Un par de días después, las cosas entre ellos seguían tensas. René trataba de acercarse a ella, pero Álex se portaba distante con él, aunque no desagradable. Sin saber qué hacer, René acudió a sus hermanos y les contó lo que estaba pasando, y como no, a Mía se le ocurrió un plan.
La joven fue a buscar a Álex, quiso tantear el terreno, y obviamente, ella la puso al día sobre el estado de su relación.
—No te podés rendir tan fácil, ustedes dos tienen que hablar e intentar entenderse. Sería una lástima que terminara una relación la linda como la suya.
—Lo sé, pero quizás sea lo mejor para René… Siempre lo fastidio todo sin querer… Quiero lo mejor para él, Mía—salió al patio que tan buenos recuerdos le traía…
—Lo mejor para mi hermano sos vos, tarada—fue tras ella y apoyó la barbilla en su hombro—Igual sería bueno que hablaran lejos de acá, en un ambiente más relajado, tomando algo…no sé.
—No es algo que me apetezca ahora mismo.
—¿Viniste desde España para encerrarte en casa de mi mamá?
—Hemos visto y visitado un montón de sitios, no sólo he estado aquí—se defendió.
—Se me ocurre algo. Si lo que querés evitar es estar a solas con René, mi hermano y yo los podemos acompañar. Salgamos esta noche, Rocco está libre, Martín sigue fuera y mi hijo se va a quedar a dormir donde un amigo. Creo que me merezco algo de diversión antes que me crezca la panza y no pueda ni moverme. Dale… Decime que sí…
—No sé, Mía… No quiero empeorar las cosas.
—Pero no pueden seguir así eternamente… Aceptá la salida de esta noche, pasémosla bien juntos, y si en algún momento te animás a hablar con René, Rocco y yo aplicamos la técnica Houdini, como vos has hecho muchas veces—se rio—Les va a hacer bien.
—¿Y si René no quiere?
—Cuando se trata de vos, mi hermanito siempre está dispuesto a cualquier cosa—le guiñó el ojo divertida—Nos vemos después ¿Ok?
Sabía que Mía tenía razón, las cosas no podían seguir así. Si todo esto hubiera ocurrido en España, podría haber desaparecido fácil. Pero la realidad era que estaba atrapada en un rincón de Argentina y no tenía escapatoria.
Álex tomó una decisión, si después de hablar con René las cosas empeoraban, buscaría el primer vuelo que encontrara para volver a casa y continuaría con sus planes tal y como tenía previsto desde hacía tiempo.
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Los tres hermanos junto a Álex fueron a cenar a un bonito lugar cerca del mar. La temperatura era agradable y el susurro de las olas hacía de aquel restaurante un sitio idílico.
A lo largo de la velada, Mía fue quién llevo la voz cantante en todo momento, y en complicidad con su hermano Rocco, se encargaban de rellenar sus copas con vino.
—Me parece que voy a dejar de beber, se me está trabando la lengua—comentó Álex.
—¿Y vos te declarás amante del vino?—preguntó René entre risas.
—Por supuesto que sí… Pero hasta un buen amante del vino sabe cuándo tiene que rendirse y dejarlo.
—Si eso sucede, es porque ese amante no es tan bueno como cree, o no es el vino adecuado…
—Oigan, muchachos—los interrumpió Rocco. Ellos también habían captado el doble sentido de sus palabras—Mía y yo estuvimos pensando en buscar algún lugar para ir en fin de año. Y de paso mi mamá pueda disfrutar en vez de esclavizarnos a todos ¿Qué les parece?
Estuvieron hablando durante los postres, habían conseguido neutralizar aquel amago de pelea entre la pareja. Después de la cena, se fueron a un bar de copas para tomar algo. Al llegar, consiguieron un hueco en la barra y pidieron sus bebidas. Rocco y Mía se alejaron de ellos sigilosamente para dejarlos solos. Estarían atentos por si tenían que volver a intervenir.
—Bonita encerrona—dijo Álex—Ni siquiera parece que esta salida está muy bien planeada.
—Mis hermanos sólo quieren ayudarnos, pero la discreción, no es lo suyo—sonrió—Te extraño, mi amor…—puso una mano sobre la de ella.
—Yo también… Odio estar así contigo. Y sí, ya sé que me contradigo a mí misma porque esta situación la provoqué yo… Tanto hacer la broma con que estoy loca y al final va a ser verdad…—ambos rieron—Me disculparía, pero me prohibiste que lo hiciera.
—Acepto que lo hagas, pero sin palabras…—la agarró de la cintura y buscó su boca desesperadamente—Disculpada de todo y por todo… Pero te pido de favor que no vuelvas a insinuar que vos y yo tenemos que terminar ¿Ok? Esas palabras me dolieron Álex, no te hacés idea de cuánto.
—Es lo último que quiero hacer—acarició su mejilla y René atrapó su mano sobre ella.
—¿Todo aclarado entonces?—Álex, en lugar de responder, se agarró de su cuello para besarlo—Lo tomaré como un sí.
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A lo lejos, Rocco y Mía lo estaban viendo todo. Parecía que las cosas iban por buen camino, deberían desaparecer pronto, su labor allí había terminado… O al menos eso creían hasta que el muchacho vio como una joven estaba a punto de arruinarlo todo.
—Mierda… Es Miranda—comentó Rocco.
—¿Y quién es esa tal Miranda?—no le hizo falta que le respondiera, esa chica se acercó hasta René y lo besó pillándolo desprevenido—¿Qué hace esa gata?—gritó Mía.