25 de Enero de 1577
Finamente el día había llegado, Padme subiría a la plataforma y moriría. Desaparecería del mundo terrenal y todos presenciarían la escena.
Un giro inesperado, su hermana tuvo una pesadilla y le perdonó la vida.
Padme, recluida en el campo, sin tierra o fortuna, tan sólo con el amor puro del rey Arturo que le visitaba siempre y aunque nunca intercambiaban palabras las miradas era el idioma del amor. En silencio, ellos se amaban. En silencio...un amor perpetuo.
Padme nunca olvido, todos los días rezaba. Todos los días agradece a Dios y a su pequeña Isabel, su adorada pequeña.