Se sentía muy rara, estaba muy tranquila y eso era demasiado nuevo para Álex. Lo había pasado muy bien con René, ahora que no tenía nada que ocultar, ni fingir indiferencia hacia él. Y para ser sincera, le encantaba que no la dejara en paz, aunque le diera algo de reparo dejarse llevar, podría acostumbrarse a eso.
Una vez llegaron a casa de Lola, Juanmi y Noe le insistieron para que se quedara a comer. La pequeña les contó a sus padres con gran entusiasmo lo que habían hecho la noche anterior y esa mañana con todo lujo de detalles.
—Así que René ha pasado mucho tiempo con vosotras…—comentó Juanmi sin quitarle la vista de encima a su amiga.
—Sí papi, René es muy divertido. Se quedó para hacer noche de chicas y esta mañana nos trajo el desayuno antes de llevarnos a su casa nueva ¡Es chulísima y gigante!
—Ya veo que lo habéis pasado en grande, cariño—también Noe miraba a Álex con una sonrisita en los labios.
—Supongo que ahora lo veremos más a menudo ¿No, tita?
—Pues no sé, lo normal, como siempre…—la muchacha tenía a tres pares de ojos mirándola fijamente—¿Por qué lo dices?
—¿Por qué va a ser, tita? Porque ahora sois novios, os dais besos en la boca, yo lo he visto—la sinceridad de aquella niña inocente, los desarmó a todos—Y que yo sepa, sólo los novios se dan besos ¿No?
El silencio invadió la sala. Álex no sabía dónde meterse, y sus amigos no sabían cómo salir airosos de aquella situación.
—¿Es eso cierto?—fue Noe la que rompió el hielo.
—Claro que sí, mami, yo lo vi. Primero en casa de la tita mientras yo estaba en la cocina esperándolos y luego en casa de René, los vi por el espejo del baño.
—Emm, entiendo… ¿Me acompañas un momento? Tienes que ayudarme con una cosa.
Noe quiso llevarse a su hija para que Álex pudiera hablar con su marido, le daba pena perderse aquella interesante conversación. Ya le preguntaría a Juanmi más tarde.
—¿Y bien? ¿Me lo vas a contar o mejor le pregunto a mi hija?
—Yo no sabía que Lola se había dado cuenta. Nunca haría algo así con ella presente.
—Eso es lo de menos—agarró su mano por encima de la mesa—¿René y tú estáis juntos?
—Algo así… Anoche tomé una decisión, Juanmi. Quiero intentarlo al menos, no quiero que sigan pasando los años y un día me arrepienta de haber perdido posiblemente al amor de mi vida—le explicó—Si sale bien, cabe la posibilidad que algún día pueda ser feliz… Y si no, tendré algo bonito que recordar de por vida.
—¡Aleluya!—Juanmi se levantó de la silla, la arrastró junto a él y la abrazó—¡Por fin te has dado cuenta! René es el indicado y lo ha demostrado con creces ¡Te mereces tanto que te quieran bonito, pelirroja! Estoy tan contento por ti…
—A ver, no hace ni un día que hablé con él sobre esto, no me quiero precipitar. Quiero ir despacio a ver qué pasa.
—Va a salir bien, esta vez sí—Juanmi le dio un beso en la mejilla—Lucha por ese hombre, se lo ha ganado.
—¿Desde cuándo defiendes los intereses de René? Pensaba que no lo soportabas.
—Cuando volvió, tuvimos una larga conversación sobre ti, y vi cómo le brillaban los ojos al hacerlo, eso no podía ser falso, ese hombre te adora—la joven sonrió muy emocionada—Y todas las cosas que ha hecho por ti, antes y después, son dignas de mi confianza.
—Gracias Juanmi. Es muy importante para mí que tengáis una buena relación.
—Y la tendremos… Pero como yo vea que te hace sufrir lo más mínimo, se va a enterar. Lo de la patada en la espinilla se va a quedar en nada, fíjate lo que te digo.
—Meto las manos al fuego por René… Seguramente la que la termine fastidiando sea yo, como siempre.
—No digas eso—le alzó la barbilla—Tú eres incapaz de fastidiar a nadie, y menos ahora que ya está todo claro—la animó.
—Sabes como soy, y el geniecito que me cargo como dice él…—sonrió tímidamente.
—Tú eres como las gaseosas, subes muy rápido con el mínimo movimiento, pero igual que subes, después bajas. Cada uno somos como somos, y René tiene clarísimo cómo eres y te acepta y te ama con todo. Deja de buscar excusas, pelirroja.
—Lo estoy intentando… El ser optimista y positiva, digo. Pero hay momentos donde pierdo la batalla contra mí misma…—se lamentó.
—Eso pasará con el tiempo, ya lo verás… Y cambiando de tema, yo también tengo algo que contarte…
—Como me digas que vosotros también vais a tener un hijo…
—No, no es eso… ¿Quién va a tener un bebé? No me digas que tú y…
—¿Qué? ¡No! No hemos llegado tan lejos…—Álex enrojeció de pies a cabeza.
—Me parece que no falta mucho para que lo hagáis—le guiñó un ojo, y su amiga le dio un manotazo en la mano—Entonces ¿Quién está embarazada?
—Bea. Nos lo dijeron el otro día cuando vinieron a casa. Están muy contentos.
—Hace mucho que no hablo con ella, desde el funeral de…perdón. Bueno, desde entonces.
—Desde el funeral de mi madre, puedes decirlo—sonrió con tristeza—Quiero saber qué quieres contarme, me muero de curiosidad.