La Reina de Hordaz

38. Una alianza de sangre y fuerza (Parte 1)

Lelé le ordenó a Oratzyo que tendiera a Priry sobre su cama, que le quitara las cadenas y que fuese en busca de un médico. El brujo estaba mal, la fiebre no había mermado y las heridas profundas de los azotes no tardaban en gangrenarse.

Ileana lo contempló desde lejos, veía su pesado respirar y sus quejidos agonizantes. Su símbolo había dejado de brillar, y ahora solo quedaba un escaso vestigio de la serpiente. Sin que ella misma pudiera creérselo, Lelé se acercó a él, ocupó un pequeño banquito que había junto a su cama y colocó su mano sobre la frente de Priry.

—Ileana, no me quiero morir —le dijo él.

La reina desbordaba un soberbio desdén.

—¿De verdad? Después de todo lo que te he hecho, ¿todavía quieres aferrarte a la vida?

—Ileana, no me cuestiones, por favor.

Lelé apartó su mano de él. Le aterró el estremecimiento que pudo sentir cuando Priry la miró.

Una parte de ella lo detestaba, lo aborrecía y deseaba seguir alargando su sufrimiento. Deseaba hacerle pagar cada lágrima que lloró, cada trozo de su corazón partido, y cada palabra bonita que al final se había vuelto una mentira. Ileana lo odiaba, le despreciaba por haberla engañado y envuelto en un abominable plan, pero también sentía pena y lástima por él. Priry aún tenía muchos errores por los qué pagar, y aunque Ileana pensaba que solo a ella la había herido, lo cierto es que existió otra persona, una mujer, a quien el brujo le causó mucho más daño.

La reina se cruzó de brazos, caminó hasta la ventana y dejó que el viento le volara su hermoso cabello blanco.

—¿Qué pasó realmente con tu esposa? —preguntó. Sabía que Priry tenía fiebre y dolor, pero tampoco estaba incapacitado para responderle. Sin embargo, lo que el brujo contestó la dejó totalmente perpleja.

—No sé de qué me estás hablando.

—De tu esposa, la mujer a la que vendiste.

—Ileana, no te entiendo.

—¿Ahora lo has olvidado? Hidran me dijo que habías vendido a tu esposa por unos malditos renichos —el gesto de Lelé se amargó—. Me dijo que ella estaba encinta cuando la vendiste.

Priry cerró los ojos tratando de entender las palabras de la reina, pero lo cierto es que no recordaba nada de una venta. Y es que por más que lo intentara, el brujo no podría recordarlo. El patrón de intercambio no se lo permitiría. Priry había conseguido el código de la bóveda que protegía la espada Carver, pero a cambio, el patrón le había arrancado el recuerdo de cuando él vendió a Esmerari a los Zopilotes Nórdicos.

Lelé regresó su atención a la ventana, aferró sus delgados dedos blancos sobre el mango de la espada y su valentía se acrecentó, volviéndose peligrosa.

Se acercó al hombre que perecía y su instinto le susurró apuñalarlo. Una sola estocada de la espada maldita conseguiría tomar su alma y despedazarla, en caso de que la reina no decidiera traerlo de vuelta.

Priry tenía los ojos cerrados, aniquilados por el sueño y el cansancio. El sudor le cubría su cuerpo desnudo por debajo de las sábanas, y las palpitaciones de su errático corazón le azotaban los oídos. No fue capaz de ver a Lelé acercándosele, levantar el arma con ambas manos y temblar mientras se preparaba para atravesarle el pecho blanco. Pero de pronto, el símbolo que los unía llevó a Ileana a ese primer beso.

—Ya me has robado el aliento y el sueño de mis noches, no sé qué más podrías robarme.

—Recuerda lo que te dije hace tiempo. Soy el rey del hurto y del engaño.

Desde ahí el vínculo comenzó a materializarse, solo que el símbolo representante se formaría mucho tiempo después, cuando Ileana abriera sus poderes arcanos.

«No lo mates, por favor, aun quiero hablar con él».

La mirada de Lelé tembló cuando un extraño susurro le acarició el oído derecho. Ella se dio la vuelta, pero por más que buscó, no encontró a nadie. La reina bajó su espada, y justo cuando lo hizo, Oratzyo y un médico —bastante temeroso—, entraron a la habitación. Lelé miró a Priry, escondió la espada detrás de su cuerpo y le indicó al hombre que lo curara. Después se marchó.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.