8 de Junio de 1575
Amada esposa, reina Anabel.
Me encuentro sumamente indeciso, no tengo varón que ocupe mi lugar e hijas que casar...querida esposa, os ruego su aprobación sobre algo muy delicado que posiblemente afecte vuestro juicio como madre, así que os pido que sea justa y generosa con respecto a lo siguiente.
Conozco a mi esposa, conozco a mis hijas...a excepción de una que vos sabéis quien es, y se, amada Anabel, que nuestra hija, Carmen, no es la indicada para sucederme a pesar de ser la mayor de las hijas. Ella es egoísta y rencorosa, no sabe manejar las necesidades de los demás y tampoco sabe de relaciones de comercio, ¿y qué decir de su elección por marido? Es un hombre codiciosos y no deseo que un hombre como él se siente en mi lugar y mucho menos a sabiendo que mueve muy bien los hilos de nuestra hija.
Aclarado el anterior punto, he conversado con mis consejeros y todos aprueban mi decisión, solo falta la aprobación de la persona más importante, tu, mi amada Anabel.
Dime ¿Estarías de acuerdo en que mi sucesora sea la princesa Padme?
Espero vuestra respuesta, no hay prisa en la sedición, os ruego que medite bien su veredicto, que una vez dado iniciaré el proceso de sucesión.
Para mi fiel esposa y amada compañera, Anabel.
De tu fiel esposo y rey, Edmundo.
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Con 'fiel' se refiere a 'leal' porque bien se puede divorciar de ella y olvidarse de sus hijas. Entonces, se podría decir que ella está por encima de la aventura.