La reina cuervo (libro 1)

En llamas.

 

Seguía lloviendo con intensidad y ya había oscurecido, Elisabeth yacía inconsciente en el frio asfalto de aquel solitario callejón, estaba ardiendo en fiebre y cada vez su temperatura corporal aumentaba tanto así, que salía vapor de su cuerpo.

—Maldita sea, voy a tener que caminar a casa otra vez, por culpa de aquel alboroto suspendieron todos los autobuses, pero menos mal que esa chica misteriosa volvió a salvar el día ¿Quién podrá ser? No he podido sacarla de mi cabeza.

Aris había decidido cortar camino y decidió irse por una calle que le daba salida hacia la avenida por donde vivía y mientras caminaba, desvió la mirada hacia un bulto que se veía en aquel callejón sin salida.

—¿Qué es eso? —por la lluvia no podía enfocar bien la mirada y cuando fijó la mirada se dio cuenta de que se trataba de una mujer. No puede ser…

Aris miró a todos lados y no había nadie, supo que era él quien debía ayudar a esa chica.

—No lo puedo creer…—Aris soltó su sombrilla al ver que se trataba de la chica misteriosa. —Es ella… ¿Por qué esta inconsciente? Tengo que moverla de aquí, si no lo hago, van a descubrir su identidad y si cae en manos del gobierno podrían experimentar con ella.

Al tocarla, Aris notó su elevada temperatura y se asustó.

—Esta ardiendo, el agua de la lluvia no la ayudado en nada, tengo que hacer algo. —Aris miró fijamente a Elizabeth y dijo tragando saliva. —Lo lamento señorita, tengo que quitarte la máscara, solo así podrás respirar mejor, por favor no me mates…

Cuando Aris le quitó la mascara sintió que el corazón se le salía por el pecho y quedó en shock.

—¿Elizabeth?

Aris guardó rápidamente la mascara en su mochila y una vez que se aseguró de que no hubiera testigos, vio que del otro lado había una motocicleta, parecía que un repartidor había ido a entregar algún pedido cerca de ahí, el hombre olvidadizo dejó las llaves pegadas y Aris no pensó dos veces en tomarla.

—No podemos estar de mejor suerte. — Aris subió a Elizabeth como pudo y se marcharon del lugar, él estaba muy preocupado porque la respiración de ella era muy agitada, llevarla al hospital sería lo más sabio, pero no era su caso, ya que al instante notarían que Elizabeth es la heroína de la que todo el mundo estaba hablando en las noticias, así que tomó una decisión arriesgada.

—Tranquila, ya casi llegamos a tu casa.

Cuidadosamente, Aris la bajó y mientras la cargaba se tropezó varias veces por que no tenía mucha fuerza, además de que Elizabeth era más alta que él.

—Llegamos, la ayuda no tardará, esta en camino, todo va a estar bien, por favor despierta…

Aris vio lo empapados que se encontraban y pensó que dejarla con la ropa mojada sería perjudicial para ella, así que tragó saliva y pensó en algo.

—Se que voy a parecer un pervertido, pero si te dejo así empeoraras, así que te lo pido por favor, cuando despiertes no me mates.

Con cuidado, Aris le quitó la ropa mojada que llevaba por encima y la dejó únicamente con su camisa interior y unos shorts de licra que llevaba debajo, Aris se sonrojó al rosar sus manos en su cuerpo, Elizabeth era muy bonita y tenía una bella figura porque se ejercitaba.

Cuando Elizabeth sintió que alguien le hablaba abrió los ojos lentamente y susurró.

—Aris…

—¡Elizabeth! ¿te encuentras bien? ¡Elizabeth! —ella se encontraba muy débil y volvió a desmayarse, Aris ya se encontraba muy preocupado y no sabía que hacer para bajarle la temperatura, pues su cuerpo seguía humeando, en su desesperación, alguien llamó a la puerta, Aris bajó corriendo de las escaleras y abrió la puerta con rapidez.

—¡Señor Ming!

—Perdona la tardanza, no sabíamos que traer. —expresó el señor Ming y después Aris desvió la mirada hacia el guardaespaldas del señor Ming.

—No te preocupes por él, es de confianza y no dirá nada.

—Está bien.

—¿Dónde está? ¿Cómo se encuentra? —preguntó el abuelo preocupado.

—Esta muy mal, sigue inconsciente, no he podido bajarle la fiebre.

—No sabemos si nuestra medicina la ayudará, pero hay que intentarlo, tenemos que encontrar la forma de ayudarla a estabilizarse.

—Aris, el señor Ming y Jaime, subieron a la habitación de Elizabeth y llenaron la tina con poca agua y mucho hielo y la metieron dentro, intentaron ponerle suero, pero no pudieron perforar sus venas, rompía las agujas cada que tocaban su piel.

—¿Esto es todo lo que podemos hacer? —preguntó Aris angustiado.

—No podemos hacer más, tendremos que confiar en ella y ver como evoluciona esto que le está pasando.

—¡La fiebre bajo! —exclamó Jaime al ver que ya no salía humo de su cuerpo.

—¡Es verdad!

—¡Esta recobrando el conocimiento! —anunció el señor Ming aliviado.

—Ahh… ¿Dónde estoy? —Elizabeth desvió lentamente la mirada hacia ellos confundida. —Aris..Señor Ming ¿esto es un sueño?

—Tenga, cúbrase con esto. —Jaime le acercó una toalla y la ayudó a salir delicadamente del agua.

—Eres increíble, lograste salir de esa terrible fiebre. —expresó el Señor Ming impresionado.

—¿Cómo es que estoy aquí? Yo estaba en…

—Elizabeth, yo… —Aris le contó todo lo que había sucedido y le confesó que ahora los tres sabían que ella era la heroína enmascarada.

—¿entonces ustedes lo saben todo? —Elizabeth se tambaleó y Jaime la agarró rápidamente y ella añadió. —no sé qué decir.

—¡jamás le diremos a nadie! ¡te juro que no revelaré tu identidad!

—Lamentamos por todo lo que estas pasando, sé que estas confundida y que no es fácil vivir todo esto. —el señor Ming tocó su hombro para tranquilizarla y Elizabeth se sintió vulnerable.

—No se lo que sucede conmigo… desde el asalto, comencé a tener todos estos cambios extraños en mi cuerpo, mi fuerza es….

—Algún familiar suyo notó algo extraño en usted alguna vez? ¿fuerza excesiva? ¿otras fiebres similares? —le preguntó Jaime mirándola fijamente.



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En el texto hay: romance, accion, heroes vs anti heroes

Editado: 01.05.2024

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