La Regente (petrova)

Capítulo XVIII

CAPITULO XVIII

 

  Noah contempló a la chica sin poder creer sus palabras, debía estar mintiendo, él la conocía, o al menos eso era lo que se repetía una y otra vez en la cabeza mientras no dejaba de negar.

  —No... no... 

  El chico ni siquiera se daba cuenta de que estaba hablando en voz alta hasta que Mika posó la mano sobre su hombro. Giró la mirada para contemplar a su hermano, para pedirle en silencio que le dijera que todo era mentira, sólo él podía aclararlo todo; pero la mirada de Mika no le daba el consuelo que pedía, su rostro permanecía estoico y podía sentir la punzada de traición latiendo en sus ojos.

  —Noah... — La voz de Elektra se partió en miles de pedazos cuando se encontró con la mirada dolida del chico; había querido decirle todo en el bosque antes de llegar a la aldea, lo había intentado; pero esa mirada era lo que más temía, el descubrir que la verdad la había hecho perderlo todo nuevamente — Mika... — Replicó en su dirección, necesitaba que le creyese, que viese la verdad en sus ojos como siempre lo había hecho, pero el chico negó con la cabeza sin decir una sola palabra y Elektra supo que estaba todo perdido; cerró los ojos brevemente encomendándose al destino, a los dioses, a la tierra, el aire y sus montañas — Lo siento...

  El Gobernador había soltado a Irina y contemplaba incrédulo la escena mientras las palabras de la chica se reproducían una y otra vez en su cabeza. La hija de Petrova, tenían frente a ellos en carne y hueso a la hija del hombre que los había esclavizado, torturado y asesinado sin remordimiento.

  —¡Tienen que entregarla! — Gritó Irina rompiendo finalmente el silencio — ¡Es una de ellos! La milicia la está buscando, están dispuestos a hacer lo que sea por encontrarla; es nuestra oportunidad.

  Elektra la contempló sin decir una palabra; no la conocía lo suficiente, pero sabía que la odiaba, lo había hecho desde el primer instante en el que la había visto besando a Noah en el rio; Irina no descansaría hasta verla acabada y lejos de la aldea.

  —No.

  Esta vez había sido el Gobernador el que había hablado, e Irina lo contempló como si viese a un completo extraño en lugar del hombre al que conocía.

  —No la entregaremos a la milicia — Declaró firmemente con la autoridad que el título de Gobernador le concedía — No lo haremos.

  —Pero Gobernador... — Insistió la chica sin creerlo — Los tributos y los juegos están por llegar, si la entregamos quizás la milicia...

  —He dicho que no — Interrumpió con autoridad — La milicia la está buscando por una razón, ella es importante para el Maestre; y hasta que no descubramos por qué la quieren, no tomaremos ninguna decisión. Es su hija, tenemos en nuestras manos a la hija de Viktor Petrova, es la única ventaja con la que contamos; ahora tenemos que descubrir qué hay tan importante en ella, el Maestre la quiere de vuelta por una razón, y si todo lo que nos ha contado es cierto, esa razón debe ser muy importante.

  —¿Qué harán con ella? — Inquirió Noah, sin darle la mirada a Elektra, concentrado únicamente en el Gobernador — ¿Qué le harán?

  El hombre se giró en su dirección, su rostro permanecía apacible, pero Elektra sabía que debía temer; fuese cual fuese el don de aquel hombre, Mika le temía.

  —Esa información solo le compete a la Hermandad, Noah — Replicó tajante — Supongo que entenderás que es lo mejor.

  —Ella es nuestra responsabilidad — Espetó dando un paso hacia delante — Mika y yo la trajimos a esta aldea.

  —Y ha quedado claro la falta de juicio con la cual actuaron.

  —No puedes hacer esto.

  Noah estaba dispuesto a enfrentarse a toda la Hermandad si hacía falta, la sangre hervía en sus venas; era consciente de la traición de la chica, pero aun así se sentía responsable por ella, no podía permitir que nadie la lastimara; sin embargo, Mika lo detuvo.

  —Déjalo.

  —Mika...

  —Es lo mejor.

  Noah lo miró incrédulo; Mika era el leal, el pacífico, sabía muy bien de lo que era capaz el Gobernador, no podía dejarla en manos de él.

  —Mika, sabes lo que le harán... — Insistió, tomándolo por los hombros —No puedes permitirlo.

  —Es la hija de Viktor Petrova, Noah. Esto le corresponde a la Hermandad, no a ti.

  Noah dio un paso atrás sin reconocer a su hermano, la figura frente a él, que lucía como Mika, hablaba como Mika y vestía como Mika, no podía ser su hermano. Miró la cara asustada de Elektra en el centro de la plaza, nadie se había acercado aún a ella.

  —Entonces solicito el acojo de la Hermandad de Hierro — Replicó con fuerza en dirección al Gobernador — Me encomiendo a la soberanía de la Hermandad, a sus principios y leyes. Yo, Noah Evan Karris — Pronunció con voz firme sin apartar los ojos del hombre, mientras dejaba al descubierto su tatuaje con el número de identificación — 3478, reclamo mi derecho legítimo como cazador, e hijo de Bastian Karris, de ingresar a la Hermandad.

  —¡Noah! — Advirtió Mika, y Elektra lo contempló sin comprender qué era lo que sucedía, por qué todos lo observaban de esa manera, con la alarma grabada en sus ojos — No lo hagas...




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.