Regresando a las horas de clase. Karen estaba muy molesta por lo que había ocurrido en la cafetería, se sentía humillada. Tenía que hacer algo para vengarse de Catherine. La clase estaba en silencio, los alumnos anotaban lo que estaba en el pizarrón. Melissa miró a Karen, luego, recordó lo que le habían dicho de Roxanna y volteó hacia ella. Ahora podía ver esa aura oscura que la rodeaba. La chica se dio cuenta y la miró. Las dos sostuvieron la mirada por unos segundos, hasta que Melissa regresó a lo que estaba haciendo, escribir en el cuaderno.
«Voy a tener que apresurarme…» Pensó Roxanna.
Saliendo de clases, todos los alumnos iban caminando…
—Fue increíble lo que pasó en la cafetería —decía Arturo—. Era verdad lo que decías, Héctor, Catherine es muy agresiva.
—Te lo dije.
—Karen es su amiga y mira como la trató —agregó Mariela—. Por eso no quiero que le hables, ninguno de ustedes… —aclaró— …no es seguro que estén con ella.
—¡Guarden silencio! Karen se acerca… —dijo Víctor, rápidamente al notar eso.
En efecto, Karen llegó a donde estaban Arturo, Mariela, Héctor y Víctor.
—No me vengas a reclamar a mí, es mi hermana, pero yo no tengo nada que ver —dijo Héctor.
—No vengo por eso. Quiero hablar con Arturo.
—¿Sobre qué? —preguntó Mariela.
—¿Puede ser en privado?
—Lo que quieras decirle, dilo enfrente de todos. ¿No es así, chicos?
Todos estuvieron de acuerdo con Mariela…
—Está bien. Supongo que así es mejor…
—¿Qué quieres decirme? —Arturo estaba un poco confundido.
—Catherine está muy molesta por algo, ¿quieres saber de qué se trata?
Hubo silencio.
—Ella está molesta porque sabe que le gustas a Melissa.
Esto dejó impresionados a todos, Mariela no podía creer lo que estaba escuchando en ese momento.
—Ahora ya lo sabes. ¡Bye!
—¡Espera! —Arturo reaccionó…— ¿Es verdad lo que estás diciendo?
Mariela se le quedó viendo, no era lo que esperaba que él preguntara, se vio tan interesado en esa tipa pelirroja.
—No es necesario que me creas, solo quería que lo supieras —respondió Karen, al retirarse.
Todos se quedaron impactados.
—¿Por qué quieres saber si es verdad? —Mariela reaccionó e hizo la pregunta.
—Bueno…
—Es porque a ti también te gusta ella, ¿verdad? —preguntó Víctor.
Arturo estaba confundido y no podía admitirlo en ese momento…
—No tiene nada de malo. Deberías ir y preguntarle directamente —aconsejó Héctor.
—No podemos confiar en lo que dice Karen —intervino Mariela, tratando de hacer a un lado a los demás—. En estos momentos está enojada con Catherine que diría cualquier estupidez… ¡no le creas, Arturo! —suplicó.
—La verdad no sé cómo tomar esto…
La joven estaba muy molesta, pero no quería verse obvia, ya había tenido suficiente como para crearse problemas con Arturo. «¡Tengo que hacer algo!» Fue lo que pensó.
En el parque de la ciudad, horas más tarde…
—Ahora ya no tienes a tu mejor amigo para que te defienda —amenazó Roxanna—. ¡Dime donde está la Joya Misteriosa!
Rudy cayó en la trampa. Roxanna le había mandado un mensaje haciéndole creer que Arturo lo citaba en el parque. Ya era el momento de deshacerse de él sin ninguna interrupción.
—No me importa pelear en este parque contigo, ¡ya no te tengo miedo!
—Todo esto se puede evitar si me entregas la joya.
Rudy hizo grandes bolas de energía.
—Veo que has mejorado, pero debes saber que yo soy una bruja muy poderosa.
El niño lanzó sus poderes mágicos hacia ella… sin ningún esfuerzo, ella absorbió ese poder. Rudy quedó sorprendido.
—Eres bueno con los poderes mágicos. Es una lástima que te falte el elemento más importante.
—¿De qué hablas?
—Sería una mala idea decirte de que se trata. Eres muy pequeño como para saberlo…
Rudy estaba muy tenso, ¿Cómo podía enfrentar a esa bruja si absorbía su magia como si nada?
—Bien, si no me dices donde está la Joya Misteriosa, voy a tener que consultarlo con tu hermana.
Se preparó para atacar y Rudy esperaba el ataque, no tenía escapatoria en ese momento.
—¡Roxanna!
Esa voz hizo que ambos miraran a la chica que estaba parada cerca de ellos. La bruja desapareció la magia concentrada en su mano… había sido descubierta por quien menos pensaba. Rudy aprovechó la oportunidad para salir corriendo.
—Mariela… no pensé que tú…