La reina

Capítulo 5

Caminó hasta lo más profundo y escondido de aquel bosque, mirando a todos lados para ver qué nadie la este siguiendo, sujeta su velo cubriendo su cara

—Su majestad —susurro un hombre apareciendo de la nada

—¿Que has averiguado?

—La noche que hubo el ataque en la aldea de Caristeas, todos los de la aldea se encontraban alegres por la llegada del principe...

—No me cuentes echos que ya se —exclama con impaciencia —, nesecito saber quién mando hacer el atentado, nesecito nombres, datos o algo que me ayude a encontrar los o el asesino

—Majestad, esto lleva tiempo, y mucha discreción para no alertar al asesinó —la miro —, pero los hombres que mandaron todos tenían una marca en la parte baja del abdomen

—¿Una marca? —pregunto extrañada —, ¿Que tipo de marca?

—Una daga en forma de cruz, y en la empuñadura tenía un cráneo

—Cadaval —susurro

—Así es su majestad

—Pero, ¿Quien se atrevería hacer un trato con el clan de la muerte? —se pregunto para si misma —, nadie sabe de ese clan, desde la división de los tres reinos jamás se a vuelto a mencionar ese clan —lo miro —. Es más yo los creía extintos

—Ya ve que no están extintos —nego —, y al parecer son más fuertes que antes.

—Averigua más sobre ese clan —ordeno —, ¿Y sobre el caso de Cleo?

—Con ella es un poco complicado —camino a un lado de ella —, ya que no encontraron ningún pista del asesino o el arma homicida...

—¡¿Que?! —interrumpió —, ¿Cómo que no había arma?, Si yo misma ví la daga junto al cuerpo de mi hermana, yo... Yo la saqué de su cuerpo

—Eso no es posible —dijo aquel hombre —, en los registros no menciona nada sobre una daga, está asentado que no hubo evidencia solo se encontró el cuerpo

—Yo estaba junto a su cuerpo —exclamo

—Majestad, tiene que decirme todo lo que vio esa noche, cualquier cosa que recuerde tiene que decirme para poder encontrar al culpable

—Recuerdo que esa noche Cleo me había citado —se dió la vuelta —, necesitaba decirme algo importante que nadie más podía saber, cuando llegue a su cuarto no había nadie, ni siquiera su dama de compañía o el personal de seguridad, así que entre en aquella habitación me quedé congelada al ver el cuerpo de mi hermana en el suelo con la daga incrustada justo en el corazón, me acerqué a ella mientras gritaba su nombre

»Corri hasta su lado pero ella ya no estaba viva, rápidamente quite la daga, la tuve entre mis manos pero no había nada relevante, era una daga normal sin iniciales o logo grabado, lo solté pero ya no pude hablar o gritar por ayuda, fue como si me hubieran robado la voz, cuando escuché pasos

—¿Pasos?

—Si alguien que venía a sus aposentos —limpio las  lágrimas —, eran pisadas fuertes, eran botas, botas de hombre

—¿Después que hizo su majestad? —pregunto —. ¿lo logro ver?, Vio al asesino

—No, el miedo me invadió corrí a esconderme, en la habitación contigua

—Al menos sabemos que si hubo arma, y que el asesino volvió por el —afirmo —, así que había algo importante en la daga, si se arriesgo a volver por ella tiene que tener algo importante escrito en ella

—¿Y que tal si volvió por algo más? —cuestiono ella

—¿Cómo que?

—No lo sé —nego —, pero antes de irme escuché como removía las cosas de Cleo, buscaba algo

Clan Cadaval ( Clan de la muerte)

El galope de los caballos se escuchó cerca de la aldea, poniendo en alerta a los habitantes, a lo lejos dos jinetes se lograban apreciar, vestían de negro y con el rostro cubierto dejando ver solo sus ojos

—Queremos ver a su lider — exigió uno de los jinetes

—Han vuelto —susurro uno del clan en su idioma —¿Por qué volvieron?, La otra vez arrasaron con la mitad del clan

Toda la gente empezó a murmurar y a maldecirlos en su idioma

—Callar —ordeno el lider apareciendo

Aquel hombre llevaba muchas marcas sobre su rostro al igual que cicatrices, los jinetes desmontaron su caballo y uno hizo reverencia

—¿Que hacen aquí? —cuestiono el líder —, les advertí que no volvieran

—Nesecito sus servicios — dijo una voz más suave —, pero que sea algo más discreto

—¿A quien quieren matar ahora?

—Necesito una llerba que mate lentamente —lo miro —, pero que no deje huella, el que me diste lo pudo descubrir el médico real

—Acompañen me —sin titubear los jinetes lo siguieron mientras el clan los miraban con odio

Lingrich

La tarde se le fue volando sin darse cuenta, algo andaba mal y ella lo sabía los ministros la habían convocado, pero Marín no había asistido, volvieron a exigir la unión de su hermana con el rey Sandro, pero ella se volvió a negar, la noche llegó y estaba en sus aposento escribiendo en su escritorio

—Majestad, es hora de su té —dijo Meredith —, ¿Gusta que le ayude a cambiarse para dormir?

—No gracias, puedes retirarte Meredith, no te necesitaré

—buenas noches su majestad

Después de que Meredith se fuera espero un tiempo producente para salir de sus aposentos dirigiéndose a los que ocupo su hermana por una vía de escape secreta que solo ellas sabían, tomo un candelabro y tras hallar la puerta, apretó el botón haciendo que la pesada pared se hiciera a un lado dejando ver aquella habitación, con lágrimas en los ojos entro para buscar algo que le ayudará a encontrar al asesino

Removió aquella ropa, en aquellas cajas, pero no encuentro nada entonces su vista se dirijo hacia su escritorio donde un montón de libros apilados sobre aquel mueble, se acercó a ellos y empezo a revisar uno por uno cuando estaba por darse por vencida, algo llamó su atención la pasta de aquel libro era más gruesa, agarro el abre cartas y empezo a rasgar aquella pasta, cuando logro abrir aquel compartimento una carta cayó ante sus pies

—Cleo —susurro

Al abrir aquella carta encontró las palabras que su hermana le había dejado:

Querida Anastasia

Si encuentras está carta es por qué yo, ya he muerto y no alcance a decirte la verdad de mis propios labios, Anastasia nuestra madre fue asesinada y no murió al voltear se su carruaje como nos hicieron créer, todo es debido a este maldito trono, este asqueroso afán por el poder, antes no entendía por qué apodaban al reino Helarest ahora lo sé, cada rey o reina que sube al trono, pierde lo que más quiere, los más cercanos a ella o a el, quitándole la alegría y las ganas de vivir




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