La Reina de la Magia

Del Odio al Amor

El día siguiente comenzó con un entrenamiento matutino. Melissa estaba esperando el transporte público cuando Rainbow se apareció.

—Hoy vas a tener que hacer algo especial para comenzar con el entrenamiento.

—Tengo muchos exámenes el día de hoy… no creo poder hacer algo así.

—Aún no te he dicho que debes hacer —regañó el hada—. No voy a poder con tanto pesimismo…

—No es pesimismo, es que tengo que pasar las materias.

—¿Te gusta alguien?

Esa pregunta hizo que la chica se quedara impresionada.

—¿Qué tiene que ver con la magia?

—Mucho más de lo que te imaginas. El amor es parte esencial de la magia, si estás enamorada, puedes alcanzar niveles impresionantes de poder. Tan solo mira a Cupido, es de los seres mágicos más poderosos del Universo.

—Todo el mundo lo odia, al menos aquí, en el Mundo Real.

—Eso es por los humanos, pero no quiero entrar en detalles. Para comenzar con tu entrenamiento, deberás decirme si te gusta alguien.

—No.

—¿No?

—No me gusta nadie —dijo ella al sonrojarse.

—No me quieres decir que te gusta alguien…

—¿Por qué no me crees?

—Porque soy un hada, puedo sentir el amor en las personas —respondió Rainbow—. Sé que te gusta alguien.

—Entonces, ¿Por qué me preguntas?

—Porque el primer paso es que aceptes que te gusta esa persona. No tiene caso que yo lo diga.

La chica guardó silencio. En ese momento, Rainbow tuvo que desaparecer porque el transporte público se acercaba a la parada.

 

Por otro lado. Roxanna estaba lista para entrar a ese Colegio.

—Espera un momento, no es necesario que hagas esto —Arthur la detuvo—. Tu única misión es atacar a quien tenga la joya, no a jugar a ser estudiante.

—Ya te dije cuál es mi intención. Voy a separar a Arturo de Rudy, así no tendré obstáculos.

—Ese es el plan más idiota que he visto. Sabes donde vive ese niño, tú misma deberías ir a buscar la joya en esa casa.

—¿Por qué no vas tú? Si te crees mejor que yo para cumplir con esto, no debería haber ningún inconveniente en que vayas… o, ¿si lo hay?

Arthur no dijo ni una palabra.

—No te puedes acercar a esa casa por alguna razón, ¿verdad? —siguió sin contestar—. Así que déjame hacer las cosas a mi manera. No me importa que fue lo que dejaste en el pasado, futuro, o sea cual sea la época de la que escapaste, yo sé perfectamente qué debo hacer ahora.

—¿Qué vas a hacer?

La chica se detuvo, esa era la pregunta que menos esperaba de él.

—Ya lo sabes…

—¿Vas a separar a dos amigos como la zorra que eres?

Volteó al oír esto.

—¡Cállate! ¡No te atrevas a insultarme de esa forma!

—No es un insulto, es la verdad. Solo me estás usando para pasear por un mundo que no conoces. No te tomas una relación en serio.

—¿Y tú? Tú eres peor que yo —respondió ella, con una sonrisa de burla—. No te necesito, puedes regresar al Mundo de la Oscuridad cuando quieras.

Fueron las últimas palabras de Roxanna antes de irse. Arthur ya no pudo responder a eso, había una razón por la cual él tenía tantos límites para llevar a cabo esa misión.

 

Las clases comenzaron sin ningún problema.

—¡Qué sorpresa ver que llegaste temprano hoy! —felicitaba Arturo a Melissa.

—¿Eh? Tú también llegas tarde siempre —se defendió.

—Ah, sí, pero yo puedo pasar desapercibido por los maestros.

—¡No es justo! —la chica cruzó los brazos mientras que él se reía.

Los demás estaban en sus propios temas de conversación, a excepción de Catherine, que veía cómo su amiga se llevaba bien con el chico que le gustaba.

—¿Qué le pasa a Melissa? ¿Por qué de repente se hizo amiga de Arturo?

—Bueno, solo están conversando, Catherine. No es algo que deba preocuparte —dijo Tania, con voz tranquila.

—Yo veo más que una simple conversación.

—No seas paranoica —comentó Carol—. Deberías aprovechar para ir y hablarle.

—Ni de broma. Voy a hacer el ridículo si me acerco así.

Libby también veía esa escena, ella estaba muy contenta de ver a su amiga platicando con Arturo.

 

Todo iba muy bien, hasta que Roxanna llegó al salón.

—Buenos días, profesora —saludó, llamando la atención de todos—. Me dijeron en la dirección que debía transferirme. Verá, yo estaba en el grupo 1.7 y ahora me toca estar en el 1.8

La profesora se acercó y tomó la hoja de transferencia.




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