La Reina de la Magia

Plan de Conquista

Con todo el alboroto, los alumnos no tuvieron clases ese día, pero estaban en la escuela para saber más sobre esos concursos. Christopher había dejado a su gente a cargo de las promociones. Muchos jóvenes se interesaban en los concursos de canto y las chicas estaban entusiasmadas en conocer a las bandas que vendrían a la ciudad.

—¿Así que esto es un teatro? ¿Solo estás fingiendo que te interesan los adolescentes? —preguntó Roxanna, después de que Christopher le explicara todo lo que había sucedido.

—Exacto. Ustedes están buscando esa Joya Misteriosa y, al mismo tiempo, están combatiendo a dos personas que obtuvieron poderes mágicos. ¿No creen que necesitan un ejército?

—Yo tengo un plan que es mucho mejor que el tuyo —aclaró Roxanna—. No necesito ayuda de nadie. Además, no confío en ti, esa joya no debe caer en manos equivocadas. Si la Reina Ámbar se entera de esto, estoy segura de que se deshará de nosotros sin dudarlo —dijo la chica al mirar a Arthur.

—No te preocupes, Roxanna. ¿Por qué no vas a conquistar a ese chico que llamó tu atención? Solo has estado haciendo eso.

—¡¿Cómo te atreves a hablarme así?! —gritó la chica— Después de que revelaste todo acerca del Mundo de la Oscuridad, ¡no tienes ningún derecho! Lo que hiciste es peor.

—¡Ya habíamos hablado de eso antes! ¡Quedamos en que cada quien haría lo que se le diera la gana!

—Pero no esto… acabas de poner en peligro nuestra existencia.

—Christopher no dirá nada, sabe perfectamente que si lo hace quedará como un imbécil.

—Puedo apostarte lo que quieras a que le interesa quedarse con la Joya Misteriosa.

—¡Es mentira! —intervino el Director— Yo no quiero quedarme con esa joya, prefiero quedarme con esa chica.

Arthur y Roxanna voltearon hacia donde él señaló. Notaron que se trataba de Melissa, la chica pelirroja que estaba interesada en los concursos.

—Esa tipa es un obstáculo… —murmuró Roxanna, pero su expresión de enojo cambió a una expresión maliciosa— ¿En serio te interesa?

—Sí. Hablo en serio.

«Si separo a Melissa de Arturo, sus poderes mágicos no serán una amenaza. Así, solo me enfrentaré al niño.» Pensó, olvidándose de su molestia hacia Arthur.

 

Mientras tanto. Melissa se acercó a sus amigas…

—Se ven muy interesantes esos concursos.

—Olvídalo, eso de participar es de chicos de secundaria —dijo Catherine.

—Yo también pienso que es divertido —comentó Carol.

—Si quieren participar ustedes, adelante —recalcó la chica que no estaba para nada emocionada—. Melissa, tenemos que hablar.

La joven tragó saliva y asintió, no le quedaba otra opción. Fueron a un lugar apartado de la escuela, Libby las siguió por si las cosas se ponían feas, pues Catherine era muy agresiva.

—¿De qué quieres hablar? —preguntó Melissa, un poco nerviosa.

—Creo que ya es momento de que aclaremos este asunto, sin que las demás chicas se involucren. Sabes que a mí me gusta Arturo, ahora, la pregunta es: ¿a ti te gusta él?

Melissa quedó asombrada por lo directa que era su amiga. Libby, que estaba escondida, también se sorprendió.

—Responde.

—¡Ah! Eh… yo…

Catherine esperó.

—Perdóname, Catherine… pero… —empezó a sollozar— Sí… él me gusta…

—¿Ves? No te costaba trabajo decirlo. ¿Por qué no nos dijiste?

—No quería tener problemas contigo… eres mi amiga —respondió, con los ojos llenos de lágrimas, aún sin llegar al llanto.

La joven soltó un suspiro, no quería hacer que Melissa se sintiera así, pero se trataba de una chica muy sensible.

—No hay ningún problema. Solo me molestaba que trataras de fingir que él no te gustaba cuando era todo lo contrario. A partir de ahora, seremos rivales. No voy a dejarte a Arturo tan fácilmente —dijo en tono desafiante.

Melissa ya no dijo nada.

 

Libby estaba muy asombrada…

—Oye, ¿todos los alumnos de este colegio corriente son entrometidos? —se escuchó una voz detrás de la rubia.

Luis estaba pasando por el lugar donde Libby se encontraba espiando. La chica dio media vuelta para encararlo.

Al momento de mirar su rostro, él quedó totalmente impresionado. Nunca había visto a una chica tan hermosa como ella. Su cabello largo y rubio adornaba el contorno de su cara, sus ojos eran azules como el cielo de un bonito día y su expresión era tan encantadora.

—¿Qué dijiste? —preguntó ella, tan inocente y sin sentirse ofendida por el comentario anterior; por lo sorprendida que estaba, no escuchó bien del todo.

—Ah… Nada. No dije nada…

—Bien… —la chica volteó para mirar hacia el lugar donde estaban Catherine y Melissa, estaban… porque ya se habían ido— ¡Oh, no! Tengo que irme.




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