La redención de un alma #2 (2025)

CAPÍTULO 59

—Me da mucha tristeza que te vayas…—Mía la abrazó llorando a lágrima viva.

—A mí también…—quiso mantenerse serena para no hacer de aquel momento, algo más agónico—Espero que este bebé nazca fuerte, sano y que os dé muchas alegrías—acarició el vientre aún plano de su amiga—Y por supuesto, que tú sigas siendo tan buen niño como has sido siempre—Matito sonreía con tristeza.

—Yo espero que vos y mi tío puedan arreglar lo que sea que les haya pasado. Buen viaje, Álex—fue él quien la abrazó primero.

—Gracias a todos vosotros, siempre—subió la maleta en el coche, para después sentarse junto a Martín. Se había ofrecido a llevarla a la estación, de ahí tomaría un autobús directo a Buenos Aires. Miró por última vez la casa de Valentina, sabía que René estaba ahí, aún mantenía la esperanza de que fuera a despedirla, pero no sucedió—¿Nos vamos?

—Por supuesto…—el coche arrancó y Álex nunca supo que René la vio irse desde su ventana.

Bastante rato después miró su móvil para ver cuánto faltaba para llegar a la estación, se le estaba haciendo demasiado largo.

—Martín, creo que por aquí no se va a la estación.

—Ya veo que te diste cuenta—sonrió sin apartar los ojos de la carretera—No vamos para allá, Álex.

—Entonces… ¿Dónde vamos?

—A Buenos Aires, por supuesto—le confirmó.

—¡Pero no hace falta! Son varias horas de camino y después tú tienes que volver y…

—No me importa. Es más seguro si yo te llevo, hay gente muy desubicada por allá.

—De verdad que no sé qué decir…

—¿Por qué no probás con un gracias? Suele funcionar.

—Muchas gracias y perdón por las molestias, vas a perder todo el día por mi culpa.

—A veces está bien hacer eso, han sido días muy intensos, yo también necesito tomar el aire fuera de Aguas Verdes ¿A qué hora sale tu avión?

—A las seis de la tarde.

—¿Y qué vas a hacer tantas horas de espera?

—No sé… Se suponía que en autobús iba a tardar más en llegar, quería curarme en salud…

—¿Te gustaría ver un poquito de la ciudad antes de irte?

—Me encantaría, pero no quiero entretenerte más… René me prometió que lo haríamos antes de volver… Pero dudo mucho que eso ocurra ya…

—Por mí está bien, no te preocupes… Entonces ¿Qué? ¿Te animás?

—Si insistes, sí… Me gustaría—sonrió, esta vez, de verdad.

En unas cuantas horas, Martín le mostró Plaza de Mayo, donde se encontraba la Casa Rosada, que según le explicó, era la sede del gobierno de la ciudad. Cerca se encontraba la Catedral Metropolitana y el Cabildo, aquel lugar estaba lleno de historia.

Después llegaron hasta la avenida 9 de Julio y el Obelisco. Ya por último, la llevó hasta el teatro Colón, aunque sólo pudieron verlo por fuera por falta de tiempo, pero mereció totalmente la pena, el exterior del teatro era digno de admirar.

Cuando terminaron su pequeño tour exprés, pasaron a comer algo y después se fueron para el aeropuerto. Martín se quedó con ella todo lo que pudo.

—Me parece que llegó la hora de despedirse.

—Gracias por todo Martín—lo besó en la mejilla—Ha sido un placer conocerte y disfrutar de tu compañía hoy.

—Lo mismo digo Álex… Que tengas un buen viaje y andá con cuidado.

—¡Lo intentaré!—bromeó—Cuídamelos a todos, y cuídate tú también.

Martín salía del aeropuerto con el móvil en la mano, estaba listo para confirmar el final de su cometido.

MARTÍN—Misión cumplida, está a punto de subir al avión.

RENÉ—Muchas gracias por cuidar de ella, te debo una, amigo.

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Si el vuelo de ida había sido movidito, el de vuelta estaba siendo aterrador. Hubo de todo, turbulencias, tormentas eléctricas, gente asustada gritando… Todo parecía una señal que le indicaba que nunca debió subir a ese avión, sin duda todo eso con René a su lado, hubiera sido más llevadero, e incluso, él se hubiera esforzado en hacerla reír para que no pasara miedo.

A las once y media de la mañana, hora española, estaba aterrizando en el aeropuerto de Madrid, y se prometió a sí misma no volver a subirse en un avión durante una larga temporada.

Una hora después, estaba comprando su billete de tren que la llevaría hasta Sevilla. Estaba agotada, no había conseguido dormir nada durante el vuelo y aún quedaban horas para que llegara la noche. El viaje en tren fue bastante más agradable, pero por temor a que le robaran, no pudo dormirse.

A las cuatro y media de la tarde estaba saliendo de la estación de trenes en busca de un taxi. Sevilla la recibía con una ola de frío polar y un cielo encapotado, nada que ver con el cálido clima de Argentina.

Tiempo después, por fin llegó a su casa. No hacía ni un mes que se había ido y parecía que había pasado una eternidad. Cuando entró, notó el calor de la chimenea, el casco sobre la mesa de la entrada indicaba que Pipe estaba allí, pero aún no lo había visto.



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En el texto hay: redención, drama, amor

Editado: 21.09.2025

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