La reina cuervo (libro 1)

El bosque, tú y yo.

 

Era una sensación cálida que empezaba a sentir en mi pecho, me gustaba como se sentía eso, estaba feliz de que me hubiese tocado forma equipo con Sam, en el autobús todos se sentaron como quisieron y por supuesto, yo me senté cerca de mis amigos.

—Pobre de ti, te tocó con la hiena, siento tanta pena por ti. —le dijo Mikea dándole sus condolencias a Carlos.

—Dejen de mirarme con lastima, preferiría aventarme por la ventana y terminar con mi tortura. —expresó Carlos dedicado.

—¿Tan mala es? —preguntó Elizabeth confundida y añadió. —digo, es evidente que su carácter no es agradable, pero todos tenemos un lado bueno, el suyo debe estar por algún lugar.

—Ella es como el diablo encarnado, sus amigas son demonios, es insoportable, dudo que tenga un lado bueno, es imposible que esa bruja sienta algo que no sean deseos de molestar a los demás. —exclamó Mikea con molestia.

—Se cree la mujer más hermosa del mundo y en su esquizofrenia piensa que todos los hombres están a sus pies. —añadió Carlos bajando la voz.

—Supongo que ustedes la conocen más que yo.

Jane se reía a carcajadas tratando de llamar la atención de Sam y se tocaba el cabello de manera coqueta.

—Ya llegamos, por favor no se separen y cuídense los unos a los otros, si regresan sin su compañero les quitaré todos los puntos extra. —esto dijo el profesor porque en una expedición anterior, algunos de los chicos habían amarrado a un compañero a un árbol con papel plástico y lo dejaron ahí por varias horas.

—Mira que suerte la tuya, te tocará hacer equipo con ese arcángel. —dijo Mikea refiriéndose a Sam.

—Escucharon al profesor, no se vayan a perder. —les dijo Sam con una hermosa sonrisa mientras caminaba hacia ellos.

—Cuida bien de nuestra chica y pídanle a Dios que Jane no me asesine. —manifestó Carlos dándole una palmada a Sam y este los dejó.

—Yo también me voy, no se pierdan. — les dijo Mikea mientras se alejaba.

—Si Andreu te molesta avísame, haré que se arrepienta. —Le gritó Sam a Mikea y esta le mandó un beso.

—¡te escuché! ¡es más probable que ella se propase conmigo! —gritó Andreu entre risas.

—Si, si, apúrale fortachón, o mi animal interior va a salir.

Mikea era pelirroja, no muy alta, aveces usaba lentes y era muy bonita, sus ojos eran verdes y le gustaba usar el cabello corto, Andreu era alto y de piel morena, tenía ascendencia haitiana y era muy carismático.

—Creo que debemos irnos también, busquemos un lugar cómodo para estudiarnos la mente jaja. —le dijo Elizabeth a Sam y se fueron tranquilos.

—Bueno, supongo que es hora de ir al matadero. —externó Carlos resignado.

—Oye ñoño, más te vale cuidar bien de mí, carga mi mochila y más te vale no pasarte de listo, siempre cargo con esto. —Jena le mostró un aparató que daba toques y Carlos tragó saliva y le cargó su mochila.

Elizabeth y Sam estaban caminando buscando un lugar agradable para sentarse.

—Parece que te sientes mejor. —le dijo él mirándola a los ojos.

—Si, me ayudó mucho que me prestaras tu chamarra, gracias. —Elizabeth se la quitó he intentó devolvérsela.

—¿Por qué te la quitas? No la necesito, se te ve mejor a ti. — Cuando Sam le dijo esto, Elizabeth se sonrojó y él añadió. —Además el clima es fresco, te hará daño si te la quitas.

—Pero tú tendrás frio. —le dijo Elizabeth preocupada.

—De echo me encuentro bastante bien.

—Gracias, te la devolveré después de clases.

—Me parece bien.

Su sonrisa era muy bonita, Elizabeth lo encontraba cada vez más agradable.

—¿Has vivido toda tu vida aquí? —le preguntó Elizabeth con interés.

—En realidad, no, nací en Edimburgo, pasé toda mi niñez ahí, pero me mudé a Nueva York cuando tenía doce años, desde entonces he vivido aquí.

—Eres escoces… siempre me ha gustado escocia, me parece un lugar mágico. —dijo Elizabeth con una sonrisa.

—¿Y que hay de ti?

—Soy originaria de California, me mudé aquí hace muy poco, por la universidad, fue dificil al principio, pero ahora estoy poniendo todo mi empeño por adaptarme, deje a mi madre y a mi padrastro y ahora vivo sola.

—Debió ser un cambio muy radical para ti.

—Si, pero no es tan malo, ya he hecho buenos amigos y eso me hace feliz.

—Espero que nosotros también podamos serlo. —le dijo Sam con amabilidad y ternura.

—Eso me encantaría. —ambos sonrieron y un silencio corto se metió entre ellos.

—Debería existir una ley que prohíba ese tipo de sonrisas, si sigue así terminare completamente embobada. —se dijo Elizabeth así misma mientras se la comían los nervios.

—Lamento que te hayas mudado a una ciudad tan caótica y peligrosa, no siempre fue así, pero ahora, la violencia a incrementado.

—Tengo la esperanza de que las cosas mejores poco apoco.

—Supongo que no hay que perder la esperanza.

De pronto, comenzó a llover y mientras trataban de refugiarse, Elizabeth se resbaló jalando a Sam del brazo.

—¡Ay!

Ambos cayeron llenándose de lodo toda la ropa.

—¿Estas bien? ¿te lastimaste? —le preguntó Sam preocupado.

—No, estoy bien, que vergüenza, perdóname, fue mi culpa, te jalé cuando me resbalé.

—¡Pff! Jaja jajaja jamás me había pasado esto, estoy lleno de lodo jajaja.

Sam reía a carcajadas tomándose la situación con humor y Elizabeth no podía dejar de mirarlo.

—¿Cómo puede reírse después de que por mi culpa se haya manchado de lodo? —pensó ella confundida.

—¡Te compraré una camisa nueva! Te pagaré la tintorería, lo prometo.

La lluvia caía sobre ellos empapándolos por completo, las gotas resbalaban por el cabello oscuro de Sam con elegancia y gracia, sus ojos se hacían más pequeños con sus sonrisas hermosas, él era mágico, no había otra forma de describirlo.

—No te preocupes, no tienes que hacer eso, hacia mucho que no me reía de esa forma jaja… ¿alguna vez deseaste detener el tiempo? —le preguntó Sam con añoranza.



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En el texto hay: romance, accion, heroes vs anti heroes

Editado: 02.08.2024

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