La Reina De Las Nieves

CAPITULO 10

Betty se había convertido en una masa de nervios andante.

Se retorcía las manos nerviosamente y brincaba ante cualquier ruido. Estaba dando vueltas alrededor de su cabaña. No había podido pegar ojo en toda la noche por temor a que Ranald volviera a aparecer y está vez si logrará forzarla. Además , sus pensamientos eran angustiantes. Poco hubiera podido hacer para dormir.

Solo esperaba que amaneciera y que el castillo volviera a la vida. Muy en el fondo se preocupaba por si Laonis había logrado pasar la noche.

Cuando al fin amaneció y los primeros ruidos mañaneros comenzaron a escucharse, Betty casi salió corriendo de su cabaña para dirigirse a las cocinas. Hilda llegó poco después que ella y se dispuso a preparar el desayuno. Betty revoloteaba de aquí para allá haciendo esto y aquéllo.

Las voces en el comedor le indicaron que los Macdougall y los Campbell estaban despiertos y listos para desayunar. Hilda le gruñó una orden y Betty se apresuró en llevar una bandeja de comida y algunas jarras de aguamiel.

Las depositó sobre las mesas y regresó por más. En su segundo viaje pudo escuchar al Laird Campbell hablando sobre su hija .

-Parece recuperarse.-comentó con orgullo- Es una Campbell, nada la vence.

-Es una Macdougall ahora.-le recordó Blake.

-Sí, si...-respondió el Campbell, agitando su mano -Pero la sangre de los Campbell aún corre por sus venas, sin duda. Es un poco de ambos clanes ahora.- convino en modo conciliador.

Blake gruñó con aprobación y ambos Lairds se dispusieron a comer.

-Lleva una bandeja con comida y jarras de aguamiel a mi esposa. Lady Campbell y mi hijo también están ahí.-le ordenó Blake y Betty corrió hacia las cocinas a cumplir su orden.

Al poco rato, salió cargada de comida y aguamiel. A trompicones subió las escaleras y se dirigió hacia la habitación principal. A medio camino se detuvo al ver a las esposas de los Lairds discutiendo.

-Te quiero lejos de mi esposo.-le siseó Lioslaith a Meredith. -Es mi última advertencia.

Meredith contestó algo que Betty no alcanzó a escuchar. Lioslaith la fulminó con la mirada antes de advertir la presencia de Betty. Al hacerlo, se separó de la otra mujer y se acercó a ella.

-El Laird me pidió...- comenzó a explicarse la chica pero la pelirroja solo se limitó a abrir la puerta de la habitación para que pasará. Betty entró y se apresuró a dejar lo que llevaba en la mesita. Al darse la vuelta, miró a Alexander, que estaba inclinado sobre su mujer. Se notaba cansado y ojeroso pero por lo demás, estaba bien. El chico le regresó la mirada por algunos momentos antes de volver a centrar su atención en Laonis.

-Ya terminaste?- la voz fría de Lioslaith la hizo dar un respingo y corrió hacia el exterior de inmediato. Bajó las escaleras y se hundió en las cocinas de nuevo.

-No se que hace aquí. No entiendo que hace aquí.

-Madre...-advirtió Alexander.

- Ya sé. Ya sé que es tu casa y son tus reglas, pero sigo sin comprender que hace aquí.-gruñó la mujer mientras le acercaba un plato de comida y una jarra de aguamiel a su hijo.

-Le ayuda a Hilda en las cocinas.-respondió Alexander con voz cansina, aceptando lo que su madre le ofrecía. No era la primera vez que tenía esta charla con ella pero su madre parecía olvidarlo cada vez que miraba a Betty.

Lioslaith bufó con exasperación y ya no dijo nada. Tanto Meredith con sus constantes insinuaciones a su marido y Betty, la tenían de mal humor.

Maldijo en silencio y se dispuso a comer sin volver a molestar a su hijo. Después de un rato, remojó el trozo de lino que estaba sobre la frente caliente de Laonis y volvió a ponerselo. Paseó su mano por su nariz y boca solo para sentir su aliento cálido.

-Crees que despierte?-preguntó Alexander con preocupación. - Ya tiene algunos días inconsciente.

-Lo hará.-le aseguró su madre - Solo está debilitada por la fiebre. Pero se repondrá.

Alexander soltó un suspiro y se puso en pie.

-Saldré a tomar aire.-le indicó a su madre.

-Tu padre y tú suegro están en el comedor.

El chico gruñó una respuesta. No quería ir con ellos, así que en cuanto cerró la puerta tras de sí, se dirigió a las almenas.

Maldijo en voz baja al sentir el aire helado y se reprendió a sí mismo por no haberse cubierto antes pero no quería regresar a la habitación. El cielo estaba completamente nublado. Las nubes negras y el aire helado anunciaban una tormenta. A los lejos se podían ver los relámpagos y el retumbar de los truenos. Sin duda, el clima hacia juego con su mal humor.

No era exactamente mal humor. Era preocupación, miedo, enojó, tristeza...toda una mezcla de emociones que lo tenían agotado. Los últimos días había brincado de una emoción a otra y jamás en su vida creyó posible que pudiera ser algo así. El torbellino de sentimientos y emociones lo tomó por sorpresa. Jamás en su vida había lideado con algo así. O al menos eso creía.

Fijó la vista en los patios y notó a los innumerables guerreros de ambos clanes. Iban de aquí para allá tratando de cubrirse del aire helado. Fuera de los muros del castillo se encontraba el campamento de los Campbell. Todos reunidos a la espera de Laonis. De su recuperación o de su muerte.

Un escalofrío, que nada tenía que ver con el frío, lo recorrió de pies a cabeza. No quería ser viudo. De alguna manera, se sentía miserable por la situación de su mujer. No es que la amará,era muy temprano para algo así, pero si sentía algo parecido al cariño. Laonis era vivaz, inteligente y discreta. El sabía que había algo más oculto en ella que le gustaría descubrir. Ella irradiaba una especie de misterio que de alguna manera, lo atraía.

Sin duda, no quería ser viudo.

Betty se limpió con rabia las lágrimas del rostro y siguió limpiando su vestido. Uno de los toscos guerreros de los Campbell había intentado propasarse con ella. La había encontrado en el pasillo, mientras ella se dirigía a reabastecer las jarras de cerveza de Lady Macdougall. El hombre borracho la tomó del brazo y la empujó contra la pared mientras intentaba meter su lengua en su boca. Ella forcejeó y el tipo tomó la jarra de agua miel y se le vertió encima para luego intentar lamerle los pechos. Ella había alzado una pierna y le dió dónde más le dolía.



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En el texto hay: escocia, romance, highlanders

Editado: 22.05.2022

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