La Reina con mascara

Capítulo XI. La reina con máscara

—Teo se siente culpable—dijo Liaria al verlo dormido en su falda. —Y tiene fiebre—le tocó la frente y la tenia caliente. El fuego ya se había apagado, gracias a muchos vecinos y guardias.

—No puedo creer que esté pasando esto.

—¿Creéis que es culpa de la venganza del reino oscuro?—preguntó Lark.

—¡Que ha pasado aquí! ¡Mi restaurante!—Galeno ardió en llamas al verlo destrozado. —A ver, ¿¡quién es el responsable de todo esto!?

—¿Que ha pasado aquí?—preguntó el rey sobre su caballo blanco.

—Eso mismo he preguntado yo.

—No te he preguntado a ti hermano, Liaria ¿Qué ha pasado?

—Yo…

—Yo, he sido yo, ha sido… mis padres… han muerto por mi culpa—dijo Teo antes de echarse a llorar.

—Por favor, no le haga nada—Liaria lo abrazó.

—No—se levantó, sentado en el suelo. —por favor, quiero ir a prisión.

—¿Qué?!—Liaria y sus amigos se sorprendieron.

—¿Por qué quieres ir a prisión?—preguntó el rey.

—Porque, por mi culpa han muerto tres personas, y ya no quiero que muera nadie más, por favor.

—Eso, que vaya a prisión.

—¿No lo dirás en serio? No puedes ir.

—Teo—se bajó del caballo. —¿Te sentirás mejor estando ahí?

—Sí, mucho mejor.

—Pero majestad, Teo.

—Tranquila, estará ahí por unos días, hasta que se recupere y quiera salir, no estará retenido, simplemente estará aislado por su seguridad y la de los habitantes del reino. Vamos—el rey acompañó a Teo hacia el castillo, en vista de todos, algunos tuvieron compasión y otros decían que era la venganza del reino oscuro.

—Teo…

—No te preocupes, tu hermano va a estar bien—dijo Claudio. —Ha sufrido mucho estos últimos días.

—¿Y esto? ¿Quien ha puesto un espejo en la cocina?—preguntó Galeno saliendo del restaurante chamuscado.

—Por eso Teo se sentía culpable… El espejo ha creado el incendio.

—¿Si? Pues os habéis quedado sin restaurante y sin dinero, iba a ser la mejor noche del restaurante y se la habéis fastidiado.

—El restaurante ya ha tenido noches buenas.

—¿Y por eso habéis acabado con él? Qué triste tener a unos dueños como vosotros.

—No me calientes—pensó.

—Liaria, déjalo, vámonos de aquí—dijo Brenda al verla enfadada.

—Eso vete, deja el restaurante a cenizas—Liaria se estaba enfadando, pero Brenda y los demás la llevaron lejos mientras que Galeno la criticaba.

—No sé si puedo aguantar más—pensó Liaria, fruncía el ceño mientras seguía andando con los demás. —Cada vez me ponen más furiosa—no dijo nada, solo lo pensó.

—¿En qué piensas?—preguntó Brenda.

—No os gustaría escucharlo.

—Vamos, nos conocemos desde hace un año—dijo Claudio.

—Bueno, hay muchas cosas que todavía no sabéis de mí.

—¿Como qué?—preguntó Lark.

El cuervo negro volaba las cabezas de la gente hasta llegar a rondar el castillo en busca de la ventana que había descrito Liaria en su diario. Al final la encontró y decidió entrar. En el mismo castillo, el rey Edgar subió las escaleras que conducían al calabozo, hasta llegar a la primera planta, donde le esperaba su mujer.

—¿Como está?—preguntó la reina agarrando su vestido turquesa.

—Bien, supongo, no sé cómo lo podrá superar estando ahí encerrado—dijo cerrando la puerta.

—¿Por qué lo has encerrado en el calabozo?

—Él lo pidió, dice que fue él quien le dio la tarta de manzana al señor Simón Henwix, y también fue quien incendió el propio restaurante con sus padres dentro.

—Pero… fue un accidente ¿no? No lo entiendo, porque lo haría.

—Lo de la tarta de manzana dijo que no sabía que estaba envenenada y que el señor quería una de esas, asi que se la dio sin saber nada, y la segunda, dijo que dejó un espejo de mano cerca de la ventana de la cocina, en la cual estaban sus padres cocinando y se incendió por el calor.

—Que desastre, y que pena me da, pobre, debe estar pasándolo muy mal.

—Solo alguien que se sienta verdaderamente culpable puede querer entrar voluntariamente a prisión, asi que, su celda está abierta, cuando crea que está listo para salir, solo tiene que salir de ahí. No le voy a hacer nada y hare que mi hermano le page todo el restaurante ya que desde un principio lo quiso comprar.

—Edgar—agarró su brazo. —Crees que es posible que… todo esto fuese obra de… ya sabes, ¿la venganza del reino oscuro?

—Antes no lo creía pero… deberíamos pedir ayuda a mis padres, seguro que ellos nos podrán ayudar en todo esto.

El rey y la reina quisieron pedir consejo a los antiguos reyes, asi que se fueron hacia la pequeña sala donde estaba el espejo, en su vitrina. O eso se suponía.

—No puede ser—el rey entró pero no vio el espejo por ninguna parte.

—¡Cielo mira!—la reina señaló la ventana abierta. —Ese cuervo, seguro que lo ha robado él.

—¡El cuervo! ¡El cuervo tiene el espejo! ¡Deténganlo!—El rey gritaba desde su balcón, el espejo estaba en las garras del cuervo, el cual voló hacia quien era su ama. La princesa del reino oscuro, que ya se había convertido en reina.

—¿Ese es el cuervo del reino oscuro?—Preguntó Lark siguiéndolo con la mirada, cada vez se acercaba a ellos.

El cuervo dejó caer el espejo hacia la mano de ella. Todos estaban impactados, no se lo podían creer, la hija de los reyes del reino oscuro era…

—Por fin puedo ser yo.




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