Esto es frustrante…no me siento bien quedándome aquí sabiendo que Elizabeth está en peligro, mientras ella se enfrenta a esos maleantes, yo solo puedo ayudarla detrás de este maldito comunicador, no puedo más con la incertidumbre, no me quedaré a salvo mientras ella arriesga su vida para salvarnos, iré a buscarla.
Aris estaba cansado de permanecer oculto, así que se apresuró para partir en busca de Elizabeth.
—Me duele mucho ¿cree que es muy grabe? —le preguntó un hombre de edad avanzada a Sam, quien tenía una herida en la pierna derecha causada por un vidrio que se le había incrustado cortándole la piel de manera profunda.
—La sangre suele ser escandalosa, no se preocupe, me quedaré con usted mientras llega la ambulancia, ya no debe tardar. —le dijo Sam con una sonrisa serena, aunque por dentro estaba preocupado por que no se desangrara.
—Gracias joven, usted solo ha sacado a casi quince personas, es un héroe, esta lleno de rasguños y su ropa esta rasgada y llena de humo y cenizas, que Dios le tome en consideración todas sus obras.
—No me agradezca, es algo que haría cualquier persona.
—Debe haber más personas entre los escombros o escondía con alguna herida grave, yo estaré bien, por favor ayúdelos, no quiero que me cuide mientras otras personas puedan necesitarlo. —le dijo el anciano con lágrimas en los ojos.
—No se preocupe joven, yo me quedaré con el señor, váyase tranquilo. —le dijo un hombre y Sam asintió con la cabeza y se fue.
—Me pregunto si ella estará bien… —se preguntó Sam en sus adentros sin poder evitar que la angustia se apoderara de su corazón.
—¡Hey! ¡por aquí! ¡necesitamos ayuda! —gritaron un grupo de hombres agitando las manos.
Sam se apresuró a socorrerlos y mientras la reina cuervo peleaba su batalla, los ciudadanos como Sam y otro grupo de valientes, ayudaban a los civiles más vulnerables.
—¿Qué no lo entiendes? Si no mueres por mi amo, tarde o temprano mi amo te encontrará, puede que conmigo sufras un rato, pero él te hará pasar por grandes sufrimientos y desearas la muerte, pero esta no llegará con rapidez, no después de haberte arrebatado la dignidad. —exclamó el jefe de los terroristas para intimidarla.
—¿Y quien diablos es tu amo? —le preguntó Elizabeth con curiosidad.
—El más grande villano de todos los tiempos, un ángel caído que ha deseado vengarse de esta asquerosa sociedad.
—¿Si es tan terrible como dices por que no viene el mismo a buscarme? ¿Qué no puede asesinarme por su cuenta? ¿o es que solo es un lunático que se esconde detrás de sus perros falderos como ustedes?
—¿Qué blasfemia es esa? ¿Cómo te atreves a expresarte así de mi señor? Maldita bruja… ¡no te lo permitiré! —el hombre se abalanzó contra Elizabeth y sacó una daga para atacarla.
—¡Ya tuve suficiente de ustedes! —Elizabeth le agarró el brazo y se lo rompió, estaba cansada de todo esto.
—¿Ya dejaron de platicar? ¡Este mastodonte no se muere con nada! — externó Ansel irritado, pues seguía luchando contra aquel hombre mutante.
En ese instante, el semi hombre comenzó a brillar de manera extraña y se infló a tal punto que terminó explotando y la luz que irradió les lastimó los ojos provocando que los cerraran bruscamente, una persona normal se hubiera quedado ciego al instante, se trataba de una distracción, el enviado de Anfernee se dirigía al centro de la ciudad a matar a todo el que se le cruzara en el camino, queria llamar la atención de Elizabeth al lugar de su muerte, una bomba masiva sería la que acabaría con su vida.
—¡Maldición! —exclamó Ansel adolorido.
—¿Qué fue eso? —preguntó Elizabeth aturdida.
—Es una maldita distracción, se dirigen al centro de la ciudad, puede escucharlos escapar.
—¿Elizabeth me escuchas? —le preguntó Aris por el comunicador y se notaba alterado.
—Te escucho. —le respondió exhausta.
—El mensajero se dirige al centro de la ciudad, va hacia el punto más concurrido, exactamente donde se encuentran los civiles, ahí están Sam y los demás chicos, tienes que apresurarte o el mensajero los aniquilará a todos. —le dijo Aris aterrado.
—No puede ser… quiere matarlos a todos… —declaró Elizabeth en shock.
—¡Démonos prisa cuervo!
Ansel y Elizabeth se apresuraron a llegar al lugar, las personas se encontraban horrorizadas, corrían sin rumbo y gritaban llenas de pánico pidiendo auxilio.
—¡Ayúdennos por favor!
—¡Socorro!
—Jajajaja, ¡escuchen bien escorias! ¡es momento de que sepan que Anfernee es el único señor de esta ciudad! ¡reconozcan su señorío o serán castigados! jajaja. —el mensajero estaba ansioso por masacrarlos a todos, era un psicópata deseoso de ver como todo se iba a la ruina.
Eran un total de diez hombres los que acompañaban al mensajero, sin contar a los semi humanos que eran bombas humanas y a quienes había hecho explotar sin piedad, uno por uno como si no valieran nada.
—¡Disfruten el espectáculo de pirotecnia! ¡jajajaja!
—Es un demente… ¿Qué no le importa hacer todo este daño? —expresó Aris contemplando todo, el corazón le dolida y no pudo evitar sentir pena por esos hombres desafortunados.
—Llegó el momento jajajaja, el señor Anfernee estará muy satisfecho con el trabajo.
—¡Ya basta mensajero! —gritó Elizabeth desde el otro extremo.
—Es ella… —susurró Sam al verla en toda su majestad.
—Ya fue suficiente, no dejaré que sigas lastimando a las personas inocentes. —le advirtió la reina cuervo furiosa.
—¿A sí? ¿y que harás al respecto?
—te haré pedazos…