Morgana entrecerró los ojos ante la presencia de los espíritus, a pesar de que era el 31 de octubre, el día en que el velo entre los vivos y los muertos estaba más debil, que permitía el paso de los del panteón a este mundo durante algunas horas, era la primera vez que podía verlos antes de que cayera la noche, y por lo visto nadie más se estaba dando cuenta de lo que ocurría, pero lo que más llamaba su atencion era aquel hombre de gabardina, como si le estuviera atrayendo por medio de sus ojos rojizos.
En el momento en que aquella sombra comenzó a moverse, igual lo hizo Morgana, ignorando el eco que provocaba las conversaciones de los líderes de cada Aquelarre, pero ni siquiera pudo llegar a las escaleras cuando desapareció ¿Dónde se habría metido? Los demas seguían alli ¿Por qué el no? No tardó mucho en observar a todas direcciones de la segunda planta, hasta sentir que una mano se posaba en su hombro, provocando un leve salto por el susto
—¿Morgana? —Elizabeth Fontaine la observaba con curiosidad y preocupación— ¿Estás bien? Pareces perdida.
—Sí, estoy bien —respondió, sin quitar la vista de la zona donde el hombre de la gabardina había desaparecido— Solo… creo que vi algo, pero quizá solo fue mi mente.
Intento no darle más vueltas al asunto, quizas por el cumplimiento de los cien años las cosas estaban de esa manera. Se giró para observar a Elizabeth, una mujer realmente hermosa de ojos claros, no quería compartirle sus experiencias, sabía que aunque tuvieran conocimiento de los poderes de su linaje, no quería comprometer el ritual que estarían por llevar a cabo, si era como su abuelo le había contado, era muy importante que todo fuera de acuerdo al plan.
Pronto Joffrey llamaría a todos al pateo trasero de la mansión, el mismo que conectaba al bosque y donde estaría todo listo para el comienzo del ritual de aquel Samhain. Habían diferentes velas posicionadas específicamente en un punto del lugar, para forman un pentagrama si se unían por medio de unas líneas, tambien comida, bebidas y tambores como diferentes símbolos, algunos eran para rendir tributos, otros para protección pero en el centro de todo cada familia iba dejando una ofrenda.
Morgana observo en silencio, apreciando el ritmo del tambor proporcionado por los Brauer como en cada ofrenda que iban dejando, siendo un reflejo del poder de cada una de las familias. Su tío, quien dirigía la ceremonia, se acercó a las ofrendas, fue en ese instante que comenzó a sentir el flujo de magia elevarse, siendo aquella la señal para que el resto de líderes se fueran acercando al centro, como si actuaran como un ancla entre ambos planos.
—Esta noche —dijo Joffrey, llamando la atención de todos — nos reunimos para fortalecer el pacto que sellaron nuestros antepasados —hizo una leve pausa y alzo su mano, para que detrás de él, los tributos comenzaran a rodearse de un fuego verde, que los envolvía como si los estuviera absorbiendo, alcanzando una altura que podría comprarse con la mitad de alto que era la mansión.
El sonido de los tambores aumentaba su intensidad, y una extraña niebla se hacía presente, se parecía mas a un humo espeso pero no era ni cerca ello, se podía mover con la mano, demostrando una densidad de la misma. Pronto los seis líderes que acompañaban a Joffrey, cayeron arrodillados frente a él, como si unas cadenas los estuvieran atándolos a la tierra y la niebla como si tuviera vida propia, se elevaba comenzando a rodear sus cuerpos.
Y luego, un susurro. Un solo y profundo susurro logro escuchar a su lado derecho “Detenlo… no los dejes finalizar.” Morgana volteo para ver quien le hablaba, pero alli no había nadie.