Los días pasaron después de todos esos sucesos, tragedias y pérdidas materiales. El grupo de Melissa pasó del primer grado al segundo, así fueron pasando los días escolares, sin más problemas sobre los poderes mágicos. Rudy y Melissa ya no habían hecho uso de ellos. Rainbow se estaba despidiendo, tenía que regresar al Mundo de la Magia…
—Lamento tanto abandonarlos… —decía entre sollozos— …ustedes fueron muy buenos conmigo.
—Supongo que podré ir a visitarte como lo hice antes —dijo Rudy, tratando de hacerse el fuerte.
—¡Oh! Es cierto… aún conservan sus poderes a pesar de que no hay peligro.
—No lo creo —dijo Melissa—. Ya no he podido hacer que se cumpla lo que quiero, por ejemplo, cuando llegaba tarde a clases, hacía que los profesores se olvidaran de eso y me dejaban pasar. Ya no lo puedo hacer últimamente.
—¿Qué? ¿Quieres decir que ya no tenemos poderes? —Rudy empezó a llorar.
—No te preocupes, yo vendré a visitarlos —Rainbow trató de consolarlo.
—Te extrañaremos, Rainbow —dijo Arturo—. Nos ayudaste mucho.
—Era mi deber. Ahora mi misión es cuidar a la nueva Reina.
—¿A la nueva Reina? —preguntó Melissa.
—Es la Princesa Kristal, apenas es una niña.
Arturo, Melissa y Rudy quedaron sorprendidos.
—La Reina Blanca la dejó para que se convirtiera en la futura Reina del Mundo de la Magia.
—Pero… ¿Qué hay de Melissa? Habías dicho que era una reina o algo así —preguntó Arturo.
—Sí, es la Reina de la Magia, pero solo es reina en el Mundo Real.
Los chicos la miraron, sorprendidos.
—La Princesa Kristal es la sucesora de la Reina Blanca.
—Ya veo, su nivel mágico ha de ser mucho más alto —dijo Rudy, dejando los lamentos a un lado.
—¿Crees que la Reina Ámbar envíe a otra bruja? —Melissa temía a que esto pasara.
—No lo creo, ya lo hubiera hecho. Además, perdió por completo a Arthur, Andrew lo hizo recapacitar. Ustedes no se preocupen, van a estar bien. La Reina Ámbar ataca en períodos muy largos porque los tiempos no coinciden con los de su mundo.
—Entonces… sí habrá una amenaza en el futuro… —dijo Melissa, sintiéndose más preocupada de lo que estaba.
—En caso de que haya, la Joya Misteriosa permanecerá en el Mundo Real. Puede que les de poderes a sus hijos —dijo, señalando a Arturo y a Melissa.
Los dos se apenaron inmediatamente, imaginándose si algún día los tuvieran…
—Pero ¿qué cosas estás diciendo? —Melissa tomó a Rainbow como si quisiera ahorcarlo.
—¡Suéltame! ¡No me maltrates!
—O puede dármelos solamente a mí, no se ilusionen tanto —intervino Rudy, sabiendo que, si volvía a pasar eso, él ya tendría la edad adecuada.
Arturo solo sonreía ante la situación, la despedida de Rainbow ya no era tan triste. El hadita se fue, confiando en que la Joya Misteriosa estaba en buenas manos. Andrew e Irene cuidarían esa joya por el resto de sus vidas, luego, se la heredarían a sus hijos Melissa y Rudy.
Después de la despedida de Rainbow, pasó otro ciclo escolar. Era el tercer año en el Colegio Área 22, la última generación.
—Es muy feo ver cómo somos los últimos grupos en venir a clases —comentaba Libby.
—Sí, ahora solo se ocupan 5 salones —decía Melissa—. Dicen que cuando nosotros terminemos, van a derribar los edificios que quedaron.
—¿Qué? ¿Es verdad?
—Sí, es para que los edificios que queden abandonados no sirvan para quienes buscan cometer delitos o cosas así.
—¿Dónde escuchaste todo eso? ¿Es del Recording Studio?
—Es increíble ver cómo sigue operando después de lo que sucedió —decía Melissa, sabiendo que Libby había estado secuestrada en ese lugar.
—Luis llegó a un acuerdo con Christopher, él traicionó a Vanessa y la entregó a la policía.
Melissa recordó que así habían quedado las cosas.
Christopher estaba atendiendo a alguien en su oficina.
—Roxanna y Vanessa desaparecieron… solo quedamos nosotros, ¿ya no habrá algún plan para vengarnos de Melissa? —preguntaba Mariela.
—Ya pasó mucho tiempo para eso… —decía el Director, viendo hacia el gran ventanal.
—Y todo eso sobre la magia… ¿seguiremos guardando el secreto?
—No tiene caso que nosotros tratemos de exponer a Melissa y a su hermano si no tenemos pruebas. Quedaríamos como unos tontos.
—¡Maldición! Ellos ganaron…
Mientras tanto, en casa de Tania…
—Ya casi termino… —murmuró.
—¿Qué haces, Tania? —Karen llegó de repente.
La chica rápidamente tapó el monitor de su computadora con unas hojas.
—No hago absolutamente nada.
—¿Es el trabajo final? —preguntaba Carol.