Y para el momento en el que la noche cayó y la penumbra del bosque los envolvió por completo, un fuego cálido y seguro crepitaba frente a ellos. Básidan se quitó su larga capa negra y se la colocó sobre los brazos a Surcea para que esta no tuviera frío.
Ella aceptó la capa y se la reacomodó sobre su cuerpo, pero sin bajar la guardia ante la actitud tan caballerosa del general.
Kendrich se acomodó cerca de ella, miró una vez más al cielo y entonces exclamó:
—¿Qué es lo que deseas saber?
—Básicamente todo. Me he quebrado la cabeza tratando de entender, pero es que no puedo. ¿Quién eres y de dónde vienes?
—Ya te lo he dicho. Pertenezco a la congregación del Emperador Augusto y soy un cazador de brujas.
—¿Solo de brujas?
—Son el ser más poderoso que existe en el mundo.
—¿Y los brujos no entran en esa categoría, o solo por ser varones no los persigues?
—Es muy rara la existencia de brujos, y aunque lo deseen, no tienen el mismo nivel de poder que una bruja.
—¿Por qué nunca mataste a Priry si sabías que era un brujo?
—Porque desde que lo conocí, estuvo al servicio personal de la reina. Si yo lo hubiese matado, hubiese desatado la furia de Ileana, y no me convenía hacerlo ya que ella era la protectora de la Espada Carver.
—Es una razón muy válida.
—Es, la razón.
—Siguiente pregunta. ¿De dónde vienes?
El rostro de Básidan se volvió acerado.
—Prefiero no responder a eso. No me gusta hablar de mi infancia. Soy el general de los Caballeros Blancos y con eso es suficiente.
—Caballeros Blancos —Surcea entornó los ojos—, ¿y por qué siempre vistes de negro? ¿No se supone que deberías ponerte un traje blanco?
—Eso es una respuesta que no va a gustarte.
—Dila de todos modos.
—Lo viste con Hidran; el blanco hace más visible la sangre, mientras que el negro la oculta por completo.
—Tienes razón, no es una respuesta que me haya agradado.
—¿Algo más, Lady Surcea?
—¿Quién te habló de la Culebra Káltica, o cómo es que supiste que era el tío de Ileana?
—Antes de que yo me convirtiera en soldado inicial del clan «CB», Cazadores de Brujas, existió un primer equipo de Caballeros Blancos. A ellos se les dio la alerta de la terrible tormenta que se había generado en el Mar Káltico y del enorme dragón que cruzó el cielo mientras se dirigía hacia Hordáz. Cuando llegaron a donde la batalla había tenido lugar, solo pudieron encontrar pedazos destrozados del barco y algunos cadáveres de los marinos flotando sobre las olas.
»Fue gracias a una bandera que los cazadores se dieron cuenta de que aquel barco pertenecía en realidad a la flota armada de Hordáz, y que en ella viajaban los dos reyes y el hermano del Rey Hiluzan. Pero la verdadera historia no se supo hasta que encontraron a un solo sobreviviente. El hombre había sobrevivido nadando y usando un barril de madera como flotador. Los Caballeros Blancos lo subieron a bordo, atendieron sus heridas y consiguieron un poco de información. Pero a las pocas horas, el marino no consiguió llegar a tierra y pereció en medio del viaje hacia Kair Rumass.
—Pero, ¿por qué llevarlo a Kair Rumass en lugar de llevarlo a Hordáz?
—Para interrogarlo. Pero como ya te lo dije, no logró llegar con vida.
—Me sorprende que Kair Rumass haya sido el primero en enterarse de la tragedia.
—La congregación del Emperador es como una pirámide, una jerarquía de niveles y habilidades. En el fondo se encuentran los Cazadores de Brujas llamado normalmente el Clan «CB», después está el grupo de los cinco Caballeros Blancos, y hasta arriba, en la punta y coronándose como nuestro mando supremo, está el Emperador Augusto. Solo los cazadores más experimentados y hábiles que formamos parte de los Caballeros Blancos podemos olfatear la magia, incluso si esta se encuentra a Kilómetros de distancia. Cuando Hidran liberó su poder para formar la tormenta, era lógico pensar que un aroma como ese llegaría a nuestro país.
—¿Y qué les dijo el marino antes de morir?
Un nuevo suspiro por parte de Básidan hizo mover algunas hojas del suelo.
—Les narró la historia de un hombre, un hechicero que había salido de los camarotes proclamándose ser la criatura más poderosa de toda Zervogha. Les habló de cómo la reina Arkansa Emilia Barklay mostró la poderosa Espada Carver y se la clavó en el vientre para detener a Kinabraska. Finalmente confesó que ese hechicero había sido el hermano del rey, Hidran Harolan, y que se había tirado al océano tras jurar que regresaría.
»Durante años la Congregación de los Cazadores estuvieron buscando la Espada Carver en las profundidades del Mar Káltico, pero no pudieron hallar nada. Los primeros Caballeros Blancos envejecieron y se retiraron, fue entonces que yo ascendí, de ser un simple soldado, a convertirme en el General de los Caballeros Blancos. Tiempo después llegaron mis compañeros actuales.