La reina de las tinieblas

Cena extraña

Esa noche ambos esperaron la cena en el comedor, la habitación permaneció en silencio mientras miles de preguntas rodeaban en su mente.

Lizabeth tenía la cabeza agachada, veía su plato con su nombre en bordes dorados, no sabía cómo tratarlo, hace mucho no tenía un invitado en su reino.

No quería molestar, no quería dañar a nadie, no quería ser imprudente o maleducada, ¿cómo podría actuar con él?

Si decía algo y no le gustaba.

Si habla de más, y lo asustaba

Si no le gustaba su compañía

Bajo su cabeza rodeada de varias preguntas donde su corazón inseguro no le permitió hablar.

Hasta escuchar los pasos del caballo acercarse a la sala, seguido de eso, la voz de Spencer.

—Su majestad, ¿Segura que es buena idea dejar a Reisson aquí adentro? No quiero que haga males

Ella respiró tranquila al escuchar que el príncipe tomó la palabra.

—No, está bien. Nunca se sabe qué tipo de Bestias puedan comerlo, aun me sorprende que haya sobrevivido una noche en el bosque —exclamó

Spencer abrió los ojos con intriga, al momento la comida llegó y fue entregada por pequeños sirvientes, ratones cocineros que nunca espero ver.

Una de ellos subió a la mesa con gorro, y traje.

Hizo un sonido con sus labios diciendo.

—Disfruten

Lizabeth observó al príncipe pensando que estaba asqueado, pero la expresión del mismo era amable, tenía una ligera sonrisa cautivadora, y sus ojos grises brillaban.

Se quedó unos cuantos minutos con las manos en las piernas sin tocar su plato.

—¿Por qué no come? —inquirió

—Usted no ha tocado su comida, y no comeré hasta que usted coma

«Por supuesto educación básica»

—Perdón —ella tomó los cubiertos para empezar a comer

Spencer la siguió, no hablaron por mucho tiempo, Lizabeth estaba avergonzada por lo que había pasado antes de cenar.

Era obvio, ella era la reina y nadie come hasta que la reina pruebe su comida.

Una regla básica en la mesa, ¿cómo pudo haberla olvidado?

Se cuestionó durante mucho tiempo esa posibilidad, hasta tomar una copa de vino.

Spencer se limpió los labios con moderación.

—Su majestad, dígame ¿por qué este bosque dentro de maravillas está tan escondido de la humanidad?

Lizabeth bajo la copa, curiosa por las palabras del príncipe en lo general. todo aquel mortal que se acercara al Bosque de los Muertos era asombrado y asesinado.

Algunos corrían por el terror, otros morían por su necedad, pero él sobrevivió aun cuando debía morir.

—Spencer, este reino es para todos, se mantiene en la oscuridad por su propia protección.

—¿El bosque tiene vida?

—Aparte de la vida mortal, sí. El siente como tú, ve como lo hacen las personas, respira cuando debe respirar, es una maravilla. Pero dime ¿no te asustan las criaturas que viste?

Él se detuvo un momento bajando la cabeza observando su plato, movió sus ojos de un lado a otro con intriga.

Luego levantó la cabeza nuevamente.

—Sí le soy honesto su majestad, he pasado por terrores distintos. Una criatura con manos pequeñas, es extraña, un conejo con la estatura de una rata mutada y los dientes más largo qué he visto es una anomalía, pero no un temor, un ratón cocinando para la realeza, es una maravilla —confesó

Lizabeth sonrió, jamás esperó escuchar esas palabras del príncipe, pensaba que su rareza jamás sería compartida por alguien.

—Pensé que este tipo de cosas no les gustarían a los humanos —dijo con una sonrisa

Spencer encontró su mirada, sus ojos peleados reposaban en ellos con un ligero brillo encarnado que era difícil ignorar.

Era tan hermoso que nunca esperó encontrarse con un plata así.

—Disculpe mi atrevimiento, su majestad, pero ¿en este bosque yacen los fantasma? —preguntó con interés a lo que ella sonrió

—¿En tu reino hay fantasmas? —devolvió la pregunta

Él bajó la cabeza sentándose con confianza en la silla, relajado y olvidando todo aquel protocolo que desde niño le obligaron a seguir.

—Sí alguien los menciona será tomado como loco y...

—llevado a la hoguera —contestó la reina

—¿Practican también esa ley aquí? —cuestiona

—No, mis padres la practicaron hace muchos años con las personas que no creían en ellos —explicó —¿quieres escuchar una historia?

—Todo saber es buen saber

Ella continuó.

—Este reino tiene fuertes lazos con la magia negra, negar a los fantasmas es negar a nuestra raza o mejor dicho a nuestros aliados. Es una prohibición

Spencer sonrió maravillado.




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