La Regente (petrova)

Capítulo II

  CAPITULO II


 

Elektra se apresuró a entrar a la mansión, procurando estirar su vestido, aunque sabía que no había nada que pudiese hacer por él, las manchas de agua de los esparcidores y la tierra del suelo de las caballerizas habían dejado grandes manchas en él; pero eso solo ocupaba un segundo lugar en su mente, no podía apartar el pensamiento de lo que acababa de ocurrir, aún podía sentir los labios de Tai recorriendo los suyos, su cuello, su clavícula, sus manos deslizándose por su cuerpo; se estremeció cuando el pensamiento se volvió demasiado nítido, y ocultó su rostro enrojecido con su cabello mientras pasaba frente a varios de los decoradores que estaban terminando de adornar el salón de fiestas.

Para cuando llegó a la larga mesa del comedor, sus padres ya la estaban esperando, Viktor encabezaba la mesa en la parte más alejada y su madre estaba a su derecha como de costumbre. Elektra tomó asiento a la izquierda de su padre sin levantar la cabeza.

-¡Por el cielo! – Exclamó Katya al ver a su hija - ¿Qué te he dicho sobre llegar a la mesa de esa manera?

Elektra suspiró, no era la primera vez que su madre le llamaba la atención por llegar toda sucia al comedor, es lo que sucedía la mayor parte del tiempo, ya que ella adoraba cabalgar o entrenar en las mañanas, pero esta vez la razón era otra.

Katya, una mujer de unos cuarenta y seis años, alta y delgada, con los mismos ojos y el mismo cabello de Elektra, miró a su hija con reprobación.

-Será mejor que subas ahora mismo y te cambies.

-No, Katya, déjala – Pidió su padre para el asombro de ambas – Hay asuntos más importantes que tratar.

La mujer pareció sorprenderse por la interrupción de su esposo, pero asintió sin decir palabra. Viktor en cambio, observó fijamente a su hija, como si estuviese detallando cada uno de sus movimientos, Elektra enrojeció cuando la mirada de su padre se clavó en sus labios, que aún sentía hinchados y enrojecidos.

-¿Dónde has estado? – Inquirió enarcando una ceja.

Elektra se movió incomoda en su silla, no se le daba muy bien mentir, al menos no cuando le hacían una pregunta directa; tragó tratando de recobrar la compostura y optó por decir la verdad a medias.

-Estuve en las caballerizas – Replicó suavemente tratando de mantener un mismo tono de voz – Ayudé a Tai a ensillar alguno de los caballos.

Los labios de Viktor se tensaron al escuchar la mentira en la voz de su hija; bajó la mirada a sus brazos donde Elektra jugaba con una especie de brazalete que nunca antes había visto.

-Lindo brazalete – Murmuró señalándolo con la mirada – Hecho de metal, por lo que veo.

Elektra bajó las manos de la mesa ocultándolas bajo el mantel.

-Un regalo – Murmuró en tono quedo.

Viktor se tensó, pero no dijo nada más al respecto, en cambio, tomó la mano de Katya y la apretó suavemente mientras cambiaba su postura; alzó la mano libre y tomó un sorbo de vino de su copa de cristal tallada.

-Tu madre y yo tenemos una noticia muy importante que darte – Comenzó irguiéndose en su silla de madera – Como sabrás, dieciséis años es una edad muy importante, esa fue la misma edad en la que tu madre y yo contrajimos nupcias.

Elektra alzó la mirada por primera vez con el ceño fruncido, sin saber muy bien a dónde se dirigía la conversación.

-Un poco jóvenes ¿No? – Inquirió tratando de relajar el ambiente, pero su padre apenas lo notó.

-Hemos estado trabajando arduamente durante toda esta semana para tu cumpleaños – Prosiguió – Tu madre ha estado bastante ocupada haciendo que todo esté perfecto para este gran día.

Katya sonrió complacida y apretó la mano de su esposo.

-Mis dieciséis años fueron el momento en el que me convertí en una mujer – Dijo sin soltar la mano de su esposo – Cuando mis padres me dijeron que habían arreglado mi matrimonio, tengo que confesar que me asusté, pero después de ver a tu padre, supongo que fue amor a primera vista, lo amé enseguida, y lo he amado desde entonces.

Elektra se irguió en la silla tensamente, tratando de no perder el hilo de la conversación, mientras su corazón latía desbocado en su pecho; tenía que haber algún error, debía estar confundiendo lo que sus padres estaban tratando de decir, porque nada de eso tenía sentido.

-Tendremos emisarios de las dos Repúblicas bajo nuestro techo esta noche – Anunció Viktor, pero Elektra no era capaz de concentrarse en lo que estaba diciendo – Hemos organizado todo para este día tan especial, las dos familias más importantes del mundo, después de la nuestra por supuesto, estarán presentes en la celebración, así como también lo estarán sus hijos mayores.

-¿Hijos? – Repitió Elektra con un hilo de voz mientras todo su cuerpo temblaba.

-Stephen y Amín – Explicó Katya – Dos jóvenes de lo más adorables, guapos y poderosos, estoy segura de que alguno de los dos será de tu agrado.

-De mi agrado... - Repitió confundida – Creo que no estoy entendiendo, madre.

La voz de Elektra se había alzado una octava mientras los nervios la consumían.




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