Seis meses después…
Al aterrizar en Sevilla después de tanto tiempo, René no pudo evitar sentirse emocionado, había extrañado muchísimo la ciudad, y sobre todo la había echado de menos a ella. El taxi lo había llevado hasta la puerta de su casa, recordó que pronto debería mudarse, pero antes de eso tenía muchas cosas que hacer.
Había llegado de madrugada, así que le dio tiempo a recuperar unas cuantas horas de sueño antes de ir a buscar a Álex. Ya por la mañana puso rumbo hacia Coria, todo parecía ir bien hasta que llegó a la casa y vio que estaba distinta.
Había cambiado el color de la fachada, la puerta y las ventanas. También había obreros trabajando dentro, parecía que estaban haciendo reformas, pero ¿Con qué dinero?
A pesar de que la puerta estaba abierta, tocó al timbre para llamar su atención y así poder verla. Pero en lugar de eso, salió un señor de unos cincuenta años.
—Hola—lo saludó—¿En qué puedo ayudarte?
—Buen día ¿Álex está por acá?—miró hacia el interior de la vivienda por si la veía.
—¿Quién es Álex?—el señor no estaba entendiendo nada.
—La dueña de la casa—algo le estaba oliendo mal.
—¡Ah, sí! Había olvidado su nombre… Pero ella ya no es la dueña, me la vendió hace más de seis meses.
—¿Cómo? Eso es imposible, ella nunca se desharía de la casa donde nació.
—Pues siento decirte que así fue. Es una muchacha encantadora, llegamos enseguida a un acuerdo. Creo que tenía prisa por vender y la verdad, aproveché la oportunidad.
—Y por casualidad, usted no sabrá donde la podría encontrar ¿Verdad?
—Lo siento, no tengo ni idea. De hecho, a ella sólo la he visto una vez, todas las gestiones las realizó a través de su hermano porque estaba fuera del país según me dijo él.
—Entiendo… Muchas gracias por la información, que tenga un buen día—René caminó despacio hacia su coche. Si Álex ya no vivía ahí… ¿Dónde se habría metido?
Descartó la idea de ir a buscarla a casa de Juanmi y su familia, ellos hacía meses que se habían mudado a Madrid. Entonces pensó en Bea y Toni, tenía que estar con ellos, seguro.
Condujo hasta la casa de sus amigos con la excusa de conocer a Marcos, el hijo que acababan de tener. Al abrir la puerta, Toni se sorprendió al ver a su amigo del alma allí.
—¿Pero qué haces tú aquí? ¿Cuándo has vuelto?—lo saludó efusivamente.
—Llegué hace unas horas y me vine para acá para saludarlos y conocer al nuevo miembro de la familia, obvio.
—¡Hola!—Manu llegó hasta la puerta.
—¡Hola! Estás gigante vos—se agachó para que el pequeño, que ya tenía dos años, lo pudiera saludar.
—¿Queres ver bebé?—le dijo sin perder la sonrisa.
—Sí, claro—el niño lo llevó de la mano. A René le hacía gracia su forma de expresarse siendo tan pequeño.
—¡Mira mami! Un hombre…—enseguida soltó su mano para ir a sentarse junto a su madre.
—Dichosos los ojos que te ven…—Bea estaba con su bebé en brazos—Yo pensaba que ya no volvías.
—¿Cómo no iba a volver? Tengo muchas razones para hacerlo—se agachó para saludarla—Está muy lindo tu bebé ¡Felicitaciones a los dos!—sonrió—Este también salió tan hermoso como su mamá… ¡Menos mal!—le encantaba hacer rabiar a Toni.
—El día que tengas hijos, me voy a vengar…—Toni le dio un puñetazo cariñoso en el brazo.
—Yo feliz, ojalá tengas que hacerlo…—sonrió con tristeza—Yo venía, aparte de a verlos y conocer a su bebé, a preguntar si saben algo de Álex—la pareja se miró entre ellos sin decir nada—Eso es que sí saben… Acabo de regresar de su casa y me he llevado la sorpresa de que ya no es más suya.
—Álex vendió la casa al poco tiempo de volver—explicó Bea—Ella decidió marcharse a otro lugar, quería empezar de cero.
—Entiendo…—respondió desanimado, él era en gran parte responsable de eso—¿Me podés decir dónde está? Necesito hablar con ella, es importante.
—René, no sabemos dónde está—añadió Toni.
—¿No será más bien que no me quieren decir? Ya nos conocemos Bea, vos tenés que saberlo.
—Te juro por mis hijos que no lo sabemos, René—al escucharla, la creyó—Nadie sabe dónde está, ni nosotros, ni Juanmi, ni siquiera sus hermanos. Hablamos a menudo con ella, y dice que está bien… Y creo que, por primera vez en su vida, es verdad. La noto distinta, muy tranquila, sin duda parece que este tiempo lejos de todo, le ha sentado bien.
—¿No ha venido para acá? ¿Ni siquiera para conocer al bebé?
—No… Me dijo que vendría pronto, pero no sé cuándo será eso… ¿Quieres que le diga que la estás buscando?
—Mejor no, si lo sabe, es capaz de no venir nunca. No le cuentes nada, por favor.
—Está bien, como quieras… ¿Quieres quedarte a comer?
—No gracias, será mejor que me vaya…—se levantó como si le costara trabajo hacerlo—Lo único que les pediría es que me avisen cuando venga ¿Puede ser?
—Cuenta con eso—su amigo lo despidió en la puerta y René volvió a su casa totalmente destrozado.