«Duerme ya pequeña princesa»
«Duerme ya»
Se recrea en mi mente la dulce voz de mi madre cuando solía darme las buenas noches durante mi estancia en el castillo real. Tiempos en los que aún era muy pequeña por lo que en algunas ocasiones se quedaba a descansar conmigo. Otras veces, lo hacía mi padre.
La noche más fresca sin duda alguna brinda la triste despedida que todos han querido posponer, pero ha llegado el momento de realizarla. No quieren estar tristes, lo sé, yo tampoco quiero estarlo. Pero en la vida de un noble nada es para siempre, se debe aprender a soltar ciertas cosas para encontrar otras y es lo que me han estado enseñando en la Academia junto a los otros príncipes y princesas de los demás reinos. Estos cuatro años de aprendizaje han llegado a su fin, y en honor a ellos, es hora de volver al Castillo y poner en práctica lo que aprendí.
Dormir sin duda alguna calmará un poco los nervios nacientes dentro de mí, pero considerando que es mi última noche en este tranquilo lugar he decidido quedarme solo un poco más de tiempo despierta, mientras observo la suave brisa que mueve a los árboles a través del ventanal que suelo dejar abierto.
—¡Princesa, Esmeralda! ¡Princesa Esmeralda! — susurra una suave voz del otro lado de la puerta al tiempo que da leves toques en esta como si temiera que alguien más lo escuchara.
Me dirijo a paso lento hacia la puerta y la abro con cautela para encontrarme con esos bellos ojos dorados que me hicieron la estancia mucho más agradable de lo que ya es.
Es Otoniel, el príncipe del otoño. Su pelo rojizo en delicados rulos se mueve obligado por la leve brisa, su nariz un poco perfilada suelta profundos suspiros que me hacen darme cuenta de lo agitada que es su respiración en estos momentos y su dulce sonrisa en esos finos labios tornados de un leve rosado me reconforta.
Al llegar a la Academia, apenas pude socializar con algunos de los otros alumnos debido a mi timidez en aquellos tiempos. Otoniel desde los primeros momentos se me acercó y desde entonces nos hemos acompañado mutuamente y unidos, hemos creado nuevas amistades.
Hago que pase de inmediato, porque se les tiene prohibido a los príncipes acercarse a los dormitorios del sexo opuesto, y no quiero que los guardias le vean y le sancionen con quejas a los reyes otoñales, sería algo muy grave. Apenas pienso en cómo llegó hasta aquí sin ser interceptado.
Me devuelvo hasta donde se encuentra Otoniel parado y le brindo una cálida sonrisa para acercarme a él y ser envuelta por sus brazos en un dulce abrazo.
—Le he traído algo, para que no se olvide mí—dice Otoniel al tiempo que me extiende una mediana caja color carmín que tomo en mis manos acto seguido.
Le reprocho con la mirada por su expresión.
—¿Cómo cree que podría olvidarlo?
«Oh, pero que ternura» pienso y dirijo mi mirada hasta Otoniel, que de seguro se preguntará si me ha gustado el obsequio. Suele ser muy inseguro.
—Es una ternura,Otoniel—le digo con la más amplia de las sonrisas formada en mis labios mientras acaricio el suave lomo del pequeño conejo que ahora cargo en brazos. Según mis estudios, en su reino es una tradición regalar conejos a los príncipes meses antes de su coronación, en señal de pureza, por el color blanco de estos.
—En unos meses, será tu coronación, princesa Esmeralda, y quería ser el primero en obsequiarte.—me dice proseguido de una reverencia donde inclina sus rodillas y agacha su cabeza frente a mí. Ladeo mis labios en una sonrisa por el gesto, y se lo devuelvo, ya que él también pertenece a la realeza aunque su coronación no sea tan pronto como la mía.
—Ya nos veremos luego, princesa— expresa con cierta nostalgia en su voz y le respondo con un asentimiento de cabeza. Seguido de eso, se marcha por donde vino y yo me siento en el lateral derecho de la pequeña cama mientras le sonrío al pequeño animalito.
«Es hora de dormir, Esmeralda»
***
— Veo que se ha despertado junto al amanecer, princesa—proclama una voz femenina detrás de mí, es Janna el hada más jovial del consejo de educadores de la Academia Real de Greenworld; y con la que he creado un vínculo muy cercano, puesto que acompañó a mi padre en los primeros años de su reinado, me giro observándola y le invito a dirigirse hasta donde me encuentro ubicada.
En Greenworld las hadas son encargadas de acompañar a los jóvenes príncipes y futuros reyes durante su preparación, la cual empieza al cumplir los cinco años y Janna fue la fundadora de la Real Academia de Príncipes y Princesas de Greenworld con el fin de mejorar las relaciones entre estos a tiempo que se preparan para su deber.
Hoy al despertar, aún el amanecer no brindaba sus cálidos colores, por lo que esperé para que instantes más tardes empezara el día.
Realizé mí correcto aseo de todas las mañanas, para luego recoger mis cosas y adentrarlas en el pesado equipaje de madera y decidir salir al patio trasero de la edificación a despedirme del bello paisaje a la vez que conseguía unas pocas zanahorias para Copito, así le había nombrado al conejito luego de que Otoniel saliera del dormitorio.
El hada Janna se ha sentado a mi lado observando el deslumbrante paisaje verde, para girar su cabeza hacia mí y expresar —Creo que ha llegado la hora de despedirse, princesa Esmeralda—.
y yo en respuesta reprimo una sonrisa para incorporarme y adentrarnos en la fachada camino al gran comedor donde se encuentran reunidos los alumnos mientras desayunan con tranquilidad en espera de un nuevo día de deberes reales.
Prosigo a sentarme en el correspondiente sillón, a mi lado derecho la princesa de las aguas submarinas, Marina, me toma con delicadeza las manos al hacer una pequeña reverencia desde su puesto.—Ya nos veremos luego, princesa— dice y yo le sonrío nostálgica por la despedida.
Marina ha sido una excelente amiga. Desde pequeñas ya nos conocíamos, pero debido a la lejanía de su reino nos encontrábamos distanciadas hasta que ingresamos en la Academia. Su cabello castaño cae en hermosos rizos sobre sus hombros, su nariz perfilada, grandes ojos tornados color café y su perfecto talento de combinar sus prendas de vestir azules para lograr un hermoso vestuario juvenil, hacen de Marina una hermosa y apasionada joven.