CAPITULO V
Viktor tenía a cientos de guardias patrullando las zonas adyacentes a la ciudad, el bosque era inmenso, y para alguien que no conociera la zona, perderse sería lo más fácil. Contaba con que solo le tomara un par de días a la milicia rastrear a Elektra, le había tocado disculparse con los regentes por la ausencia de su hija, además de prometerles que avisaría apenas tomara una decisión acerca de con quién deseaba casarse; había logrado convencer a sus invitados de que su hija había tenido un accidente esa noche y se encontraba indispuesta y los había despedido a todos esa misma mañana. Encontrarla ahora se había convertido en su principal objetivo, su plan entero dependía de ella, incluso aunque no lo supiera, necesitaba cerrar la alianza matrimonial lo más pronto posible, el doctor Tannis llevaba años tratando de perfeccionar el invento que Viktor le había encomendado, pero de nada le serviría si su hija seguía desaparecida, ella era la clave principal de todo.
***
Elektra caminaba entre los dos chicos sin saber muy bien cómo había terminado en aquella posición; Mika se había referido a Noah como su hermano, pero ahora que los detallaba mejor, tenía que admitir que no se parecían en nada. Mika era un chico dulce, alto y delgado, pero podía ver su cuerpo bien definido a través de su ropa, parecía bastante relajado y había algo en su mirada penetrante que te hacía sentir cómoda, como si nada pudiese pasarte. Noah por su parte era temperamental, podía pasar de arrogante y engreído, a bromista de un momento al otro, aunque su parte engreída prevalecía sobre la bromista; era alto, aunque no tanto como Mika, y su cuerpo estaba mejor definido, sus brazos fuertes salían por debajo de su camisa sin mangas y habían cientos de cicatrices en ellos. Elektra lo contempló absorta, tratando de encontrar algo que lo asemejara al dulce Mika.
-¿Disfrutando de la vista?
Elektra levantó la mirada para encontrarse con el rostro arrogante de Noah justo frente a ella, la había atrapado mirándolo; sintió el intenso rubor subiendo por todo su rostro y apartó la mirada.
Mika suspiró deseando que su hermano tuviese un poco más de tacto.
-Ignóralo – Le dijo a Elektra – Cree que todas las mujeres de la República mueren por él.
-No lo creo, lo sé, hermanito.
Mika tomó a Elektra del brazo, para sorpresa de ella, mientras continuaban caminando.
-¿Exactamente qué hacías sola en el bosque? – Preguntó en tono conversacional.
Elektra apretó los labios, algo le decía que decir la verdad sería contraproducente en este caso; no sabía quiénes eran, ni por qué la estaban ayudando, aunque lo agradecía, pero eso no era suficiente como para decidir confiar en ellos.
-Supongo que estaba perdida – Dijo.
Mika sintió la verdad y la mentira camuflada dentro de aquella respuesta, pero prefirió ignorarla, tenía intención de darle a la chica su espacio, después de todo no podía exigirle que confiara en ellos de la noche a la mañana.
-¿A qué aldea perteneces? – Insistió.
Elektra lo miró confundida por lo que parecía la octava vez ese día; no sabía a qué se refería cuando hablaba de aldeas, ella nunca había escucha hablar sobre eso, toda su vida había transcurrido dentro de las murallas de la ciudad de Petrova. Arriesgándose a arruinarlo todo y dejarse al descubierto, decidió responder con una verdad absoluta.
-Pertenezco a Petrova.
Mika sonrió como si aquello fuese un chiste.
-Supongo que todos pertenecemos de una u otra forma a Petrova – Coincidió – Nuestra aldea está a unos cuantos kilómetros de distancia, tal vez lleguemos mañana al caer la noche, creo que te gustará. Puedes quedarte en nuestra casa hasta que desees marcharte.
Elektra escuchó el bufido de descontento de Noah a unos pasos por delante de ellos.
-Realmente no quiero ser una carga, agradezco mucho lo que estás haciendo por mí – Replicó utilizando deliberadamente el singular – Solo necesito un lugar para pasar la noche y seguiré con mi camino.
Mika asintió un tanto decepcionado pero no quiso insistir, había algo en aquella chica que había llamado su atención, tal vez era el aspecto frágil que tenía, o eran aquellos intensos ojos verdes que le devolvían la mirada y parecían clavársete en el alma; realmente no estaba seguro, pero sabía que sus caminos se habían cruzado por una razón, él era un fiel creyente del destino.
-Si terminaron con la charla – Interrumpió Noah – Me gustaría saber cómo vamos a explicar en la aldea que hayamos llegado sin el ciervo.
Mika le sonrió y se encogió de hombros con su aire apaciguador.
-No encontramos al ciervo, cierto, pero en cambio salvamos la vida de alguien, ¿No te parece eso una buena recompensa?
Noah sonrió irónicamente a su hermano.
-Estoy seguro de que la milicia armará una fiesta por la gran labor que hemos hecho cuando vengan pidiendo los tributos, que NO tenemos.
-Aún tenemos tiempo, la milicia no irá a la aldea hasta dentro de siete días, podemos conseguir algo más.
Noah se detuvo en seco y plantó cara a su hermano, a pesar de que Mika lo sobrepasaba por unos cuantos centímetros, la postura de su hermano era intimidante.