La redención de un alma #2 (2025)

CAPÍTULO 48

En días sucesivos, Álex había cambiado de opinión respecto al viaje varias veces. Ver vídeos sobre aviones, en ocasiones la animaban a vivir la experiencia, y en otras, la aterrorizaban. René estuvo a punto de quitarle el móvil para que dejara de ver esas cosas. Era consciente de que ya no tenía escapatoria, ya se había hecho el pasaporte y René tenía los billetes desde Madrid a Buenos Aires.

Antes de viajar, organizó una comida en su casa e invitó a sus amigos con sus respectivas proles. Juanmi y Noe se iban de Coria a mediados de enero, y Álex confiaba en llegar antes a España para poder despedirse de ellos.

En esa comida, les contó lo que había descubierto sobre sus orígenes y todos se quedaron boquiabiertos, jamás hubieran esperado que ella fuera hija de Cristina.

Unos días antes de viajar, habló con Pipe para pedirle el favor de que, en su ausencia, él se hiciera cargo de todo el papeleo sobre la venta de su casa, por fin se había decidido a hacerlo. Le firmó un poder notarial para que no tuviera ningún problema. Quería dejarlo todo bien atado para que, al volver, comenzara una nueva vida.

Llegó el día del viaje y su alarma sonó a las tres y media de la madrugada, su tren con destino Madrid salía a las cinco, y había quedado con René a las cuatro en la estación. Consciente de que no iba a llegar a esa hora, le escribió.

ÁLEX—Igual me retraso un poco, tengo demasiado sueño… ¿A quién se le ocurre viajar en un tren a las cinco de la mañana? Por cierto ¡Buenos días!

RENÉ—Debiste quedarte a dormir en mi casa, pero vos, como siempre, sos la más terca entre las tercas. Yo también odio madrugar, pero es lo mejor si no quiero encontrarme a doscientas personas persiguiéndome… Buenos días para mi terca favorita.

A veces olvidaba que René era alguien muy conocido y la gente siempre se le acercaba. Él atendía a todo el mundo con amabilidad y paciencia infinita, era muy querido en Sevilla.

Comprobó varias veces puertas y ventanas para dejarlo todo en orden, aunque había dejado a Pipe a cargo de todo por lo que pudiera pasar, prefería asegurarse.

Pidió un taxi para que la llevara a la estación de tren, no quería complicarse la vida buscando aparcamiento allí. Se dio prisa en llegar hasta el lugar donde debía reunirse con René.

—¡Perdón por el retraso!—lo sorprendió mientras le tapaba los ojos.

—Estás más que perdonada—sonrió al verla—Pero tenés que saludarme bien, flaca—la agarró por la cintura y la besó—Ahora sí, buen día. ¿Pudiste dormir algo?

—No mucho, estoy bastante nerviosa, no te lo niego… ¿Falta mucho para subir al tren?

—Aún queda un ratito ¿Querés tomar algo? Yo necesito un café urgente.

—Es demasiado temprano para mí, pero vamos, te acompaño—se acercaron a una de las cafeterías que ya estaban abiertas y pidieron el café—¿Cada vez que te vas a Argentina te vas a estas horas?

—Sí, pero en lugar de ir en tren, tomo un vuelo hasta Madrid, es más rápido y cómodo—le explicó.

—¿Estás diciendo que estamos haciendo esto por mi culpa?

—No quería correr el riesgo de volar con vos hasta Madrid y que después no quisieras subirte al siguiente avión. Así que, una vez que subas, me queda la tranquilidad de que no te puedas bajar hasta que lleguemos.

—Siento dar tantas molestias…—le dedicó una sonrisa tensa.

—No es molestia. No me incomoda hacerte las cosas más fáciles, al contrario, me encanta—se terminó el café sin dejar de mirarla.

—Me estás malacostumbrando ¿Lo sabías? Cuando me vuelva insufrible no te quejes.

—Sos insufrible, eso lo supe desde el primer minuto, mi amor—agarró su mano para besarla—Y no sufro por ello. Ahora, debemos subir al tren, nos esperan tres horas de camino hasta Madrid.

Nada más comenzar el viaje, Álex se quedó dormida sobre el hombro de René. Él no era capaz de dormirse, sabía que el jet lag sería más duro si lo hacía. Disfrutó del paisaje desde la noche más cerrada hasta el amanecer, no mucho después de eso llegaron a Madrid.

—Álex…—le susurró al oído—Ya llegamos, tenés que despertar, mi amor—la besó en repetidas ocasiones y ella emitió un ruidito que a él le hizo gracia—Podés seguir durmiendo en el avión más tarde.

—Se me ha hecho corto el viaje—comentó mientras abría los ojos.

—¿Por qué será?—se burló—Ojalá tener ese don… Vamos, tenemos que bajar y llegar al aeropuerto.

Desde allí, subieron a un tren de cercanías que los dejaría en el aeropuerto. A esas horas había muchísima gente y alguno de los presentes, lo reconoció, por lo demás, todo fue muy bien. Después de los procedimientos oportunos para poder viajar, aún les sobraba tiempo antes de pasar el control de seguridad y dirigirse a la puerta de embarque.

—¿Tenés hambre?

—Ahora sí, la verdad. Pero no sé si será una buena idea que coma antes de meterme trece horas en un avión—a medida que se iba acercando la hora de volar, se estaba poniendo más nerviosa.

—En el avión dan de comer varias veces, pero no suele ser demasiado apetecible—le informó—Se te notan los nervios desde Sevilla, flaca. No hace falta que disimules. Tranquila, ya verás que no es para tanto ¿De verdad creés que yo te haría subir al avión si supiera que no es seguro?



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En el texto hay: redención, drama, amor

Editado: 21.09.2025

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