAPÍTULO 44

A Álex también le había costado mucho dormir esa noche ¡Estaba de los nervios! No se arrepentía de nada de lo que le había dicho a René, pero como siempre, esa vocecita odiosa, comenzó a recordarle toda la lista de cosas que probablemente podrían salir mal. Después de dar mil vueltas en la cama, consiguió descansar hasta que alguien se encaramó sobre su cuerpo.

—Buenas días tita. Despierta que ya es de día—Lola amaneció con las pilas cargadas.

—Buenos días—abrió los ojos y vio a la niña sentada a horcajadas sobre ella—¿Has dormido bien?

—Súper bien—miró a todas partes como si estuviera buscando algo—¿Y René?

—René se fue a su casa anoche—«Y probablemente no tarde mucho en aparecer» pensó.

—¿Por qué se fue a su casa?

—Pues a dormir—Lola era temible cuando empezaba a preguntar.

—Yo pensaba que se quedaba aquí a dormir contigo, es lo que hacen los novios.

—Pero René y yo, no lo somos…—prefería no poner ninguna etiqueta a su extraña relación.

—¿Y por qué no?—la pequeña esperaba una respuesta prácticamente sin parpadear.

—¿Quieres desayunar?—trató de persuadirla de contestar algo que aún ni ella era capaz de responder.

—¡Sííí!—la niña se bajó de la cama a toda prisa.

—Primero hay que lavarse la cara—la acompañó y ambas lo hicieron. Mientras bajaban por las escaleras, llamaron al timbre.

—¡Yo, yo voy!—Lola terminó de bajar y salió disparada hacia la puerta.

—Buen día—las saludó a las dos—Ya veo que madrugaron mucho hoy. Les traje algo rico para desayunar.

—¡Qué bien! Nosotras aún no hemos desayunado—le informó la pequeña.

—Entonces… ¿Me invitan a desayunar?—le dedicó una mirada poco disimulada Álex y enseguida el rostro de la joven adquirió un tono rosado de lo más encantador.

—Por supuesto—respondió al fin—Venga, todo el mundo a la cocina.

Lola iba por delante de ellos totalmente ajena a lo que pasaba a pocos metros de ella. René agarró a Álex por la cintura y la rodeó con el brazo que tenía libre.

—Discúlpame, soy un mal educado…—le susurró al oído coqueto. Después le dio la vuelta y la besó sin previo aviso—Ahora sí, buen día mi amor—sonrió—Dejá de ponerte nerviosa cada vez que te toco o te hablo, tenés que acostumbrarte—la besó de nuevo—Esto sólo es el principio…

—Lo sé…—sonrió con timidez—Necesito tiempo para eso, ya te lo dije—levantó una mano para acariciarle la mejilla.

—Tendrás todo el tiempo que necesites—la besó en la frente—Y ahora será mejor que vayamos a alimentar a esa nena antes que nos devore a vos y a mí—cuando entraron a la cocina, disimularon frente a Lola y cada uno iba por su lado.

—¿Tú vives muy lejos, René?—quiso saber la niña.

—No mucho en realidad. Vivo en Sevilla, en el centro—le explicó—Aunque pronto me iré a vivir a otro lugar.

—¿A otro lugar?—no se podía creer que ahora que se había decidido a intentarlo con él, se marchara de nuevo.

—Sí—por la cara de Álex, supo que esperaba lo peor—Hace poco más de un año compré una casa por la misma zona donde viven Bea y Toni. Le hice algunos cambios y hace unos días terminaron las obras ¿No te había contado?

—Emm, no. No tenía ni idea—saber eso, la tranquilizó.

—Yo jamás me volveré a ir de acá, y ahora, menos que nunca… Si quieren, podemos ir más tarde y así la conocen.

—Sí, yo sí quiero… ¿Podemos ir tita? ¿Por favor? Me voy a portar muy bien…

—No sé, yo…—se rascó la nuca y miró hacia un lado.

—Ya es hora de que salgas a tomar aire fresco. Llevas demasiado tiempo acá encerrada, no tenés nada que perder—por debajo de la mesa, acariciaba su mano muy lentamente.

—Está bien, iremos…—claudicó finalmente. Ahora era ella la que se aferraba a su mano con fuerza.

Después del desayuno, Álex insistió en llevar su coche para que René no tuviera que dar tantas vueltas. Aunque él argumentó que no le importaba, esa vez, no se salió con la suya, y se lo haría pagar después, tal y como le hizo saber.

Cuando llegaron, Álex se dio cuenta que era bastante más grande que la de sus amigos. Desde fuera podía ver la casa principal, que era enorme, y un poco más a la derecha, otra de menor tamaño. Todo ello rodeado de una espesa arboleda y un jardín cuya única irregularidad era el largo camino adoquinado que conducía desde el portón de la finca, hasta la entrada principal de ambas construcciones y el garaje.

—René ¿Tú eres millonario?—Lola estaba boquiabierta por todo lo que estaba viendo.

—No sé si llamarme así… Digamos que he ahorrado dinero durante muchos años, y por fin pude comprarme la casa que siempre quise. Vengan, entremos y se la muestro—al abrir la puerta principal, se encontraba un espacioso recibidor con un armario empotrado. Más adelante, en la parte izquierda, estaban las escaleras que llevaban al piso superior—Acá—señaló a la habitación de la derecha de la escalera—Quiero poner un despacho para poder trabajar tranquilo o recibir visitas sin tener que mezclarlo con el ambiente familiar.



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En el texto hay: redención, drama, amor

Editado: 21.09.2025

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