La reina de las tinieblas

Espinas cautivadoras

El mapa que lo guiaba le mostraba los pasos que seguir, sus huellas se iluminaban en él cuando caminaba.

Según el mismo papel le faltaban dos pasos para así encontrar a…

—¡Reisson! —nombró al caballo corriendo tras él

Abrazo su cuello acariciando su hocico.

—Me alegra tanto haberte encontrado pequeño —acarició la oreja del animal

Consintiendo al caballo cada vez con más cariño.

Un conejo astuto que observaba la escena del príncipe se sintió conmovido con el caballo, atraído por el mismo.

Camino confundido dando unos pequeños saltos alrededor de ellos sin ser visto.

La naturaleza contribuye con su camuflaje, además la escena cada vez era más conmovedora.

El conejo con astucia salto alto hacia el lomo del caballo.

Él ante el asombro cabalgó perdiendo el rumbo.

El conejo saltaba en su lomo agarrándose del pelaje del animal mientras su dueño lo perseguía corriendo.

Sus risas atrajeron a todas criaturas que los viera, llegando a ser un espectáculo para las especies más vulnerables.

Ver a un humano corretear a un conejo sobre el lomo de un caballo no era de todos los días.

Aun así, fue el caballo quien se detuvo y empezó a brincar para quitarse al conejo de encima.

El pequeño animal se aferró a su pelaje; sin embargo, perdió el equilibrio manteniéndose entre el lomo y la parte trasera del caballo.

Esto ayudó al animal a brincar alto dejando por los aires al conejo y recibir una patada en su estómago.

La magnitud del golpe fue tal que el conejo terminó chocando con el pecho del príncipe.

Spencer lo tomó entre sus manos, el animal tenía el tamaño de una rata, pero él peso de un perro mediano.

Se agacho sin soltar al animal quien se movía en sus manos con velocidad.

Sus dientes eran tan largos que cubrían la barbilla, filosos y amarillos.

Por lo tanto, tenía las manos lejos de su boca, pero apretando su estómago.

—¡Suéltame! —exclamó el conejo

—¿Cuánto me darán en mi reino por tu cabeza? —jugueteo el príncipe —eres una criatura misteriosa

—¡No soy una criatura! —dijo agachándose lo suficiente

Con sus dientes rasgaron la mano de Spencer, logrando así soltarse.

Su sangre empezó a caer sobre el pelaje del conejo y la tierra.

—Perfecto ahora tengo sangre de humano en mi precioso pelaje —se revolcó en la tierra ensuciándose

Spencer se levantó yendo por su caballo, Reisson estaba tranquilo comiendo algo de la yerba donde estaba.

—¿Puedo seguir cabalgando? —preguntó el conejo pegando sus bracitos tratando de hacer ojos tiernos

Él lo observó con asco, luego cerró los ojos con decepción.

—Deja de hacer esos ojos porque me generas preocupación además de asco. Cuídate pequeño —tomó las riendas de su caballo, subiendo a la silla.

Gritándole con fuerza volviendo a tomar el mando en él, cabalgando entre tierra mojada mientras el mapa le indicaba a donde ir.

Atravesó ríos, bosques con hadas horribles que tuvo que asesinar aplastándolas como si fueran mosquitos.

El último paso para llegar al norte era el Llanto de luna, no conocía mucho del lugar, pero lo ideal era no saberlo.

—Buen día, su majestad —una voz gruesa llamó su atención

—Y tú qué eres, ¿un duende?, ¿un elfo?, ¿un conejo extraño?, ¡un hada que parece un mosquito?, ¿una mariposa extraña? No quiero seguir matando criaturas —confesó el príncipe aburrido

—No soy nada de eso príncipe —en un humo gris un pequeño león camina sobre la rama de un árbol llamando la atención del príncipe —Puedo ser lo que yo quiera, cuando veo el alma de una persona, es… como los humanos llaman “animal espiritual”

—¿mi animal espiritual es una cría de león?

Él rio.

—Aún le falta mucho que aprender señor, no ha madurado lo suficiente —este pequeño ser bajo por la rama —tenga cuidado señor, el camino a su salida está más adelante

Tenso el ceño siguiendo a delante a paso lento, la pequeña bestia salta y juega entre rocas mientras persigue al príncipe, con sonido, juegos y leves gruñidos llama la atención de Spencer hasta que el mismo gira la cabeza después de varios minutos.

—¿Por qué te quedaste conmigo? Si buscas algo que cazar te sugiero ir alSur, hay conejos que tal vez disfrutes

—No podía negarme, usted es lo más interesante que ha tenido este bosque en años —dijo con un tono bajo, pero viejo, como si un anciano estuviera atrapado en ese cuerpo

Spencer pensó en las palabras del duende, sonriendo un poco.

—Gracias —dijo

Al ir avanzando busco con la mirada los cuervos que lo habían separado de su noble corcel, la espesa niebla y el silencio lo obligaron a bajar la mirada al camino, y darse cuenta con su oído la paz que de repente se había posado sobre él.




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