La reina

Capítulo 3

El murmullo de todo el consejo se escuchaba en aquella habitación, mientras ella analizaba uno por uno a los presentes, su mirada chico con la de Marín, a lo que en sus ojos pudo ver la sonrisa bailar por su triunfo

—Su majestad —dijo Stefano uno de los más leales a su padre —ya tenemos mucho rato, hablando sobre este tema hay que tomar una decisión sobre el puesto de Marín

—Su majestad —dijo otro —. Creo que hablo por la gran mayoría, no podemos hacer eso Marín lleva muchos años ayudando a crecer Lingrich, nadie tiene la sabiduría tanto como la tiene el.

Se echo los de los presentes pero todos se contradecían, ella solo los miraba sin articular palabras alguna, analizando que era lo que mejor le convenía, no podía romper la estabilidad que ahora tenía su reino, ahora sabía perfectamente que si despedida a Marín sin una argumento válido el consejo mismo se le vendría en sima, por ahora haría lo que ellos querian, pero las cosas no quedarían así, ella buscaría la forma de eliminar a todos los que pondrían atentar contra su vida o la de su hijo

—Bien —los miro —, el ministro Marín seguirá en sus funciones, ahora hay que hablar sobre nuevos cambios que haré sobre el pueblo

—A que se refiere su majestad

—A los cambios que se harán para hacer a Lingrich, el mejor de los tres reino —afirmo —. Nuestra gente, cada vez está en la miseria; mientras nosotros nos regocijamos de alimentos, agua, riquezas, nuestra gente aya afuera —señala los muros del castillo —muere lentamente por un plato de comida, roba hasta es capaz de asesinar por un trozo de pan, todos estoy años e visto a mi gente caer por hambre

—Pero majestad, en este momento estamos en crisis —sus ojos se dirigen a Marín —, estamos sobre poblados, y cada vez se hace más difícil, más a hora que se a roto la alianza con el reino de Apolonia, ahora que el rey Elias está muy enfermo y no creo que el rey Sandro quiera ayudarnos

—Eso es algo que yo resolveré con el rey —exclamo —; ese es un asunto que solo nos compete al rey y a mi

—Majestad —dijo Stefano —, si me permite, creo que lo más conveniente es una unión más profundo

—¿Que quieras decir con eso Stefano? —cuestiono temiendo la respuesta

—Digo que sería más estabilidad para el reino, una unión por parentesco —Anastasia cerró los ojos como si, así no pudiera escuchar sus palabras —, el príncipe Sandro es soltero y la princesa Margaret, acabo de cumplir la edad ideal para casarse

—¡No! —alzo la voz —; nunca permitiría algo así, y mucho menos lo aceptaría el rey Sandro, yo hablaré con el y resolveré este asunto

—¿Y que hay sobre el heredero de Lingrich? —pregunto Marín

—¿Que tiene que ver eso en estos momentos? —le cuestiono —, apenas e tomado el trono, ¿Y ya quieres poner a alguien más?

—No majestad yo sería incapaz, pero a llegado rumores sobre que ayer tuvo que visitarla el médico real —el se trago una sonrisa —, y no queremos que el reino se destabilice al no tener un heredero

—Gracias por preocuparse, pero yo me encuentro en perfectas condiciones —los miro a todos —; y no hay necesidad, dado el caso de que me llegará a pasar algo no dejaré desprotegido el trono, dejaré a un o a una digna sucesora

Ella se levantó al notar que ninguno objeción sobre sus palabras, dando por terminada aquella reunión, su dama de compañía la esperaba en la puerta, camino sin mirar a nadie hasta sus aposento, cuando entraron solo la reina y Meredith ella le dijo:

—Ayúdame a cambiarme, y que le avisen al cochero que prepare mi cabello ire al reino de Apolonia

—Si su majestad —con una reverencia, hizo llegar su mensaje.

Con la ayuda de Meredith, cambio sus vestimenta por un vestido azul cielo, más sencillo y como sobre su cabello un sombrero con un velo que cubría su identidad, caminando hasta el caballo, que lo esperaba, con delicadeza monto sobre su caballo mientras veía a sus hombres atrás de ella, durante el trayecto fue sumida en sus pensamientos, sin decir palabra alguna, al deslumbrar los muros del castillo los guardias los detuvieron

—Alto hay —dijo el guardia —, no puede pasar

—¡Insolente! —alzo la voz un guardia desmontando su caballo —¿Cómo te atreves a interrumpir el camino?

Anastasia levantó la mano para hacer callar a su guardia, desmontó su caballo, quedando a la altura del guardia que impedía su paso, subió las manos hasta su rostro apartando las cortinas del velo, para que pudiera reconocerla

—¡Su majestad! —dijo aquel hombre asombrado, mientras hacia una reverencia —. Lo siento, pero tengo que notificar al rey que está aquí, para que usted pueda pasar

Aquel hombre entro para notificar la llegada de ella al castillo, llegó hasta su rey que se encontraba con un ministro, resolviendo unos asuntos sobre las condiciones del reino

—¡Su majestad! —dijo el guardia haciendo una reverencia

—¿Que ocurre Demon? —cuestiono al verlo llegar algo agitado

—La reina está a las afueras del castillo —soltó sin más agarrando por sorpresa a Sandro —, solicita entrar al castillo

Sandro estaba confundido, no sabía a qué había venido Anastasia hasta su reino, y más aún después de todo lo paso el día anterior en su despacho, pero sabía que tenía que averiguarlo, anteriormente hubiera jurado conocerla, pero tras la muerte de su hermano y la repentina muerte de Cleo, se había vuelto un ser tan frío y calculador, que se preguntaba ¿La había conocido bien?, Tal vez esta era la verdad Anastasia y solo mostró la faceta que ella quería que conocieran, ¿O a casó era verdad aquel mito que rondaba sobre su reino?.

—Hazla pasar Demon —dijo para luego despedir a su ministro

El sonido de sus tacones resonar en el mármol le avisaron su llegada, el estaba dándole la espaldas a ella, con los brazos cruzados atrás, lentamente volteó a verla

—Anastacia, que gusto —dijo con una gran sonrisa —, dime ¿A qué debo tu visita?

—Hola Sandro —el vio su rostro y la linda sonrisa que antes tenía ya no estaba —, vengo solicitando tu ayuda




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