Desde ese día, Álex y René habían hablado mucho, pero no habían vuelto a tener ningún tipo de acercamiento físico. Ella le pidió tiempo y por supuesto que él estaba más que dispuesto a dárselo.
René la echaba mucho de menos en todos los sentidos. Extrañaba bromear con ella, sentir su contacto, su sonrisa, la forma en la que solía mirarlo y, sobre todo, dormir sin tenerla cerca. Desde que habían dejado de dormir juntos, apenas podía descansar bien. Algunas noches se había escapado a su habitación para verla y se quedaba allí unos minutos.
Para Álex también estaba siendo difícil. Le hubiera encantado obviar lo que pasó aquella noche y seguir como si nada. Pero sabía que tarde o temprano se lo echaría en cara sin querer, así que quiso tomarse las cosas con calma por una vez.
Una mañana bajó a la cocina y le sorprendió no encontrar a Valentina, ella siempre madrugaba. Y al parecer, René tampoco estaba, supuso que había salido a entrenar. Todo le estaba pareciendo demasiado raro, así que, siguiendo un impulso, se acercó a la habitación de la mujer.
—Valentina ¿Puedo pasar?—tocó a la puerta repetidas veces, pero nadie respondió—Voy a entrar ¿Vale?—abrió la puerta lentamente hasta que chocó con algo—¡Dios mío!—se agachó hasta el cuerpo que yacía inconsciente en el suelo—¡Valentina!—lo primero que hizo fue comprobar si tenía pulso, afortunadamente así era—¡Valentina, abre los ojos por favor! ¡No me hagas esto! ¡No, por favor, tú no…!—salió corriendo en busca de su teléfono para llamar a René, pero no respondió. Tras intentarlo varias veces sin éxito, llamó a Mía—Tienes que venir a casa de tu madre, ha pasado algo… ¡Ven rápido por favor!
La muchacha no tardó ni dos minutos en llegar. Cuando lo hizo, fue hasta la habitación de su madre, alertada por la voz de Álex, y la vio inconsciente.
—¿Qué le pasó a mi mamá? ¿Por qué esta tirada en el piso?—se agachó para poder tomarla de la mano—¿Qué está pasando?
—No lo sé, Mía…—se acercó para reconfortarla—Hay que llamar a una ambulancia, yo no lo he hecho porque no sé qué número es el de aquí, dímelo y yo me encargo. Por favor, tranquilízate, piensa en el bebé.
—¡Me pedís que me tranquilice cuando no sé si mi mamá se va a morir!—escupió con rabia presa de los nervios—Perdóname, no debí decirte eso…—le pasó el teléfono con el número de emergencias.
Álex llamó y les explicó todo lo que había pasado, y ellos le aseguraron que llegarían enseguida. Volvió a llamar a René, pero seguía sin contestar.
—¿Le hablaste a mis hermanos?
—A René, sí, varias veces, pero no responde. Y de Rocco no tengo el número.
—Álex… Yo no quiero que se muera mi mamá…—se echó a sus brazos desesperada.
—No se va a morir, Mía. Hay que ser positivos, Valentina es una mujer fuerte, con el carácter que tiene, no se va a dejar vencer, ya lo verás.
En ese momento llegó la ambulancia y los médicos decidieron llevársela inmediatamente al hospital. Valentina estaba muy grave.
Mía se fue con su madre en la ambulancia y Álex se quedó en casa a esperar a René para contarle todo lo que estaba sucediendo, pasase lo que pasase, no lo iba a dejar solo. Él adoraba a su madre, no tenía ni idea de cómo iba a tranquilizarlo cuando se enterara. Ella sabía perfectamente cómo se podría sentir, lo había vivido en carne propia con su madre. Sólo esperaba que el desenlace fuera totalmente diferente al de Gloria.
Media hora más tarde, René apareció en casa totalmente ajeno a la tragedia que estaba sufriendo su familia.
—Buen día—la saludó de buen humor—¿Y mi mamá?
—No está—se aclaró la garganta—Ve a ducharte y a cambiarte de ropa, tengo que hablar contigo. Es importante René.
—Si tan importante es, hablemos ahora—la observó detenidamente y automáticamente supo que algo iba mal.
—No, hazme caso, por favor—le suplicó—Intenta darte prisa.
—Está bien, no tardo—subió las escaleras rápidamente mientras Álex se sentó en el sillón con la cabeza entre sus piernas.
Un rato después, René bajó y se quedó frente a ella esperando a que comenzara a hablar.
—¿Me podés decir ya que es eso tan urgente que tengo que saber? Me llamaste un montón de veces, me dejé el celular acá.
—Ven, será mejor que te sientes—lo agarró de la mano y ambos se sentaron—Tengo que contarte algo, pero me tienes que prometer que lo vas a tomar con calma, René.
—Si me decís eso es porque es algo malo ¿No? ¿Qué pasó? Hablá—se estaba empezando a poner nervioso.
—Esta mañana cuando me levanté, bajé a buscar a tu madre a la cocina y me pareció raro no verla ahí, después fui a buscarla a su habitación y… La encontré inconsciente en el suelo y…
—¿Qué tiene mi mamá? ¿Dónde está?—se levantó de golpe y Álex fue tras él—¿Qué le pasó a mi mamá, Álex…?
—Está en el hospital, Mía se fue con ella… Según me ha dicho, a tu madre le dio un infarto, han conseguido estabilizarla, pero creen que tendrán que operarla pronto…
—Mi mamá siempre fue una mujer fuerte, sana… ¿Cómo es posible…?—se dejó caer sobre el sillón llorando desconsoladamente—Mi mamá no se puede morir…
—¡Claro que no!—de pie, lo abrazó enterrando su cara en el pecho de ella—Valentina se va a recuperar, tiene mucho por lo que vivir…—lo besó repetidamente en la cabeza mientras trataba de consolarlo—Ella sí lo va a lograr, tiene que hacerlo…—se agachó para poder acunar su rostro empapado—Todo va a salir bien, te lo juro…—le limpió las lágrimas con los dedos—He llamado a un taxi para que nos lleve al hospital, vamos.