22 de Febrero de 1560
Querida Ursula.
Me siento dichoso por tan maravillosa noticia. Me siento enérgico. Deseo de todo corazón cabalgar hasta ahí y poder abrazar y besar a mi amada Catalina y a mi pequeña, lamentablemente esos deseos tendrán que esperar debido a urgentes asuntos de la corte.
La decisión con respecto al nombre de mi retoño, me sentí levemente presionado ya que por ser yo quien elige me topé con millares de opciones que al final no elegí, razón principal del retraso de mi contestación. Ahora bien seguro de mi decisión he de dar el nombre de: Padme, a mi pequeña.
Algo que quiero te quede claro a ti y al mundo es que os ordeno que no la llaméis "Lady" a Padme, porque ella no es una Lady, de ahora y por siempre se dirigirán a ella como princesa Padme, y cualquiera que os atreva a cuestionar mi juicio o niegue su obediencia a la orden dada será acusado de alta traición hacia mí y hacia Sibelia.
Ya me encargue de brindarle la mejor educación, la adecuada a su estatus, dos días después de que esta carta llegue a ti, la mejor institutriz de Sibelia también lo hará.
Esperó con ansias tus próximas misivas, en las cuales, ordenó, me informes con detalle el progreso de mi adorada Padme y la salud de mi bella Catalina.
Con cariño, tu amigo.
El rey.