La Reina con mascara

Capítulo II. El señor del dinero

El señor de la nobleza tenía el cabello negro y largo recogido con una coleta baja, llevaba un traje elegante y entró sin más aún viendo por la ventana el revuelo que se estaba formando.

—Escucha Galeno.

—Señor Galeno, si es tan amable—dijo para que repitiera.

—Señor Galeno, ahora no estoy por sus caprichos, tenemos un problema y no estoy de humor para sus tonterías.

—Que falta de respeto hacia una persona de la nobleza señora Nadia.

—Mamá, no respira.

—¿Qué?—La gente empezaba a susurrar.

Nadia se fue a ver al señor tumbado en el suelo mientras que el señor Galeno miraba las instalaciones del restaurante, a los pocos minutos vinieron los guardias para ver que ocurría y cuando se enteraron, inmediatamente se llevaron al hombre al castillo. Y toda la gente se fue del restaurante, dejando tan solo a los tres con el señor Galeno.

—Esperen ordenes del rey y de la reina—dijo uno de los guardias entregándole un papel de orden a la señora Nadia.

—Que marrón… ¿y el señor Juss no está aquí?—Liaria se quedó en el suelo como Teo, salvo que él no paraba de mirar al suelo desconsolado. —Hey, todo va estar bien, los médicos del castillo son muy buenos, ya verás cómo vive.

—¿Es raro que sea yo quien es consolado por una niña siendo yo el mayor?

—Un poco—río. —Pero tengo 18 años, no soy una niña.

—Sí, seguro—Salió una sonrisa de su rostro. —¿Y ahora que va a pasar? ¿Nos cerraran el restaurante?

—No cielo—intervino Nadia. —Seguro que todo va a salir bien, alomejor ese señor tenía alguna enfermedad o algo que le impidió respirar, no tiene porque ser de lo que comió aquí.

—Suerte demostrando tu inocencia.

—¿Pero tú aún sigues aquí? Lárgate, este no es tu restaurante.

—Todavía—El señor se fue con la cara bien alta y se cruzo con el señor Juss, pero no se dirigieron ningún gesto ni palabra.

—¿Qué ha pasado aquí? ¿Dónde está todo el mundo?—El señor Juss era un hombre con valores y principios, de cabello negro y corto, con un panzón enorme como su corazón.

—Oh cariño, no te creerás lo que nos acaba de pasar… un momento, ¿y tú de dónde vienes? Estas todo el día igual, aquí se hacen las cosas en familia que por eso este negocio es familiar.

La noche llegaba poco a poco, ya eran las 20:20 de la noche y se sentaron en la mesa, los cuatro. El silencio se hacía notar y hasta intimidaba un poco, sobre todo por Teo y Liaria.

—Tenemos que hablar del tema—dijo la madre. —¿Que ha pasado?—El único que podía contestar era Teo quien estaba presente en todo momento ya que los otros dos no estaban ahí cuando pasó todo.

—Lo único que sé y que puedo contar es que cogí la tarta de manzana que quería el señor y se la di, atendí a otros clientes y el señor empezó a toser.

—¿Viste que llevaba la tarta? ¿De dónde la sacaste?

—Estaba en el mármol con las demás tartas.

—Nos van a hacer muchas preguntas mañana por la mañana, por favor quiero que digáis toda la verdad y sin miedo ¿entendido?—Los tres asintieron con la cabeza. —No nos van a quitar este restaurante, hemos sacrificado mucho para llegar hasta aquí—Se levantó. —Dormid bien, mañana será un largo día.

A la mañana siguiente Liaria se puso su ancha diadema habitual de color violeta que resaltaba con sus ojos del mismo color. Se puso su corta capa roja como ayer y salió de su habitación con algo de preocupación, pero sabía que ella no había hecho nada y que no tenía por qué preocuparse.

—Buenos días—dijo tranquila abriendo la puerta interior del restaurante. Un guardia estaba ahí mismo sentado, hablando con Teo.

—Liaria ya estas despierta, después de Teo iras tu, todo bien ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

—Siguiente—gritó el guardia, Liaria se sentó en la silla y el guardia empezó a hacer las preguntas. —¿Que estuviste haciendo ayer entre las 18:00 y las 18:30?

—Ayer estuve con mis amigos en la plaza de los deseos, después de haber entregado unos postres al rey.

—¿Qué ha hecho que?

—Por favor, tranquilícese—Intervino Nadia. —Eran los postres favoritos de los reyes, solo era un acto de generosidad.

—¿No se dan cuenta de que podrían haber matado a los reyes con sus tartas y pasteles? Llamaré de inmediato a los guardias del castillo—dijo todo decidido, se digirió hacia la puerta hasta que se topo con el mismo señor de ayer. El señor Galeno.

—Por favor, no nos arreste, todavía no hay noticias del hombre ¿no? Puede que hasta que recupere. No es justo que nos cierre el restaurante, nunca hemos tenido problemas con nadie.

—De todos modos tengo que informar al rey de lo que he averiguado.

—¿Qué tal si me dejas a mi todo esto?

—Señor Galeno, lo siento mucho pero es mi deber informar, soy un guardia del castillo.

—No lo serás más si le cuento al rey lo que haces por la noche.

—Pe-pero señor.

—Lárgate, dile al rey que yo me encargo personalmente, al fin y al cabo, soy su hermano ¿no?

—Ya está otra vez con su poder del hermano del rey—Susurró Liaria.

—Tiene que sacar siempre la misma excusa—susurró Teo.

—Como usted diga señor—salió del restaurante. —Oh pero, señor ¿qué le diré al rey en cuanto le vea?

—Se creativo, eso te lo dejo a ti—cerró las puertas de cristal tras decirle eso al guardia del castillo. —Vaya caras que lleváis ¿no habéis dormido bien?

—¿Que quieres ahora?—La señora Nadia tenía las manos puestas en su cintura. Y el señor Juss tenía los brazos cruzados.

—Vengo a proponeros un trato.

—No queremos nada tuyo, gracias. Este restaurante es nuestro y siempre lo será ¿queda claro? No se va a convertir en tu negocio privado de no sé qué. De eso ni hablar.

—Qué pena, habríais conservado el restaurante dijese lo que dijese el rey.

—Espera ¿qué?—Juss tenía intención de entender lo que estaba diciendo.




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