La Reina con mascara

Capitulo XVII. De vuelta al reino dorado

—Donde estará—la reina estaba dando vueltas en círculos, ansiosa.

—Majestad, el prisionero quiere hablar con usted—dijo uno de los guardias.

—Bien, iré a verlo—pasó por delante del espejo de las almas. —Si ves a Wyatt, dile que estoy abajo.

—No se preocupe majestad, se lo haré saber cuándo lo vea—dijo antes de bajar por las escaleras a los calabozos.

—Me han dicho que querías hablar conmigo ¿qué quieres?

—Liaria, escucha ¿hasta cuándo vas a seguir con esto?

—¿A qué te refieres? ¿Seguir con qué?

—No me tomes el pelo, ¿vas a seguir siendo la reina de este reino para siempre? ¿Vas a seguir con esas rosas rodeando el pueblo? ¿Hasta cuándo?

—Este pueblo necesita una valiosa lección sobre la verdad, todavía no tengo decidido hasta cuando, pero hasta que el rey y la reina no me pidan perdón por todo lo que me han hecho, yo no voy a dejar este castillo nunca.

—Pero perdón ¿por qué?

—¡Por todo! La gente es muy… muy ingenua y se lo creen todo, todas las mentiras que han estado diciendo los reyes sobre el reino vecino, mi reino, ahora se llama el reino oscuro, ¿Por qué? No se llama asi.

—¿Como se llama entonces?

—Se llama el reino luminoso.

—¿El reino luminoso? Entonces dime ¿qué es lo que pasó de verdad?

—No tengo el valor para contarlo, da gracias a que no lo tuviste que ver con tus propios ojos, y menos siendo un crio.

—¡Majestad! ¡Wyatt ya ha regresado!—dijo el mismo guardia de antes, estaba al otro lado de la escalera.

—¿Quién es Wyatt?

—Mi amigo, el único que me ha apoyado de verdad, en todo momento—dijo antes de subir las escaleras. Teo siguió en su celda, se dejó caer al suelo con la espalda apoyada en las barras.

—¿Te vas a comer eso?—preguntó la cambiante, el plato de Teo estaba al lado de su celda. Nunca se habían visto antes, ni siquiera sabía que había alguien ahí.

—Puedes comértelo si quieres—la cambiante, muy contenta cogió el plato y empezó a comer.

En la planta de arriba, el mismo guardia estaba con Wyatt transformado en humano. La reina llegó y suspiró.

—Al fin ¿dónde estabas?

—Reina Dama, por favor, déjeme explicárselo todo. Vera, sus tres amigos…

—No me hables de ellos, me han estado calentado la cabeza cada día desde que llegue aquí al castillo, no hacen otra cosa que decirme que lo podemos solucionar y todo eso, yo no quiero solucionar nada.

—Lo sé, pero es bueno que ellos sepan toda la verdad.

—¿Hasta dónde quieres llegar?

—¡Liaria!—Claudio gritó.

—Wyatt…—Empezaba a enfadarse.

—¡Liaria sal al balcón por favor!—gritó Brenda.

—¿Que está pasando aquí?—preguntó el rey junto con su reina.

—Queremos hablar con Liaria eso es todo.

—¿Queréis hablar con esa bruja?

—No es una bruja, es la reina del reino oscuro, o más bien dicho, el reino luminoso—dijo Brenda.

—¿Que sitio es ese? ¿El reino luminoso?

—Es el verdadero nombre de nuestro reino vecino, erróneamente se le puso el reino oscuro que está muy negro y oscuro, cuando en realidad es asi por el brillo que emiten sus minerales—dijo Lark.

—Minerales brillantes capaces de iluminar un castillo entero, era precioso. Se iluminan cada noche bajo la luz de la luna, pero esta tan lejos que no lo percibimos bien desde aquí—dijo Claudio.

—¿Habéis estado ahí? ¿Cómo lo habéis hecho? Hay tallos por todas partes—dijo la reina Lonnie.

—Tenemos nuestras armas secretas—dijo Lark.

—¡¿Qué queréis!?—dijo Liaria desde el balcón. Wyatt estaba a su lado y las rosas dejaban el camino despejado para que pudieran salir al balcón.

—Tenemos una cosa muy especial para ti Liaria—dijo Claudio.

—¿Y le vais a hacer un regalo después de lo que nos ha hecho pasar?—preguntó el rey.

—No es un regalo, es un legado.

—No quiero nada de vosotros.

—Esto lo vas a querer cuando te lo enseñe—dijo mientras buscaba la llave.

—No me digas que la has perdido.

—No, aquí esta—la encontró. —¡Liaria! ¡Mira!

—¿Una llave?—dijo el rey sin más, parecía una llave normal y corriente.

—¿La recuerdas? Es la llave de los reflejos—dijo Lark.

Liaria la vio y no tardó mucho en salir sus primeras lagrimas, la recordaba, recordaba la llave y lo que significó para ella, empezaba a recordar su vida antes de venir aquí, a sus padres, su amiga, y todo lo que pasó aquel día…

El rey Edgar, viendo como Liaria tenía su cara de desesperación por esa llave, tuvo la brillante idea de hacer algo al respecto y recuperar su trono y su reino. Le cogió la llave a Claudio bruscamente, toda la gente observaba lo que estaba pasando.

—¡No!—gritaron los tres. Liaria estaba atenta a lo que le podía pasar a la llave.

—Rey Edgar ¿por qué lo hace?—preguntó Claudio.

—¿No lo veis? Os está manipulando para que seáis sus sirvientes, ¿le dais una llave especial para ella?

—Ella no lo sabía, es un legado de su familia, al igual que el espejo de las almas que este reino les robo a los padres de Liaria—dijo Brenda.

—¿Y ellos qué? ¿No nos robaban siempre?

—No vamos a negar que ellos nos robaban, ¡pero tenían una enfermedad! ¿Es que no se acuerdan de lo que era la fiebre del oro? Creo recodar, que hubo una época en la que este pueblo tenía esa enfermedad—dijo Lark.

—Sus amigos son muy valientes ¿no cree?—preguntó Wyatt desde el balcón. Liaria lo vio todo y lo escuchaba todo desde arriba.

—¿Y este revuelo por una simple llave?—Galeno apareció, con una mirada de superioridad. —¿Que hace esa llave? ¿Me la puedes dejar hermano?—se acercaba al rey.

—Tú no te metas hermano—le dijo Edgar a su hermano menor. —El reino es mío, siempre lo ha sido.

—Nunca más volverás a tener ese poder hermano—El rey Edgar se giró pero no pudo hacer nada más, pues, su hermano Galeno le clavó un cuchillo en el corazón.




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