El tiempo pasaba muy rápido y la relación de Álex y René no podía ir mejor. Él seguía haciéndole saber que la amaba en cada oportunidad que se le presentaba, y ella estaba comenzando a perder la vergüenza. Debido a eso, más de una vez habían estado a punto de romper la promesa que se habían hecho.
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René se reunió con el presidente del club y le ofrecieron un puesto de directivo, además de eso, el muchacho pidió poder realizar labores en otras áreas, echaba de menos estar sobre el terreno de juego.
Hacía unas semanas que, junto a Álex habían elegido los muebles de su futura casa. Obviamente René tenía intención de pedirle que se fueran a vivir juntos cuando la casa estuviera lista, odiaba tener que despedirse de ella todas las noches. Quería compartir su vida y todo lo suyo con ella.
Una mañana en la que René tenía trabajo que hacer, Álex decidió hacer limpieza en la habitación que toda la vida se había usado de trastero. Se lo había dicho a sus sobrinos por si querían llevarse algo de recuerdo de su abuela o incluso de su madre. Ambos llegaron temprano y dispuestos a ayudarla en todo.
—No sé dónde hay más trastos, si aquí o en una chatarrería cualquiera—comentó David.
—Creo que estamos más o menos a la par… He entrado en esta habitación como mucho tres veces en mi vida, mi madre solía ser la que venía a buscar algo cuando hacía falta…—añadió Álex con un toque de tristeza.
—¿Por qué René se ha escaqueado de esto?—quiso saber Pipe.
—Acaba de empezar en su nuevo trabajo, no puede faltar, no sería profesional.
—René está forrado, no necesita trabajar—le pasó una caja polvorienta a su tía haciéndola toser.
—No sólo trabaja por dinero, David, también para sentirse realizado, tener la cabeza ocupada y porque a él le gusta—abrió la caja y encontró un montón de ropita de bebé—Me parece que esto es mío—sacó un trajecito y lo miró con curiosidad.
—Desde luego, es de tu talla—bromeó Pipe.
—Vaya, que gracioso nos salió el niño—le apretó una de sus mejillas—Todo lo que sea ropa, habrá que donarla, por muy desfasada que esté. Me da pena tirarla.
—¿Y qué hay de los trastos que no sirven?—David salía por la puerta con un perchero totalmente destrozado.
—Pues imagino que habrá que llevarlo a reciclar o no sé, ya me informaré.
El resto de la mañana lo dedicaron a seguir abriendo cajas con recuerdos de la familia. Pipe encontró un reloj de pulsera que estaba en un mueble viejo. Había pertenecido a Salva, pero Álex se lo regaló al mayor de sus sobrinos, era un gran amante de las antigüedades.
—¿Por qué te ha dado por vaciar esto justo ahora?—preguntó David.
—Porque en algún momento tenía que hacerlo…—Álex se rascó detrás de la oreja.
—Vale, ahora en serio ¿Por qué? Y no nos digas que ya lo has dicho, porque mientes. Te rascas la oreja como mi madre cuando suelta una de sus mentiras… Perdón por la comparación—se disculpó David.
—Creo que…voy a vender la casa, pero aún lo estoy pensando. No se lo he dicho a nadie, así que, guardadme el secreto por favor—les pidió.
—¿René lo sabe?—Pipe observaba a su tía preocupado, y ella negó con la cabeza—¿Eso significa que te vas a ir a vivir con él?
—No. Significa que esta casa es demasiado grande para mí sola, y aunque aquí he vivido toda mi vida y tengo recuerdos bonitos con mis padres, también tengo otros que quiero olvidar… Pero como os he dicho, aún lo estoy pensando, no es algo que haya decidido ya.
—Y si no te vas a vivir con René… ¿Adónde vas a ir?
—Pisos de alquiler hay por toda Sevilla, espero que alguno sea adecuado para mí. Buscaré un trabajo allí y me quitaré de estar siempre en carretera. Además, Juanmi y su familia se irán después de navidad, no quiero quedarme sola aquí…
—Visto así, te entendemos perfectamente—Pipe la abrazó para animarla—Pero creo que René no tendría ningún problema en acogerte.
—Lo sé, pero quiero hacer esto sola, encontrarme a mí misma y después…ya veremos. Y ahora, sigamos sacando cosas de aquí—los instó con una sonrisa.
Reanudaron la actividad de vaciar el viejo mueble. David, sin querer, tiró una figurita de cerámica al suelo y esta se hizo añicos.
—Lo siento mucho Álex, yo no quería…—se deshizo en disculpas con su tía.
—Tranquilo, ha sido un accidente, no te preocupes ¿Vale? Tened cuidado para no cortaros.
—Esto ha salido de la figura—Pipe le entregó un papel doblado, estaba amarillento y arrugado—Pone que es para ti.
—¿Para mí?—el muchacho tenía razón, ponía su nombre. Al ver la perfecta caligrafía en ese papel, supo quién lo había escrito—Es la letra de mi madre…—pasó la mano por encima de su nombre.
—¿No la vas a leer?
—Sí, claro…—se fue a su antigua habitación y se sentó en la cama. Era una carta que su madre había escrito al inicio de su enfermedad. En ella Gloria le confiaba un gran secreto—Esto no…no puede ser… Yo no…—los ojos se le anegaron en lágrimas y sus sollozos llegaron hasta el trastero—¡No es verdad! ¡No puede ser verdad!