Sería capaz de decir que toda Islandia resplandece tras la renovación del árbol mágico. Nos ha llegado la noticia de la pena que abunda en la aldea por la llegada de las cartas enviadas por Calegorm dónde anunciaba la muerte del rey, más sin embargo, en el castillo presenciamos la renovación convencidos de que un nuevo futuro está reparado para la nación.
Después de mi sacrificio , mi cuerpo pierde tanta energía que caigo desmayada en los brazos de Calegorm. Que no demora en cargarme y dirigirnos hacia el alcoba en la torre, donde Amarïe me asiste constantemente, mientras Copito acompaña a Calegorm en los nuevos quehaceres que están bajo su responsabilidad.
Calegrom me ha dicho que siempre supo sobre la habilidad que Copito, tiene de hablar. Pero ello no evito que se sorprendiera la primera vez que escuchó su voz.
La noticia también se les hizo saber a las hadas mágicas, que complacidas por haber logrado tales resultados como la renovación de la naturaleza de Islandia, me han hecho llegar una breve carta. Me agradecen y me anuncian que en unos pocos días podré estar de vuelta con mis padres. Me cuentan que mis padres me esperan alegres y nostálgicos por mi repentina partida.
Pensar en el reencuentro con mis padres es una idea que me emociona, pero sé que volver a Greenworld también implica mi casamiento con Otoniel, lo cual está más que claro que no deseo, y haré todo lo que esté a mi alcance sin faltarles al respeto a mis padres, para que dicho casamiento no se lleve a cabo. También debo encara a mi madre con respecto a los cuatro chicos con los que me ha conseguido un encuentro. Y debo dejar a Calegrom, aquí y no volverle a ver.
Por el ventanal observo el resplandor del día desparecer y aparecer al cabo de varias horas. Cuando me siento lo suficientemente recuperada como para poder andar tomo la desición de dirigirme hacia el despacho de Calegorm, donde se encuentra firmando varios archivos que han enviado los aldeanos en los últimos días. Toco levemente la puerta y su voz indica que puedo entrar, le sonrío cuando asomo mi cabeza por las puertas de madera y el príncipe elfo queda sumido en sus pensamientos por unos breves instantes mientras me observa.
—Lamento interrumpirte— hago el ademán de disculparme. No puedo imaginar cuan estresante podría ser asumir el trono de un día al otro, son previo aviso y hacerlo bien. Me acerco a él que rueda su sillón hacia atrás dejando un espacio entre su cuerpo y la mesa donde escribía hasta ahora. Me invita a que me siente en sus piernas. Lo hago, y paso mis manos atrás de su cuello.
—No interrumpes, Esmeralda, gracias a tí hemos mejorado la situación del reino— dice y me sonríe. Deposita con delicadeza un beso sobre mis labios.
— Ha sido un verdadero placer poder ayudarte y desearía poder conocer mejor este reino. Me ha mantenido curiosa todo el tiempo que he estado aquí. Realmente quisiera que me enseñarás cada rincón y me contaras su historia.
—¿Pero?—pregunta con su mirada temerosa.
—Eres consciente de lo repentino que fue traerme aquí, apenas me dió tiempo de despedirme, de asimilar que realmente haría esto. Yo...
—Tienes miedo de no poder despedirte—concluye Calegrom por mi, y asiento en respuesta.
—He recibido una carta de las hadas,—le confieso aunque debe de estar al tanto de la información,—agradecen que te haya ayudado, pero exigen que vuelva pronto. Mis padres me esperan ansiosos.
»La coronación también me espera y, debo volver a casa. No sé cómo funcionará esto de volver, no quiero que de repente me devuelvan a Greenworld sin haberme despedido de ti— le digo con notable pena y angustia.
Apenas he podido disfrutar de este reino que constituye un nuevo mundo para mí, de Calegrom que me ha venido junto a un conjunto de sentimientos sin esperarlo. Pero es que yo no he venido a disfrutar, sino a cumplir con mi deber y una vez que ya lo he cumplido debo de volver a casa a por los otros deberes de los que soy responsable como heredera. A cumplir con mis padres.
— Y una boda también te espera— asegura Calegorm de inmediato y me sorprendo por su repentina confesión con tono hostil.
»Y muchos pretendientes —ironiza.
—¿Tienes celos?—pregunto divertida por su actitud.
—Debería. Tienes todos los ojos de los varones del reino sobre tí a pesar de que la noticia de tu pronto casamiento con el príncipe de Dry Leaves se está expandiendo rápido. Todos esperan tener su pequeña oportunidad contigo—me sorprende que esté al tanto de la situación.
Pero la diversión en mi rostro se torna seria. No soy consciente del punto hasta donde puede llegar el dolor cuando me marche.
»Entiendo que un reino te espera y que deberías volver pronto...— hace una breve pausa y respira profundo. Le miro atenta a sus gestos. Le está costando despedirse. Acaricio con mis dedos sus mejillas.
» Yo mismo te entregaré a tu padre, mañana partimos.—dice y le brindo la más sincera de mis sonrisas, luego me incorporo y prosigo a salir del despacho.
»Espera,— me detiene en mi trayecto. Me giro sobre mis pies y me encuentro con la figura de Calegorm a escasos centímetros de la mía. Sus manos se sitúan en mi cintura y me pega a su esbelto cuerpo. Acaricio con mis dedos su largo cabello blanco.
—Puedo llevarte en la tarde a la aldea. Espero cumplir con tus espectativas. También conocerás todo el castillo. Espero ser un buen guía.
—Lo serás, no tengo dudas—expreso con dulzura.
Pareció percatarse de ello porque de inmediato dió dos pasos hacia atrás respetando mi espacio.
Dos toques en la puerta son el motivo de nuestra separación y saludo a Amarïe cuando entra en el despacho.
—Buenos días, princesa—me devuelve el saludo y cierro la puerta tras de mí.
***
De tercer a cuarto año de la Academia de Príncipes y Princesas de Greenworld, recibí las clases de equitación. Nunca se me dió bien montar caballo, más de una vez termine de el sueño con uno que otro rasguño. Calegrom le pidió a uno de los guardias que fuera en busca de un caballo para mí, mientras caricia el pelaje del suyo. Es blanco, alto y rudo a pesar de que respeta a su dueño. Solo espero que el que me asignen a mí sea un animalito indefenso, como yo.