Hidran terminaba de lavarse la mugre de su rostro. Después de un largo recorrido, lograron encontrar un pequeño riachuelo en el que pudieron lavarse y descansar.
—Te debo una disculpa —Fiodor se sentó a su lado, con la mirada fija en la corriente de agua y sus manos apoyadas sobre sus rodillas—. Lo que dije sobre los brujos…
—Nunca habías visto a uno. Lo entiendo.
—¿Por qué nunca me lo dijiste?
—Tenía miedo. Hasta donde tengo entendido, los Caballeros Blancos asesinan y queman a los seres con magia, y los brujos no somos la excepción.
—Tengo tantas preguntas, Flavio…
—Hidran. Me llamo Hidran.
—¿Cómo demonios llegaste al Foso de David siendo un brujo?
—Ni yo lo sé. El día que me detuvieron, escuché decir al general de los Caballeros Blancos que para investigar mi inocencia primero debían someterme a una prueba de magia. Fue cuando acepté haber cometido el crimen. Después de eso simplemente dio la orden de encerrarme. Fue una suerte que ya no estuvieran interesados en hacerme la prueba.
—Si tenías magia, ¿por qué no la utilizaste para escapar antes de que te encerraran?
—No podía. Llevaba las manos y los ojos atados; no tenía control de nada.
—Entonces es verdad.
—¿Qué cosa?
—Que la magia no funciona dentro del Foso de David. ¿O por qué nunca la utilizaste?
—Lo intenté; pensaba asesinar al centinela que me recibió pero no pude. Algo me bloqueó y tiempo después dejé de intentarlo. ¿Por qué crees que pasó eso?
—Hace muchos años escuché rumores, pero jamás creí en ellos. El Foso de David es especial, y hasta cierto punto puedo decir que está maldito.
—Bueno —Hidran se limpió las rodillas y se puso de pie—. No volveré solo para averiguar por qué mi magia no funcionó.
—¿Vas a irte?
—Iré a buscarla —le mostró el anillo de su dedo.
—Mucha suerte.
—¿Qué harás tú?
—Quizá viaje al sur, hacia Devol y comience una nueva vida, sin asesinatos ni trabajos que impliquen explosivos. Buscaré un trabajo decente y ya después pensaré en cómo recuperar todos esos años perdidos.
—¿Por qué no buscas a tu antigua novia?
—No quiero seguir lastrándola a mis tragedias. Ella se merece ser feliz, y a diferencia de ti, yo no tengo la seguridad de que me haya esperado.
Si antes Hidran valoraba la confianza y el amor que existía entre Olgha y él, ahora lo valoraba más.
—Adiós querido amigo, y buena suerte.
—Gracias a ti, Flavio, me has liberado de todas mis cadenas; del Foso y de mi pasado. Te estaré eternamente agradecido.
Y sin más, cada uno tomó caminos diferentes.