Una mañana muy temprano, Álex se despertó porque alguien irrumpió en su habitación y se sentó en su cama. Pensó que era René al principio, ella se había dado cuenta que ya no tenían demasiado tiempo para ellos dos últimamente, pero le sabía mal desairar a aquella familia que tan bien se estaba portando con ella. Esperando a que hiciera algo, finalmente abrió los ojos y se encontró con un rostro parecido al de él.
—Buen día ¿Te desperté?
—¿Tú que crees? ¿Pasa algo?—vio la hora en su móvil—No son ni las ocho aún…
—Álex, necesito que me hagas un favor… Es importante—le suplicó—¿Puedo contar con vos?
—Ya sabes que sí, Mía—se incorporó—¿Es algo malo? Te veo muy preocupada.
—Aún no sé, vine a descubrirlo… Pero no me atrevo a hacerlo sola ¿Me acompañás entonces?
—Claro. Dame unos minutos para cambiarme y vamos donde tú quieras.
—Eso no será necesario, sólo tenés que acompañarme al baño. Este es el mejor momento, mi mamá salió a caminar con las amigas y René aún duerme.
—¿Cómo que al baño?—Mía le mostró unas cuantas pruebas de embarazo que hacía días que había comprado—¿Qué? ¿Crees que estás…?
—Lleva sin bajarme dos meses… O es embarazo o es menopausia—le informó.
—¡Hala, qué exagerada! Eres muy joven para eso Mía, por Dios.
—Ya no soy una nena, la probabilidad es baja pero real Álex… ¿Qué decís? ¿Vamos?
—Por supuesto—las dos salieron sigilosamente hasta el baño y cerraron la puerta—¿No te parece que Martín debería estar aquí en mi lugar?
—No, no. Prefiero que estés vos, sos lo más parecido que tengo a una hermana—los ojos de Mía se llenaron de lágrimas—Y más ahora que andás con René.
—¿Cómo sabes tú eso?—ninguno le había contado nada.
—Mi mamá me dijo, pero, aunque no lo hubiera hecho, se les nota muchísimo, no paran de buscarse con la mirada… ¡Son tan lindos!
—Emm, vale, entonces, hagamos esto de una vez—Álex abrió la primera prueba de embarazo—¿Cómo va esto?
—Hacés pis y si sale una rayita es que no, si salen dos, es que sí. Es simple.
—Pues espero que tengas la vejiga llena… ¿Por qué has comprado tantos?
—Para estar segura.
La situación era bastante vergonzosa para Álex, a pesar de tener mucha confianza con Mía, verla hacer pis y tener que colocar los test sobre el lavabo, era otro nivel de intimidad.
—Aquí pone que hay que esperar unos minutos… ¿Qué hacemos mientras?
—Háblame de como vos y mi hermano terminaron juntos, por ejemplo…
—No hay mucho que explicar… Yo me negué a reconocer mis sentimientos durante años, pero luego él volvió y…lo revolvió todo a pesar de portarme muy mal con él… René estuvo para mí en todo momento, y por más que traté de alejarlo, por su bien más que nada, siempre terminaba volviendo a mí.
—Mi hermano es muy insistente con las cosas que le importan, y vos le importás muchísimo—Mía suspiró—Aún recuerdo cuando descubrí que estaba enamorado de vos, él lo negó, por supuesto. Me parece que lo tomó por sorpresa y no supo qué hacer—colocó las manos sobre los hombros de su amiga—No sabés lo feliz que me hace saber que lo amás tanto como él a vos… Al final yo tenía razón, jamás aceptaré a otra cuñada que no seas vos.
—¿Y si Rocco conoce a alguien, qué?—bromeó.
—Me refería a otra cuñada por parte de René, por supuesto—ambas sonrieron—Rocco aún no está en eso…creo—la alarma del teléfono las sobresaltó, había llegado el momento de salir de dudas—Míralo vos, yo no me atrevo.
—¿Seguro que quieres que sea yo?—Mía asintió—Vale, a ver…—Álex los miró todos uno por uno…y arrojaban el mismo resultado—Esto…Mía… No sé cómo decirte esto, pero… Me parece que tendrás que buscar un nombre más apropiado para tu menopausia porque…. ¡Estás embarazada!
—¿Es joda? ¿Cómo voy a estar embarazada?—empujó ligeramente a Álex para verlo con sus propios ojos—¡No puede ser!—se llevó una mano a la boca y se echó a llorar.
—No creo que tenga que explicarte cómo… ¿No lo habíais planeado?—esa no era la reacción que Álex esperaba.
—No. Nosotros nos cuidamos, me inyecto cada mes para eso… ¿Qué voy a hacer ahora? ¿Cómo le voy a explicar a Martín?—bajó la tapa del inodoro y se sentó.
—Mía, escúchame—se agachó y la obligó a mirarla—Martín te quiere por encima de todas las cosas, te va a apoyar. Él no te va a abandonar como hizo el padre de Matito ¿Vale?
—Donante—la corrigió—Ese tipo jamás fue el padre de nadie. Ya sé que Martín no es así, pero tengo miedo a que se repita la misma historia ¿Entendés?
—Claro que te entiendo, pero tienes que hacerlo. Este bebé es suyo también, tenéis que hablar Mía.
—Estoy aterrorizada Álex…
—Hagamos una cosa. Primero tranquilízate porque tienes una cara de pánico horrible, después ve y cuéntaselo a Martín. Cualquier cosa que pase, estamos aquí para ti ¿De acuerdo?
—Menos mal que estás vos acá…—se abrazó a ella—Gracias por ayudarme con esto, de verdad. Prométeme que no le vas a decir a nadie.
—No hace falta ni pedirlo, esto es asunto vuestro nada más—le sonrió para animarla—Venga, vamos a recoger todo esto antes que lo vea alguien.
Casi habían terminado cuando apareció René recién levantado pillándolas completamente desprevenidas.
—¿Qué hacés acá tan pronto, Mía?
—¿Es que no puedo venir a mi casa a la hora que quiera? ¿O tengo que sacar cita?
—Mía, tranquila…—Álex intentó calmarla—Vete y luego hablamos.
—¿Qué le pasa ahora a esta tarada?—preguntó René—No se le puede decir nada…
—René, déjala en paz, no es el momento ¿Vale?—sabía cómo se la gastaban esos dos, tenía que hacer algo para que la joven se fuera—Vamos, te acompaño—fue hasta la puerta de la calle para despedir a Mía—Avísame cuando se lo digas por favor.
—Ok, yo te digo—la abrazó de nuevo—¡Estoy muerta de miedo!
—No va a pasar nada, Martín te va a entender, ya lo verás. Suerte—cuando volvió dentro, se encontró con René, tenía algo en la mano—¡Mierda!—era uno de los test que se había caído al suelo y no habían tirado.