Elizabeth se encontraba profundamente dormida, disfrutando de esos sueños de los que uno no quiere despertar, especialmente cuando se tratan de la persona que nos gusta tanto, pero el insistente ruido de un telefono terminó trayéndola de vuelta a su realidad.
—¿Qué pasa? ¿Por qué precisamente ahora que mejor se ponía la cosa?
Elizabeth contestó la llamada sin fijarse de quién se trataba.
—¿Quién habla? —preguntó adormilada.
—¿Cómo que quién? Soy yo ¿aun seguías dormida? Jeje lo lamento.
—¿Mikea?
—¡Claro que soy yo! Arriba dormilona. —le dijo Mikea con entusiasmo.
—Estaba por levantarme jeje ¿Cómo sigue Carlos?
—Esta mejor, dice que la chica de la mascara lo salvó, yo creo que se desmayó y soñó que esa heroína lo ayudaba.
—Probablemente se golpeó la cabeza jajaja.
—Te llamaba por que eres una chica muy ocupada y probablemente moriría en la espera de un mensaje tuyo.
—Lo siento, mejoraré en eso.
—No es un reclamo, tranquila, solo quería invitarte a salir esta noche, cenaremos algo y veremos que se nos ocurre, no te atrevas a decirme que no, además Sam estará ahí.
—¿Está noche? Eh…
—Si aun no estás convencida, déjame decirte que Jane no vendrá, seremos solo la gente cool jaja.
—Terminaste de convencerme jajaja ¿crees que puedo invitar a un amigo?
—Claro, no hay problema, te veo a las siete, te mandaré la ubicación en un mensaje, te debe estar llegando justo ahora.
—Muy bien, gracias, ya lo tengo.
—Oye, vete muy linda, no quiero opacar a nadie jajaja.
—Ok, jajaja, te veo después.
Esta es la primera vez que salgo con ellos ¿Qué debería llevarme? Dice que Sam estará ahí, so me emociona un poco…
Elizabeth abrazó su almohada y gritó con la cara metida en ella, el corazón le latía muy rápido y su alegría se vio interrumpida cuando vio la hora.
—¡No puede ser! Se supone que debía estar lista desde hace una hora.
En ese mismo momento, le llegó un mensaje de Aris y ese decía lo siguiente:
—Buenos días Elizabeth, deberías bajar, Jaime es aterrador cuando lo hacemos esperar.
—¡Diablos!
Elizabeth bajó corriendo y se puso lo primero que encontró, no se había cepillado el cabello y lo tenía por ningún lado.
—Buenas tardes señorita…
—¡Lo lamento tanto! Me quedé dormida, no volverá a pasar.
—Hola Elizabeth, buenos días. —le dijo Aris con los ojos hinchados, pues aún era temprano.
—Hola ¿y el señor Ming?
—También se quedó dormido, iremos a recogerlo. —exclamó Jaime con seriedad.
—Creo que el cansancio nos pegó a todos. —expresó Aris entre bostezos.
—Eso creo jeje.
—Abróchense los cinturones chicos, le pondré velocidad a esto.
Después de un recorrido que se sintió igual que una montaña rusa, se encontraron al señor Ming esperándolos con una sonrisa.
—¡Señor Ming! —lo saludó Elizabeth con emoción.
—¿Se encuentra bien señor Ming? —le preguntó Davis al verlo algo ojeroso.
—Jajajaja, si, de maravilla, lamento el retraso queridos amigos, ya soy un viejo y necesitaba dormir un poco más de la cuenta.
—No se preocupe, solo espere durante tres horas para que todos estuviéramos listos. —agregó Jaime con una sonrisa aterradora.
—Uy, que tarde es, hoy iremos al bosque, tendrás que practicar tu vuelo una vez más hasta que lo domines.
—¿No seré el incentivo ni nada parecido verdad? Aun no supero el trauma anterior. —exclamó Aris mirándolos con desconfianza.
—Jajaja, tranquilo hoy la dinámica será diferente.
—Hasta ahora solo he podido flotar, espero pueda hacer un buen trabajo. —dijo Elizabeth con nerviosismo.
—Lo harás, además traje comida como para un día de campo jaja.
—¿Enserio? ¡genial!
Nuestros amigos viajaron por un rato hasta que por fin llegaron a su destino, un lugar alejado de la muchedumbre.
—Llegamos. —manifestó Jaime quitándose los lentes de sol.
—Es un lugar muy tranquilo y relajante, dejaremos el auto por aquí.
—¡Me encanta! —exclamaron Aris y Elizabeth al mismo tiempo y ambos se rieron por la coincidencia.
—¿Trajeron los obsequios que les dimos?
—¡Si! ¡son increíbles!
—¿Tu también tienes un traje? —le preguntó Elizabeth a Aris emocionada.
—Jaime y el señor Ming dejaron uno en mi habitación.
—Abran sus cajas. —les dijo el señor Ming y al abrirlas no había nada.
—¡No están! —respondieron ellos asustados.
—Jajaja, revisen bien.
—Mire no hay nada. —le reiteró Aris confundido.
—Sol hay una especie de gargantilla. —exclamó Elizabeth extrañada y añadió. —juraría que lo traje conmigo.
—Quiero que se pongan esas gargantillas.
—Ok…
Al instante, las gargantillas comenzaron a formar algo de la nada y parecía que mágicamente sus trajes se estaban creando.
—¿Qué está pasando señor Ming? —preguntaron ellos sorprendidos.
—No es más que nano tecnología, la gargantilla es el mecanismo que la activa una vez que tiene contacto con la piel, el traje comienza a crearse al instante.
—Es como si diminutos robots construyeran los trajes jajaja, es genial. —expresó Aris fascinado.
Aris estiró los brazos y su traje se formó de color azul marino con negro y blanco, su traje le cubría todo el cuerpo y una mascara ocultaba su identidad, nadie sabía quién se encontraba detrás de aquel increíble traje, era pegado al cuerpo, fresco y ligero.
—¡Me encanta este traje señor Ming! ¿Qué tal el tuyo Elizabet? Debe ser ge…nial…
—Se siente tan liviano…
El traje de Elizabeth era como el plumaje de los cuervos, negro azulado, hermoso, un traje completo de manga larga, con tonalidades, blancas y negras, su hermosa figura resaltaba al instante dejando a los tres sin palabras.