CAPITULO XXIV
Los rayos del sol golpearon contra los párpados cerrados de Elektra. La chica se giró en la cama cubriendo su rostro con la cobija. No quería despertar, no quería abrir los ojos y enfrentarse nuevamente a la realidad, estaba cansada de perder, de llorar, de sentir que todo se venía abajo. Había perdido su norte, su verdadero objetivo; había llegado a encariñarse tanto con aquella aldea, con sus habitantes, con Mika... con Noah... se había acostumbrado tan rápido a su nueva vida, que había olvidado lo que la había llevado hasta ese lugar. Y ahora que todos esos recuerdos volvían a su cabeza y se mezclaban con el resto, sentía que era un peso demasiado grande, demasiado asfixiante.
Se había olvidado de Tai, de la única persona que la había conocido realmente, que la había amado por quien era, sin importar su apellido, sin importar su familia; y ella había traicionado su memoria enamorándose de alguien más; dejándose llevar por palabras vacías, por momentos robados. Pensó en Noah y en cuánto odiaba quererlo; también pensó en Mika, en sus palabras, sus gestos; él había ignorado la verdad que escondían sus ojos porque sabía que eso la hacía feliz, porque era una verdad que ni ella misma había estado dispuesta a admitir; y se odió, se odió y se maldijo por no haberlo querido a él, por no haberse enamorado de Mika, por haber dejado que su vida se complicara, por haber ido en contra de sus padres aquella noche, por haber escapado. Pensó en cómo sería su vida si ignorase todo lo que ahora conocía, si hubiese hecho lo que su padre le exigía y se hubiese casado con alguno de los regentes de las otras República.
"La verdad nos hace libres" se dijo con acritud "Pero a veces la ignorancia es una bendición"
—¿Eli?
La voz de Mika la trajo de vuelta al presente, a la realidad. La chica se acostó boca arriba en la cama, respiró profundamente y destapó su rostro.
—¿Cómo te sientes?
Elektra pensó en su pregunta, sopesando detenidamente su respuesta. ¿Cómo se sentía? ¿Cómo se sentía después de haber tenido su corazón roto una vez más, después de casi haberse muerto del frío en la orilla del río?
—Como una estúpida — Admitió con un bufido.
Mika no sabía muy bien cómo responder a eso. Había pasado el resto de la noche, y la mitad de la mañana, sentado frente a su cama, viéndola dormir, intentando encontrar esa conexión que había tenido con ella en sueños hacía varias noches atrás; pero Elektra había dormido profundamente, sin sueños ni pesadillas que la atormentaran.
—Nadie te está juzgando — Intentó calmarla.
—Conmigo es suficiente, Mika.
El chico resopló suavemente poniéndose de pie y acercándose a la cama, la contempló por un segundo y se sentó a su lado.
—Todos cometemos errores — Sentenció — Todos nos equivocamos en algún momento; caemos y no nos queda otra opción más que levantarnos. No pretendo saber lo que sucedió anoche — Dijo lentamente sin darle la cara — Y tampoco quiero saberlo; pero sea lo que sea, sé que puedes levantarte de esto. Has visto toda tu vida caerse a tus pies, en una sola noche perdiste al chico que querías, a tu padre, a tu madre, tus amigos... perdiste toda una vida; y aun así te levantaste, no te dejaste vencer, luchaste contra lo que te hicieron y venciste. La vida está llena de baches, Eli, pero eso no quiere decir que el camino no continúe.
Elektra se encogió en la cama ante las palabras de Mika, sabía que su don le permitía conocer lo que sentía, lo que escondía de los demás; sabía que había sido igual con lo que sentía por Noah, estaba segura de que Mika lo sabía, que podía verlo en sus ojos, y sin embargo, nunca se dio por vencido, no calló lo que sentía y se escondió tras un escudo para evitar ser lastimado; se enfrentó a sus demonios y los miró directamente a los ojos.
Giró la mirada, contempló sus dulces ojos azules y sonrió.
—¿Por qué no me enamoré de ti? — Susurró tristemente.
—El amor viene en distintos envases y tendemos a ponerles etiquetas, cuando en realidad, siempre es el mismo.
La chica respiró hondamente y se sentó en la cama; le dedicó una sincera sonrisa a Mika y lo abrazó. Lo abrazó con fuerza infundiendo en aquel gesto todo lo que sentía por él, incluso aunque sintiera que no era suficiente.
—Vamos — Dijo el chico, separándose finalmente de ella — Debes estar muerta de hambre. Marko está en la fábrica esperando a los demás miembros de la Hermandad que se encuentran en la aldea; en una hora será la votación.
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Terminaron de almorzar y Mika se despidió de ella, tenía que reunirse con el resto de la Hermandad para finiquitar los votos esa misma tarde. Elektra se dio un largo baño con agua caliente, intentando recobrar parte del calor que había perdido la noche anterior. Se prometió que no pensaría en Noah, que no pensaría en lo que le había dicho; así que pasó horas entreteniéndose en la cocina; arreglando la cama, viendo las fotos que Marko tenía en la habitación. Intentó desesperadamente encontrar alguna cosa que la mantuviese ocupada; pero pronto se vio completamente sola sin nada que hacer.
Salió de la casa y comenzó a recorrer la aldea, caminando por las calles que no conocía, viendo las diversas casas, algunas eran las que había visitado con Mika, otras le resultaban vagamente familiares, mientras que otras completamente desconocidas.