Graduarse fue maravilloso, pero la verdadera pesadilla es encontrar empleo, Piero no sabe que más hacer, todas las agencias de empleo le dicen lo mismo… experiencia, recomendaciones, más experiencia…. ¡Cómo va a tener experiencia si nunca le dan una oportunidad! Es por eso que decide trabajar en lo que sea… así comienza la historia.
¡Por favor necesito un trabajo pero ya! ¿Sería posible que revisara de nuevo para verificar si no hay algo para mí? – Pedía Piero con ojitos de cachorro a la señora que lo atendía en la agencia de empleos como por milésima vez esa semana –
¡Ya se lo dije señor Barone! he revisado y nadie pide un administrador sin experiencia…es difícil pero…
¡Por favor! Que sea en cualquier trabajo entonces… no sé, limpia botas, camarero… asistente…
¡Déjeme verificar! – Exclamó la señora cayendo ante el encanto de ese hombre desesperado, algo tenía que haber –
Bien… hay una vacante para asistente…
¡Perfecto… lo tomo! – Dijo rápido Piero muy feliz de tener una luz en el camino –
Sí, bueno… debo decirle que esta persona habilita la vacante casi cada semana – Decía haciendo una mueca al mismo tiempo de algo así como… ¡Es un trabajo difícil! –
Está bien… debe ser porque no ha encontrado al asistente correcto, yo acepto… ¿Quién es? ¿Él es alguien importante?…
¡Sí es muy importante! Pero no es él… es ella… - Corrigió la señora imprimiendo toda la información que Piero necesitaba para presentarse a la entrevista –
¡Ah… bien! Mejor entonces, más dulce el trabajo… - Piero se asustó cuando la señora se empezó a reír… ¿Acaso había dicho un chiste? –
Le aseguro señor Barone, que esta mujer no es para nada dulce… unos la tildan de bruja, otros de monstruo… pero su apodo oficial es reina de hielo – Decía entregándole a Piero la hoja de datos –
¿Reina de hielo?...
¡Sí! la reina de hielo… tan hermosa como despiadada, con sólo verla da pavor, ella no perdona las incompetencias de sus empleados mucho menos de sus asistentes, pareciera que no tiene corazón… aunque por eso el apodo, dicen que lo tiene congelado… ¡Pobrecita! ¿Qué trauma tendrá? – Piero no daba crédito a lo que escuchaba… ¿De verdad era tan mala? –
Muchas gracias por los datos, mañana mismo me presento a la entrevista en la empresa…
¿Le puedo dar un consejo? – Dijo la señora mirando a Piero –
¡Claro…! Diga…
Báñese con ruda, agua bendita y cargue una cruz… además de la que anda en el cuello, no está de más prevenir – A Piero le causó gracia esas palabras, ¡No era para tanto! ¿O sí? –
Al día siguiente Piero se preparaba para asistir a su entrevista, estaba nervioso, no debió poner mucha atención al cuento que le dijo la señora de la agencia de empleos, ¿Ya era muy tarde para bañarse con agua bendita? Le sudaban las manos no sólo porque deseaba, necesitaba el trabajo, sino porque también sabía que su jefa era una leona que puede devorarte en un segundo, llegó temprano y tuvo que esperar por un momento, estaba nervioso pero aún así notó que no había nadie más sentado junto a él, parecía ser el único interesado en el puesto… ¿Será?
¡Ahí viene! – Escuchó que exclamó alguien corriendo a encerrarse en una de las oficinas… y fue ahí donde la vio venir… con ese caminar y movimiento de caderas que acelera el corazón de cualquier hombre que tenga ojos, un vestido terriblemente ajustado que marcaba su figura de barbie, un cabello largo y sedoso perfectamente arreglado, tacones altísimos que destacaban sus pantorrillas deliciosamente torneadas, manos angelicales, rostro perfecto… ¡Esa mujer era toda una muñeca!
¡Sí quiero que me devore esa leona! – Exclamó Piero sin darse cuenta con la boca abierta… ella se estaba acercando tan altiva como bella, al acercarse Piero percibió el aroma de su perfume… irónicamente muy dulce, Alexandra lo miró por encima de su hombro y le dijo a la pobre secretaria que la acompañaba tratando de seguir su paso –
¿Él es el único? – Dijo con la voz más sensual y provocativa que Piero haya escuchado jamás, hasta casi no nota la mirada despectiva que le lanzó Alexandra -