La redención de un alma #2 (2025)

CAPÍTULO 51

Álex estaba terminando de cortar unas fresas para añadírselas a la tarta, cuando escuchó la puerta de la calle y, segundos después apareció en la cocina.

—¡Mirá que eres cabezota! No hacía falta que vinieras, esto casi está.

—Uy, a mí sí me parece que hace falta…—se acercó a ella abrazándola por detrás y apoyando la cabeza sobre su hombro—¿Qué hacés?

—Terminando de cortar fresas—prefirió soltar el cuchillo, su cercanía estaba alterando su tranquilidad—¿Quieres una?—le ofreció dándose la vuelta hasta quedar frente a él.

—Si me la das vos, como voy a negarme—René puso una mano a cada lado de la encimera dejando a Álex atrapada entre ellos. La muchacha agarró una y justo cuando iba a llevarla a la boca masculina, se detuvo un momento para después pasearla muy lentamente por los labios de él, y terminar comiéndosela ella.

—Tenía que asegurarme que eran de buena calidad—se pasó la lengua por la boca—Lo son, te recomiendo que las pruebes, están deliciosas—sonrió coqueta.

—Por supuesto que pienso probarlas…—René repitió paso a paso lo mismo que había hecho ella—No están mal, pero les falta algo…—lentamente se acercó hasta los labios de Álex para devorarlos ávidamente—Así, mucho mejor… Pero te equivocaste en algo, flaca.

—¿Ah, sí? ¿En qué?—ese beso había incendiado a Álex en lo más profundo de su ser.

—No son ellas las que están deliciosas…—la sentó sobre la encimera de golpe—Vos sí que lo estás…y también mojada—pasó una mano desde su rodilla hasta su muslo—Por la lluvia.

—René…estamos jugando con fuego…—no podía concentrarse en nada más que no fuera en el contacto de su piel con la de él.

—Quizás ha llegado la hora de que nos quememos…—le separó las piernas y la tela de su vestido veraniego se subió ligeramente—Y si eso pasa…—su mano siguió ascendiendo hasta toparse con su ropa interior haciéndola jadear—Allá está la lluvia para que apague nuestro fuego…

—Dudo mucho que la lluvia sea la solución…—la estaba volviendo loca que jugueteara con su entrepierna.

Había llegado el momento que tanto habían evitado y anhelado al mismo tiempo. René buscó de nuevo su boca para devorarse mutuamente. La temperatura entre ellos aumentaba, y Álex se separó un instante para desabrocharle la camisa con premura. Una vez hecho, se dedicó a comerse a René con la mirada, no fue para nada disimulada y él, no tardó mucho en hacérselo saber.

—Me encanta que me mires así…—ella recorría con una mano su torso de arriba abajo.

—Así… ¿Cómo?—su rostro era el vivo retrato de la lujuria.

—Como si me quisieras comer…—le lamió el cuello con toda la parsimonia del mundo.

—Tal vez algún día lo haga…—lo amenazó.

—¿Esta noche por ejemplo?—Álex se rio sin saber por qué—Pero antes querida, seré yo quien te coma completita.

La besó rápidamente en los labios y ella lo perdió de vista cuando se agachó. La lengua de René recorría el interior de sus muslos haciendo que Álex no pudiera contener la excitación que le provocaba. Una vez llegó a la unión de los mismos, la levantó un segundo para deslizar su ropa interior hasta sus tobillos, y después se la guardó en el bolsillo.

—¿Qué…qué…estás haciendo?—el corazón le retumbaba con fuerza.

—Mi amor, la pregunta no es qué estoy haciendo, sino, qué voy a hacer—René besó su intimidad de la misma manera en la que solía besarla en la boca—Esto de acá, aún está más delicioso aún.

Álex iba a decir algo, pero la lengua de René era juguetona y sabía perfectamente cómo debía moverse para satisfacerla. A medida que el tiempo pasaba, el joven aceleró sus movimientos haciendo que finalmente la sevillana, se deshiciera en su boca, al mismo tiempo que clavaba sus uñas en sus hombros. Mientras Álex trataba de volver de su trance, René se puso de pie y se metió una fresa en la boca.

—Es una pena que nadie más pueda saber lo deliciosa que sabe la frutilla con tu esencia… ¿Querés probar?

Álex asintió y René se apropió de su boca para que pudiera saborearse a sí misma. Nunca había hecho algo así, ella en el sexo siempre había sido bastante tradicional. Pero tuvo que reconocer que probarse a sí misma le estaba gustando más de lo que alguna vez pudo pensar.

—Vení conmigo…—la levantó y la llevó en brazos hasta el patio. Los primeros truenos retumbaban sin cesar, la tormenta se estaba acercando.

—¡Estás loco! ¡Está diluviando René!—gritó para que pudiera escucharla.

—¿Ya no decís eso de que sólo es agua?—le preguntó con una seductora sonrisa en la cara—Dale, hacelo por los buenos tiempos…

Álex hacía rato que ya no era dueña de sí misma, la oleada de pasión y deseo se la había llevado por delante. Sólo lo quería a él…sólo lo necesitaba a él…

El patio no era muy grande ni tenía luz propia, pero con la de la cocina podían ver algo, también con los instantáneos relámpagos. René la apoyó contra la pared con cuidado de no hacerle daño, Álex lo envolvió con sus piernas mientras el joven tiraba de su escote para liberar sus pechos. Jugaba con ellos, los lamía, los besaba como si fuera la cosa más maravillosa que hubiera visto jamás.

—Por favor…—la escuchó suplicar—Por favor, René…



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En el texto hay: redención, drama, amor

Editado: 21.09.2025

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