16 de Diciembre de 1576
Amor mío, rey Arturo.
Amor mío, de no ser por la visita de Lord Cecil, embajador de Kazcálas, vos me habéis seguido teniendo con el alma en un hilo.
Cuando vos no os presento en la mañana de la segunda semana de este mes pensé que simplemente os encontraba ocupado, pero cuando vos no respondía mis misivas me encontré sumamente preocupada por vosotros. Por suerte, Lord Cecil llego y hablo de vuestro estado de salud, desearía estar junto a vos en tan delicada lucha pero mis deberes tampoco están muy bien, puesto que mi hermana Carmen sigue creando problemas que ya no se pueden resolver con el diálogo.
No os quiero agobiar con mis problemas, esta carta es para que vos se entere de que rezare y pediré a Dios nuestro señor que vos se recuperéis pronto y así vos podéis venir a verme.
Posiblemente encuentre esta carta un disparate... No puedo poner en orden mis palabras escritas, estoy demasiado nerviosa y preocupada
Mejoraos pronto, seguid siendo fuerte y así venceréis vuestra enfermedad.
Siempre tuya.
Padme.