La Reina de la Magia

Aliadas

Un nuevo día en la escuela. Catherine había reunido a todas sus chicas para hablar en privado…

—Primero quiero aclarar que no tengo ningún problema con Melissa, debo aceptar que nunca tuve oportunidad con Arturo.

—Gracias, Catherine —dijo la pelirroja.

Todas estuvieron contentas porque eso no afectó en su amistad.

—Estamos felices por ti, Melissa —felicitó Tania.

—Sí, ya no podemos pelearnos por esas cosas —dijo Karen.

Libby y Melissa se miraron, estaban felices también.

—Bien, chicas, ahora tengo algo que decirles… —Catherine se puso seria— Desde el principio, supe que ese Luis era muy extraño.

—Cierto, actúa como si no conociera nada de nuestra ciudad —comentó Melissa—. Como el servicio de la cafetería, el transporte público… ni siquiera sabe comprar café de las máquinas.

—Exacto, y todo eso no debería ser nuevo para él, en México existen las mismas cosas —dijo Catherine, teniendo esa información de su hermano Héctor.

—¿A dónde quieres llegar con eso? —preguntó Carol.

—Luis Beenzi es de la familia Beenzi, una de las familias más importantes de México. Su padre es italiano y su madre es mexicana, él nació y fue criado en México, hijo único. Dueños de una de las empresas más importantes en la industria automotriz, Luis fue instruido para convertirse en un genio de la robótica, siendo una de sus funciones automatizar los procesos de las fábricas de su padre.

—Por eso estaba ayudando a Tania… —comentó Melissa.

—Sí, y él está aquí porque quiere abrir una sucursal —comentó la mencionada—. Su padre no lo dejaba salir del país por alguna razón, así que tuvo que decir que debía ayudarme con mi proyecto de ciencias. Dijo… ‘Aprovecharé ese viaje para estudiar Foreverfree City y proponer una idea de negocios.’

Todas las chicas se quedaron pensativas.

—Eso lo hace más atractivo —dijo Karen.

—Claro, te tenía que interesar el dinero —agregó Carol.

—De cualquier forma, yo no tengo oportunidad con él. Ella es la que le gusta —dijo al señalar a Libby.

La rubia quedó totalmente sorprendida…

—¿Por… por qué yo?

—Cuando vimos que Luis se acercó a ustedes, pensamos que era porque le gustaba Melissa, y ahora que ella tiene novio, vemos que sigue su interés. No hay duda de que eres tú, Libby —explicó Karen.

Todas miraron a la chica. Ella simplemente no lo podía creer, todo el tiempo lo había visto como a un amigo.

—Deberías tener una cita con él.

—Si te casas con él, serás rica.

—No lo desaproveches.

Animaron todas, excepto Tania y Melissa…

 

Mientras tanto, en el salón…

—¿De qué quieres hablar, Mariela? —preguntó Arturo.

—No entiendo nada… ¿Por qué eres novio de Melissa? Ustedes no se llevaban bien al principio.

—Ah… era sobre eso.

—¿Qué fue lo que hizo que la eligieras? ¿Cómo pudo pasar algo así?

—De acuerdo, Mariela. No estoy dispuesto a darte explicaciones. Melissa es mi novia y no hay más que decir.

—¿No te das cuenta del error que estás cometiendo? Esa chica no es de confianza, no tienes idea de las cosas en las que está metida.

—¿A qué te refieres?

—Ella… ella es una bruja.

Arturo quedó impactado por tal afirmación, ¿Cómo era posible que Mariela dijera eso?

—Sé que te sorprende que yo sepa, pero la he visto. Usó sus poderes y… ¿recuerdas a Henry? Ella hizo esa transformación para acercarse a ti porque dudaba de sí misma. Por lo que veo logró grandes resultados, ahora puede estar contigo todo el tiempo.

—¡Basta! Deja de decir todas esas estupideces, Mariela. No sabes absolutamente nada de ella, así que déjala en paz.

El joven dio la vuelta para retirarse…

—Arturo, ¡espera!

Se detuvo, pero no volteó.

—Estoy preocupada por ti. No quiero que te pase nada malo.

—No es necesario que te preocupes.

—Sí, lo es. Tú me gustas mucho.

Mariela se atrevió a declararse…

—Desde que nos conocimos pensaba que podíamos estar juntos en el futuro…

Él no lo podía creer.

—Lo siento mucho —dijo al voltear, para ver un rostro triste—. Para mí siempre has sido una amiga.

Esas palabras fueron muy dolorosas, sin embargo, era necesario decirlas.

—Perdóname.

Arturo ya no esperó ninguna respuesta y salió del salón. No había alumnos por ser hora libre, Mariela se había quedado sola. Con lágrimas en los ojos y un coraje guardado en su ser.




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