La Reina con mascara

Capítulo III. La verdad detrás de las tartas

—¿Aceptáis o no?

—Vale, esperaremos a las respuestas de los médicos, si sale que todo está en orden y el rey no emite ninguna orden seguiremos con nuestras vidas. Y si ocurre lo contrario… aceptaremos el trato ¿de acuerdo?

Uno de los amigos de Liaria pico la ventana de cristal del restaurante, poniendo todos los ojos en él. Tenía los ojos grises como las piedras y el cabello rubio y ondulado como las olas del mar.

—Claudio ¿Qué haces aquí?—dijo saliendo del restaurante.

—Quería saber cómo estabas, todo esto, es increíble que pase esto.

—Ya bueno, no sé qué vamos a hacer si todo sale mal—La trompetas sonaron.

No tardó mucho en anunciarse pues, el rey salió al balcón donde todos sus súbditos pudiesen verlo y anunció una terrible noticia. El hombre había muerto… con la rabia de haber presenciado su muerte y no poder salvar a un habitante de su reino, procedió a anunciar dos cosas.

—Queridos súbditos, no puedo tolerar este acto tan atroz asi que, les daré a los Pastel la oportunidad de defenderse. El médico decreto que el hombre llamado Simón Henwix, fue intoxicado con la tarta que comió ¿Qué tienen que decir en su defensa?

—Oh no…

—Nosotros nunca envenenaríamos nada, ninguna comida o ningún pastel, nunca ha pasado una cosa asi.

—¿Son conscientes de que la tarta de manzana que comió el señor, podía estar perfectamente dentro de la cesta que nos dieron?—La gente empezó a murmurar.

—Esto no pinta bien—dijo Claudio.

—Pero nosotros no tenemos nada que ver, se los juro, nosotros…

—Mamá—Teo estaba a su lado. —Tenemos que decir la verdad—Liaria se acercó a ellos y la animo a decir la verdad que los cuatro ocultaban. —¡Está bien, en nuestra defensa diremos una verdad que saldrá a la luz!

—Soy todo oído.

—En realidad, las tartas no las hacemos nosotros, son compradas y hechas por una cocinera de tartas—dijo Nadia. —Lo siento mucho.

—¿Las famosas tarta del restaurante Pastel son un fraude? Que descarados que son—La gente empezó a murmurar más y no decían nada bueno de ellos.

—Bien, ¿y quién las hace? Traedme ante ella de inmediato.

Los cuatro se miraron y aceptaron llevar al rey a ver a la cocinera, con medio pueblo detrás, se fueron hacia una casa algo lejana, entre arboles y ríos, se encontraba una antigua pero solida cabaña. Con un molino al lado que giraba por el viento que entraba. El rey seguía encima de su caballo blanco sin bajarse de él.

—Es aquí—dijo Nadia. Pico a la puerta pero nadie contestaba, cada segundo que pasaba se ponía más nerviosa pues, no sabía lo que les podía suceder si esta no aparecía.

—Parece que no está.

—Habrá salido de casa. Pero es una mujer de largos cabellos negros y unos ojos grandes del mismo color, debe de tener mi edad más o menos.

—¡Guardias! ¡Buscad a la mujer con esa descripción!—los guardias, sin rechistar, salieron en busca de esa mujer. —En cuanto a vuestro restaurante permanecerá cerrado para siempre.

—¿P-para, para siempre? Pero majestad.

—¿No crees que para siempre es demasiado tiempo? Hermano…

—Galeno… ¿qué haces aquí? Creía que querías recorrer el mundo.

—La nostalgia ya sabes.

—¿Qué es lo que quieres?

—Que dejes abierto el restaurante, a cambio yo, me hare responsable de él de ahora en adelante, no se servirá nada que no haya visto primero.

—¿Piensas comprar el restaurante?

—Me permitirá recordar aquellos momentos inolvidables que pasamos en familia.

—Haz lo que quieras, pero si vuelve a pasar algo similar la responsabilidad caerá sobre ti hermano.

—No lo dudaría ni un instante—se inclino. El rey se fue a lomos de su caballo junto con el pueblo y dos guardias que se quedaron con él todo ese tiempo. Dejando solamente a la familia Pastel y al hermano del rey.

—A partir de ahora todo va a cambiar—dijo Juss.

—¡Eh tu! la de la capa roja—dijo Galeno.

—Ella tiene nombre ¿sabe?—Teo la defendió.

—Perdona, ¿y cuál es su nombre si se puede saber?—dijo en tono de burla.

—Me llamo Liaria, señor.

—Como sea, estas cerca de una mierda, ten cuidado a ver si la vas a pisar—tras decir eso se largó y Liaria se apartó, realmente estaba muy cerca.

—¿Pero que acaba de pasar?

Todo el pueblo volvió a la normalidad si no fuera porque despreciaban a la familia Pastel, se les veía en la mirada, el desprecio que la gente tenía hacia ellos, aún no entendían realmente porque. ¿Fue por mentirles sobre las tartas? ¿O fue porque no se creían que hubiera alguien más detrás de estas?

—Vosotros sois los únicos que no nos han dado la espalda, gracias—Liaria estaba con sus tres amigos al lado del restaurante.

—No tienes porque darlas, nosotros ya sabemos que no hubierais sido capaces de matar a nadie—dijo uno de los tres amigos, este tenía el cabello castaño y sus ojos eran dorados como el sol.

—No creo que todos compartan tu visión Lark. Hay gente que no se cree eso.

—¿Qué tal si la buscamos? Si encontramos a la culpable se lo creerán todo y así no tendréis más esa reputación de mala gente—dijo Brenda, sus ojos rosa rojizo resaltaban con su piel negra.

—¿Seguro que queréis hacerlo? Yo solo la he visto una vez.

—Pero te acuerdas de cómo es ¿no? Además, tu madre la describió. Una mujer de largos cabellos negros y unos ojos grandes del mismo color, y de la edad de la señora Nadia. No creo que resulte difícil—dijo Claudio.

—Eso lo dirás tú, la gran mayoría de gente que vive aquí son de esa edad—dijo Brenda.

—Muy bien, vamos a buscarla, nos separaremos por todo el pueblo ¿de acuerdo?—Todos aceptaron, pero antes de empezar, les pico la curiosidad al escuchar llantos en el restaurante, los cuatro se acercaron al ventanal de este y vieron como unas personas estaban con su familia.

—Ya está, no llores, nosotros sabemos que hicisteis nada malo, os creemos.




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