—Por mi reino estoy dispuesta a todo… —afirmo —; pero jamás, escúchame bien, jamás lo haré si mi dignidad está en juego
Sandro solo sonrió antes de acabar con la distancia que los unía besando sus labios, aquellos labios que sabía a gloria al igual que el sabor de lo prohibido, paso su lengua por aquellos carnosos labios delineado los, pero ella no correspondió a sus besos, simplemente dejo que el la besara, cuando el se alejo de ella, sintió enojo al verla sin ningún rastro de emoción o sorpresa por lo que el había echo, simplemente paso su mano por sus labios limpiando cualquier rastro de aquel beso
—Has cambiado —expreso sin dudar
—¿Que esperabas? —el la miro directamente a sus ojos —. Ya no soy aquella chiquilla que corría por los jardines, solo para ir a tu encuentro
—No —afirmo —, de eso ya me di cuenta, y siento que yo tuve algo que ver con eso
—Eso ya no importa —desvío su vista hacia el trono —; Jamás fue nuestro destino estar juntos —lo miro —. Yo tenía que perderte para poder encontrar el amor verdadero, así como tú
—Eran amores distintos —le hizo míralo —. A ella la ame pero no de la misma forma que te ame a tí —subió su mano hasta su rostro acariciando su mejilla —, pero quién robó tu corazón fue mi hermano
—Fue un error venir —dijo alejándose de su contacto —, buscarle la forma de como solucionar mi problema de otra forma
—Anastasia —alzo la voz, haciendo que detenga su paso y sin voltear escucho sus palabras —. Te ayudaré, mañana a primera hora iré a tu reino para que podamos hablar bien
Ella solo asintió para después acercarse a la puerta para salir de aquella sala, cuando se fue el solo acaricio sus labios, como si así su recuerdo no se borrará
—Su majestad —se acercó su consejero
—Ha cambiado, ya no es la misma
—La muerte de su hermano y de la princesa Cleo, le afecto
—Mi hermano —sonrió —, el siempre tuvo más valor que yo, jamás me podré comparar con el
—Majestad, ¿Le puedo hacer una pregunta? —el asintió —. ¿Por qué no le dice la verdad?, Creo que ella debe de saber lo que pasó ese día con su hermano
El solo nego para después decir:—No, ese secreto me lo llevaré a la tumba
El recorrido hacia su reino se le hizo eterno cuando las imponentes muros de su castillo se hicieron presentes, alzó el rostro admirando aquellas paredes, siempre sería su jaula de oro, prisionera de aquel destino que nunca pidió, desmontó su caballo frente de los escalones, cuando un vestido color turquesa apareció en su campo de visión
—Su majestad —Margaret hizo una reverencia —, me alegro que haiga regresado, nesecito hablar de algo importante con usted
—Me alegro que estes aqui Margaret —sonrió sin ánimos —, ¿Que te parece que si hablamos después de la comida?, En este momento nesecito ir a otro lugar
Margaret solo asintió, dejando que ella pase, la sonrisa se borró de su rostro mientras caminaba hacia las caballerizas, encontrándose con su dama de compañía
—¿Que pudiste averiguar?
—La reina, fue hasta el reino de Apolonia —susurro —, tuvo una audiencia con el rey sin ninguna persona presente, estubieron bastante rato encerrados en aquella sala, pero lo más importante fue que la reina salió con una pequeña marca en su brazo como si la hubiera sujetando con demasiada fuerza
¿Cres que han tenido alguna discusión? —ella niego
—No, si ese fuera el caso se hubiera escuchado, y ella dice que no se escuchaba nada de lo que hablaban
—¿Que escondes hermanita? —dijo para ella misma
Anastasia, colo aquel velo sobre su cabeza saliendo sin que nadie se diera con dirección hasta la aldea, mirando y reconociendo los puestos, mirando a la gente humilde que transitaban aquellas calles sin ninguna angustia o preocupación se paró en un puesto de telas, mientras acariciaba aquella tela los murmullos llegaron hasta ella
—¿Creen que sean cierto los rumores? —pregunto una mujer
—¿Cuáles, los de la reina? —nego la joven —. Claro que no, si no pudo hacer nada por su esposo, ¿Que puede hacer por nosotros?
—Señora, ¿Va a compara la tela? —hace que desvíe su mirada de aquellas mujeres
—No, gracias —se alejo de ahí cubriéndose con aquel velo
—No debería estar aquí —dijo un hombre a su lado
—Tu tampoco, ¿No deberías estar con el? —saco un pañuelo pero al momento cayó de sus manos
—Pierda cuidado, está bien oculto —recogió aquel pañuelo para entregárselo —, además nadie sabe sobre el
—Es muy arriesgado, si alguien lo descubre —miro a todos lados para luego susurra:— nadie puede vincular nos, por qué es hay dónde su vida correría aún más peligro
—Anastasia —la sujeta por los hombros, olvidándose de las formalidades —, es un adolescente necesita de ti, necesita a su madre
—Chsss… —lo aleja de la gente —, entiende, no puedo perderlo a el también yo no puedo protegerlo, el único modo en el que el puede tener una vida normal es manteniéndose oculto —lo tomo por los brazos —. Por favor, cuida de el
El desvía su vista hacia sus brazos y ve aquella marca morada en su brazo derecho
—¿Quien te a echo esto? —señalo aquel hematoma
—Me he golpeado con el tocador —suelta su agarre —, no es nada pronto se quitará
—No me mientas —cierra sus ojos, dejando salir un suspiro —. No me hagas faltar a mi promesa, por favor dime quién te hizo eso
—No puedo decirte
—¿Porque? —hizo que lo mirara —, ¿Temes por mí?
—Lo siento, no puedo —dijo sin más para luego salir casi corriendo de aquel lugar en dirección del castillo
Caminó por aquellos senderos mientras la brisa movía su cabello, se acercó a aquel árbol pasando las yemas de sus dedos por aquellas iniciales
—¿Que escribes amor? —pregunto al verlo tallando algo en el árbol
—Es para que siempre me recuerdes —sonrió para luego mostrarle
—Mi amor está hermoso —lo beso en los labios —. Me encanta, K & A —se miran directamente a los ojos —, kaios y Anastasia