La Reina de Hordaz

11. Gárgolas; la orden de los Caballeros Rojos (Parte 2)

El Duque Omalie dormía plácidamente sobre el cálido pecho del Barón Brandon. El sol ya entraba por las ventanas y el viento movía las cortinas, pero ellos ni siquiera parecieron notarlo. Habían decidido dormir hasta muy tarde y permanecer sumergidos en su felicidad, abrazarse y besarse antes de entregarse nuevamente a un mundo en donde los condenarían si descubrían su clandestina relación. Pero entonces, una de las criadas del Barón, una mujer joven y que sabía perfectamente los sentimientos del Barón por el Duque, aporreó la puerta de madera con golpes y gritos.

—¡Señor, señor! —Omalie y Brandon despertaron y sus corazones comenzaron a palpitar con fuerza, sobre todo cuando la mujer exclamó—: Hay problemas en el castillo, han intentado asesinar a la reina.

—Ileana —Omalie se levantó de golpe, comenzó a vestirse y sus manos comenzaron a temblar. El Barón también se puso su ropa.

—Trata de mantener la calma, la Novena Legión jamás permitiría que la tocasen —pero Omalie seguía sumergido en sus pensamientos—. Iré contigo.

—No —el Duque lo detuvo antes de que pudiera dar un paso más—. No sé qué ha sucedido pero no quiero arriesgarte. Nadie se puede enterar de lo nuestro, y si nos ven llegar juntos podrían sospechar.

—Ten cuidado. Cualquier cosa que necesites no dudes en pedírmela.

El Duque se regresó y le dio un beso en los labios, un gesto que más que para tranquilizarlo a él, era para tomar valentía.

—Llévate uno de mis caballos para que llegues más rápido.

—Gracias —y entonces el Duque se fue.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.